Editorial: Estudiantes de minorías en la mira
Los programas de Acción Afirmativa que facilitan los estudios universitarios a jóvenes pertenecientes a minorías están siendo atacados
El Departamento de Justicia prepara una ofensiva contra los programas de Acción Afirmativa para el ingreso en las universidades. Esta es parte de la estrategia de la administración Trump de desbaratar las políticas que protegen y promueven los derechos civiles a lo largo del gobierno federal.
Un comunicado interno revelado por The New York Times informó a la División de Derechos Civiles que se busca interesados para trabajar en un nuevo proyecto de “investigaciones y posible litigación relacionada a la discriminación intencional basada en la raza, en las admisiones en colegios y universidades.”
Los conservadores se han opuesto por décadas a los programas de Acción Afirmativa por considerarlos una discriminación a la inversa. Ellos dicen que es un beneficio que pone a los candidatos o aspirantes latinos y afroamericanos por delante de los anglos, por el solo hecho de ser una
minoría.
En realidad, hoy la consideración del factor racial en el ingreso a las universidades está muy lejos de ser decisivo. Un fallo de la Corte Suprema de Justicia del año pasado aceptó el uso del factor racial de una manera “holística” como se usa en varias instituciones.
En muchas universidades, como en este caso de la Universidad de Texas en Austin, se acepta el 10% de los mejores estudiantes. Si quedan cupos se utiliza una combinación de criterios como actividades extracurriculares, un ensayo, el resultado de entrevistas, y otros factores como la raza. Dentro de esta fórmula, el elemento racial no es determinante.
La Acción Afirmativa surgió bajo la idea de que los efectos de la discriminación perjudican las oportunidades de las minorías para competir con otros, ya sea en empleos o contratos federales. En algunos como este último establece una cuota de participación, en otros se ayuda a competir sin exigir un resultado final.
En el caso de las universidades es reconocido que la experiencia educativa se enriquece en un ambiente estudiantil diverso. Lo que no ocurre en las principales colegios del país, por un tipo de discriminación que no es racial.
En estas universidades se da prioridad a los hijos y nietos de exalumnos porque ayudan a la recaudación de fondos, como a los hijos de donantes. Hay alumnos que tiene ventaja por ser hijos de empleados o simplemente venir de familias prestigiosas y adineradas.
La importancia de asistir a una universidad de élite, por ejemplo como Harvard, Yale, Princeton o Stanford, es más que la calidad de la enseñanza. Allí se establecen conexiones, se dan oportunidades laborales y de progreso que no existen en otros ámbitos.
Si se busca una igualdad de condiciones, estos también deberían desaparecer.
La idea de que la falta de oportunidades laborales y educativas se deben a un supuesto privilegio que reciben las minorías hoy integra un discurso populista de resentimiento.
Es más fácil señalar chivos expiatorios que lidiar con una educación que está fuera del alcance universitario de la mayoría, por una preparación deficiente y por ser muy costosa.