El nacionalismo blanco de Stephen Miller encontró “hogar” en la Casa Blanca

Miller es uno de los rostros más visibles del “ala Breitbart” de la Casa Blanca

WASHINGTON – Desde su paso por la secundaria en Santa Mónica (California), un bastión progresista, a Stephen Miller le gustaba arremeter contra los inmigrantes, la educación bilingüe, o la diversidad cultural y ahora, con la venia de grupos nacionalistas blancos, este ideólogo treintañero ha encontrado un “hogar” en la Casa Blanca para moldear la política migratoria de EEUU, según sus contemporáneos.

Aclamado por ultraconservadores y nacionalistas blancos, Miller, de 31 años, es uno de los rostros más visibles del “ala Breitbart” de la Casa Blanca, donde está dejando su huella en medidas contra los inmigrantes.

Miller, un exasesor del fiscal general, Jeff Sessions, cuando éste era senador, es autor de la mayoría de los discursos migratorios del presidente Donald Trump, ayudó a moldear su orden ejecutiva contra los inmigrantes musulmanes, y con frecuencia participa en los programas dominicales de la televisión estadounidense.

Ayer mismo, Miller defendió el nuevo proyecto de ley “RAISE Act”, que reduce en un 50% la inmigración legal para 2027, y le cierra las puertas a varias categorías de visas para la reunificación familiar.

La Casa Blanca no ha respondido a una solicitud de este diario para entrevistar a Miller y darle espacio para explicar sus posturas y responder a sus críticos.

Miller “tiene un historial nefasto de xenofobia militante… Las políticas migratorias de Trump-Miller pretenden manipular el miedo y el racismo para dividir en vez de construir, y son contrarias a los valores fundamentales de los Estados Unidos,” dijo el analista demócrata Federico de Jesús, presidente de FDJ Solutions y exportavoz hispano en la campaña presidencial de Barack Obama en 2008.

Stephen Miller, Reince Priebus y Stephen Bannon. MANDEL NGAN/AFP/Getty Images

Raíces de nacionalismo y radicalización

En sendas entrevistas hoy con este diario, algunos de sus excompañeros de secundaria y analistas, pintan a un estratega que, lejos de moderarse, con los años alimentó su nacionalismo, y su rechazo de la “corrección política” y del pluralismo cultural en Estados Unidos.

Sus declaraciones de ayer, desvirtuando el mensaje de bienvenida consagrado en un poema al pie de la Estatua de Libertad, y su convicción de que los inmigrantes son culpables del declive de EEUU, son posturas “clásicas” de Miller, según excompañeros con quienes se graduó en 2003.

“Escuchar a Miller ayer fue como un ´flashback´, y no me sorprende en absoluto. Le gustaba argumentar con maestros y compañeros, llevar la contraria, usaba datos y cifras que se sacaba de la nada… está poniendo en la práctica lo que creyó a los 16 años“, dijo Nick Silverman, un escritor radicado en Los Ángeles.

No estaba de acuerdo con la educación bilingüe ni con el multiculturalismo, ni con las fiestas étnicas, siempre decía que debíamos celebrar la ´cultura americana´.  Sí me sorprende la rapidez con la que ha ascendido y que sus ideas hayan encontrado un hogar en la Casa Blanca, porque me parecían demasiado extremas para enganchar”, afirmó.

Silverman lo describió como alguien “ambicioso, trabajador, dedicado, un buen estudiante”, y de todas las anécdotas, una de las que más recuerda fue la vez en que Miller se regodeó de haberse colado en una carrera de mujeres e hizo un “sprint” hasta la meta – casi estropeando el evento-, “como para demostrar que podía ganarles”.

Silverman participó con Miller en el programa de verano “Boys State”,  ideado por “American Legion” para que unos 900 estudiantes de bachillerato interesados en política pasaran una semana en la Universidad Estatal de California, en Sacramento (California), como “delegados”, aprendiendo sobre el proceso electoral y creando su propio “simulacro de gobierno”.

Otro allegado de Miller de ese programa aseguró en un blog que su figura larguirucha y seria para sus cortos años tendía a intimidar a sus rivales. Al postularse para un escaño en el “condado” ficticio, su iracundo discurso contra los “enemigos” causó tal frenesí entre los jóvenes que ganó la elección de forma apabullante.

Las semillas de su conservadurismo

De padres judíos progresistas, para cuando Miller se trasladó a la secundaria de Santa Mónica, un colegio multicultural y progresista en el oeste de California, éste ya venía abonando las raíces de sus ideas nacionalistas, y Silverman cree que el cambio comenzó en la escuela media, después de que sus padres se mudaron a un área menos afluente.

En ese sentido, el periodista Jason Islas, excompañero de Miller en la escuela media y bisnieto de un inmigrante mexicano que huyó de la violencia durante la Revolución Mexicana,  recordó una llamada de éste, entre octavo y noveno grados, para decirle que “ya no quería ser mi amigo, entre otras razones por mi herencia latina”.

“La amistad terminó allí y no hablamos en la secundaria, pero yo estaba al tanto de que ya se estaba labrando la reputación de ser un agitador reaccionario, especialmente contra lo que percibió como el ´establecimiento progresista´ en Santa Monica”, explicó.

“Ahora que maneja las palancas del poder, sus declaraciones en secundaria adquieren un tono más oscuro. Me queda claro que la política de identidad blanca que comenzó a cultivar entonces… ha hecho metástasis en algo muy siniestro y peligroso”, argumentó Islas.

Islas recordó un incidente de 2002, captado en un video obtenido por Univisión en febrero pasado, cuando Miller, postulándose a un cargo en el cuerpo estudiantil, fue abucheado por decir que estaba “harto de órdenes de recoger la basura, cuando tenemos a muchos conserjes (janitors) contratados para eso”.

Sus amigos de entonces y ahora, sin embargo, defienden a Miller al asegurar que se trataba de una  “broma” o una “sátira”.

Alex Nowrasteh, un analista del conservador Instituto Cato,  es contemporáneo de Miller y aunque no cruzó caminos con él entonces, sí asistió a escuelas públicas en los condados de Los Angeles y Ventura en el mismo período.

“Sus opiniones de ahora podrían ser una reacción al clima intelectual en las escuelas públicas de California, que es hostil para estudiantes conservadores o libertarios, pero creo que es más importante creer en sus palabras, en vez de escudriñar su crianza”, dijo Nowrasteh, de 33 años.

“Si apoya la veda a musulmanes o reducir la inmigración legal por razones nacionalistas o económicas, le creo. Más importante que sus motivaciones, sin embargo, es que casi todo apunta a que sus metas no se lograrán con estas políticas”, sentenció el experto.

Miller comparte afinidad ideológica con Steve Bannon, otro asesor de Trump, salido del activismo ultraconservador de la publicación “Breitbart”.  Ambos llegaron a la Casa Blanca por la vía del nacionalismo blanco, ese que atribuye el declive de poder de la raza blanca al incesante flujo de inmigrantes y, según observadores, ambos encabezan la cruzada contra ciertos extranjeros.

Ayer, desde el podio de la Casa Blanca, Miller insistió en que las encuestas y el sentido común están del lado del “RAISE Act”, pese que la mayoría de las encuestas y más de mil renombrados economistas aplauden las contribuciones de los inmigrantes a la economía, con o sin papeles.

La propuesta, según María Teresa Kumar, presidenta del “Voto Latino”,  es una especie de “carnada” para la base conservadora, pero tiene escasas o nulas oportunidades de ser aprobada.

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