Los peligros de caer en malas manos al hacerse cirugías estéticas

A Lorena Beltrán le destruyeron los pechos. Fue víctima de una industria que mueve mucho dinero y tiene poca regulación. Más del 16% de las cirugías estéticas que se hacen son para corregir otras anteriores de mala calidad

Jerson Trujillo ya se había hecho varias cirugías para hacer su cara más femenina y nunca había tenido problemas, por eso cuando hace cuatro años una doctora le propuso inyectarle una sustancia en los pómulos para darles más volumen, como él buscaba, no se preocupó.

“De pronto, de ingenuo, yo no estaba al tanto de lo que me habían metido en el cuerpo”, le dijo a BBC Mundo este joven colombiano.

Un tiempo después se fue a una esteticista a hacerse un tratamiento de hidratación facial.

“Y cuando esta otra chica me realizó el procedimiento, me inyectó unos aceites en la cara y esos aceites hicieron como una fusión con el polímero que yo ya tenía en mi cara, sin saberlo”.

“Tres meses después empecé a tener la piel dura, me empezaron a salir granulomas en la cara, se me ponía todo rojo, caliente…”.

Trujillo pensó que se le pasaría, pero todo fue a peor.

Yo tenía mi cara destruida, podrida, me salía pus, me salía pudrición de mi cara”.

Jerson Trujillo
Hoy (foto de la derecha), Jerson Trujillo dice que ha recuperado el 50 o el 60% de su rostro, tras cuatro cirugías de reparación. Pero estima que aún le quedan dos más. (Foto: Jerson Trujillo)

Hoy, con 28 años y tras cuatro cirugías más de reparación, Trujillo dice que ha recuperado aproximadamente el 50 o el 60% de su rostro. Pero estima que todavía le quedan dos operaciones más.

Operaciones defectuosas y médicos “intrusos”

El 16,5% de las operaciones realizadas por los cirujanos plásticos en España son para corregir otras anteriores defectuosas o de mala calidad.

Esa es una de las conclusiones de una encuesta reciente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE).

El problema se debe, en gran medida, a que solo uno de cada tres pacientes se informa bien sobre la cualificación de su médico, de acuerdo al sondeo.

Estas cifras de España ilustran un problema global para el que difícilmente se encuentran estadísticas, porque muchas víctimas se quedan fuera de los servicios oficiales de salud y porque las cirugías de mala calidad no se registran.

Algunas muertes relacionadas sí. En Colombia, uno de los países del mundo donde más cirugías estéticas se practican, en 2015 murieron 13 personas por cirugías estéticas y 30 en 2016, según el Instituto de Medicina Legal.

El problema es lo suficientemente grande como para que la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva lanzara ya hace unos cuatro años una campaña bajo el lema “No se convierta en el cuerpo del delito. Busque siempre un cirujano plástico cualificado“.

Y en Estados Unidos, un estudio de la Escuela Feinberg de Medicina de la Northwestern University halló recientemente que menos del 18% de las publicaciones en Instagram que promocionan cirugías estéticas eran de cirujanos plásticos con una licencia del consejo oficial, el American Board of Plastic Surgery.

Muchas de las otras eran de médicos con otras especialidades, como ginecólogos o otorrinolaringólogos, que no hicieron los cinco o seis años de especialidad.

“No se deje confundir. Algunos profesionales solo realizan cursos de Estética sin que ello signifique un adecuado entrenamiento”, advierte la sociedad colombiana en su página web.

Pero confundirse es demasiado fácil, incluso para una persona bien informada y resolutiva, como la periodista Lorena Beltrán.

“Los senos estaban deformes”

“Cuando tenía 18 años me sometí a una reducción mamaria por cuestiones tanto estéticas como médicas, porque me daban dolores de espalda”, le contó a BBC Mundo esta joven de 22 años, que a raíz de lo que le pasó, lidera una campaña en Colombia por las cirugías estéticas seguras.

Lorena acudió a un médico que le recomendó una colega universitaria que dijo haberse operado con él, “aunque yo sinceramente, creo que era una reclutadora de pacientes”, apunta.

“El consultorio estaba en una zona exclusiva de médicos de Bogotá, así que no me dio desconfianza. No es que yo haya acudido a operarme a una clínica clandestina, a un garaje, como les llamamos acá.

“Aparentemente, el médico cumplía con todos los requisitos. Tenía su pared tapizada de títulos”, recuerda la periodista.

“Pero los resultados fueron muy malos: los senos estaban deformes, había complicaciones serias y uno de mis pezones estaba a punto de desprenderse del resto de la sutura. Y el médico siempre decía eso es normal, estate tranquila, eso es normal. Finalmente me recuperé pero la apariencia estética fue pésima.Un año después me hizo otra operación para corregirme el procedimiento y fue mucho peor que la primera. Y ahí yo empiezo a sospechar que hay algo mal”.

Como Lorena es periodista, empezó a indagar y descubrió que hay un grupo de médicos colombianos que viajaron a Brasil para hacer cursos de corta extensión que luego fueron convalidados como una especialidad médica completa.

Lorena llevó su caso a los tribunales, donde permanece bajo investigación judicial.

“Hace falta más que un cursillo”: seis años de licenciatura y cinco de especialidad

Desde España, Ainhoa Placer Lainez, especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, denuncia que “el intrusismo profesional es muy, muy, muy frecuente” y “común en todo el mundo”.

Explica que para tener la especialidad en cirugía plástica, reparadora y estética, hay que hacer primero la carrera teórica de medicina, que son unos seis años, y luego la especialidad, que son otros cinco.

“Esta formación es más o menos igual en todos los países”, apunta.

Pero muchos doctores que hacen cirugías estéticas solo han estudiado los cinco o seis años de medicina general. Con esa titulación en muchos países, como España, ya pueden operar, aunque no tengan una especialidad relacionada.

Si bien no están haciendo algo ilegal, “no está bien regulado”, denuncia la doctora.

“Yo diría que es algo ‘alegal’“.

“Es como si yo quisiera ahora operar un cerebro, también podría, no es ilegal. Pero por supuesto no lo voy a hacer porque no sé”, comentó la doctora, que cree que en el caso de la cirugía plástica el intrusismo no está tan mal visto.

Lorena Beltrán también está luchando en Colombia por una mayor regulación de la industria, pero dice que hay muchos intereses económicos detrás que impiden que eso suceda.

La diferencia entre un médico que estudió una especialidad de seis años en un hospital y alguien que hizo un cursillo de tres meses es evidente en los recursos de los que disponen para lidiar con una complicación.

“No es fácil informarse bien” y otros problemas de fondo

Trujillo confió sin cuestionamientos en su doctora. “Me inyectó en la cara una sustancia que en este momento no recuerdo el nombre, pero era un polímero”, le dijo a BBC Mundo.

Lorena sí se informó, pero siente que fue engañada.

“Sinceramente, para la gente no es fácil informarse bien”, admite la doctora Placer.

Igual que Lorena, menciona el hecho de que hay muchas asociaciones y sociedades de cirugía que tienen nombres muy parecidos, páginas web profesionales y miles de usuarios, por lo que es muy difícil para los pacientes identificar cual es la que aglutina a los médicos con la especialidad y cuales son las que no, que son más numerosas.

Por otro lado “a muchas mujeres les basta con googlear al personaje, ver que tiene una foto con alguna modelo famosa en Colombia y asumir que debe ser un buen cirujano”, dice Lorena.

La doctora Placer también identifica ese fenómeno en España: hay programas de televisión de mucha audiencia en los que se publicitan clínicas a las que van los famosos y que la gente asume como de confianza pero donde operan cirujanos sin la especialidad.

Además hay una cuestión de precio: las cirugías en clínicas clandestinas suelen ser más baratas.

“En Colombia tenemos peluqueros que inyectan aceite de cocina en los glúteos de las personas”, denuncia Lorena Beltrán, que dice que es particularmente común entre la comunidad transexual y las mujeres.

“Hay peluqueros, particulares, auxiliares de enfermería, que ponen biopolímeros, que son sustancias ilegales, para aumentar los senos o los glúteos o quitar arrugas, y que con el tiempo presentan problemas muy, pero muy grandes”, le dijo a BBC Mundo el doctor Ernesto Barbosa, Secretario Ejecutivo de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva.

“Todas las semanas en mi consulta aparecen pacientes víctimas de biopolímeros”, como Jerson Trujillo, al que él está tratando.

Estas sustancias no son compatibles con el organismo, pero la gente los inyecta en distintas partes del cuerpo para aumentar su volumen porque tienen un bajo costo.

“Son sustancias ilegales como silicona líquida, metilmetacrilato, o colágeno, que producen muchísimas alteraciones faciales y corporales con procesos inflamatorios muy graves que requieren de cirugía”, explicó Barbosa.

“No las he podido encontrar”

Trujillo lleva cuatro años tratando de recuperar su vida y peleando con los servicios de salud de Colombia.

“La doctora y la chica se escaparon después de lo que me pasó, me tocó denunciar pero no las he podido encontrar”, cuenta.

Entretanto, su vida entera, su salud mental, sus perspectivas laborales y personales, se quedaron permanentemente dañadas.

“A mi me tocó demandar, me tocó buscar ayudas por los canales de televisión de mi país”.

“El canal nacional me ayudó a encontrar a los doctores que ahora tengo y a contactar con la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva”, que lo han ayudado con los tratamientos y las cuatro cirugías de reparación que le han hecho hasta ahora, en otros tantos años.

“Pero hay cosas que ninguna cirugía correctiva arregla”, apunta Lorena Beltrán, que con el tiempo se sometió a una cirugía reconstructiva de senos.

Entre ellas, “la pérdida de sensibilidad, la probabilidad de que no pueda lactar en el futuro y el daño emocional que cargamos mi familia y yo”.

Su caso sigue en los tribunales.


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