El adiós a González, un pelo en la sopa
Los Dodgers le faltaron al respeto al primera base mexicano, a quien dejaron como ‘apestado’
Dentro de la satisfacción que se vivía aquí en Los Ángeles por la posibilidad de que los Dodgers conquistaran anoche su primera Serie Mundial desde 1988 (el juego se llevaba a cabo al cierre de esta edición), existía un detalle agridulce, un “pelo en la sopa”.
Adrián González, el pelotero de Tijuana que empezó 2017 como primera base estelar del equipo, no puede jugar. Peor aún, hay indicios de que aunque pudiera no lo iban a dejar ser parte de la primera Serie Mundial en su sólida carrera de 14 temporadas.
Independientemente del resultado del juego 7 del miércoles, al cual se llegó tras la victoria de los Dodgers de 3-1 sobre los Astros de Houston con todo y Justin Verlander el martes, González debe sentirse entre decepcionado y traicionado.
El jugador confiable, productivo y profesional que ha sido el mexicano pareció recibir una puñalada el 28 de septiembre pasado cuando los Dodgers le informaron que no iba a ser considerado para jugar la postemporada.
El anuncio de inmediato levanto sospechas.
El “Titán”, como se le conoce a González, había pegado doble y jonrón la noche previa en lo que fue su primer juego como primera base abridor en un buen rato.
Cody Bellinger había hecho explosión durante una extendida ausencia de González causada por una lesión de espalda.
“Vamos a apagarlo para no causar mayor daño en la espalda”, dijo entonces el manager Dave Roberts.
Dijo González sobre la noticia: “No puedes ir a la postemporada con una lesión de espalda cuando tienes jugadores saludables”.
Tal vez el capitán de la selección mexicana sólo estaba “jugando con el score” tratando de no ser una mala distracción para el equipo que le había dado la espalda.
No había duda que Bellinger era ya una nueva estrella del béisbol y el futuro de los Dodgers. Impuso un récord de novato de la Liga Nacional con 39 jonrones y presumió un guante de calidad. Su talento ha sido desplegado también en los playoffs.
Pero vale la pena remontarnos al mes de mayo, cuando González, con dolencias del codo, pidió ser puesto en la lista de lesionados para evitar que el equipo enviara a Bellinger a sucursales. El manager Roberts aplaudió entonces el gesto humilde de “Gonzo” por hacerle un bien al equipo.
Por detalles como ése y porque Adrián González había sido un líder del vestidor desde su arribo a Los Ángeles a la mitad de 2012 (dio jonrón en su presentación en Dodger Stadium), se hizo extraño que le descartaran tajantemente de la postemporada en vez de manejar la situación con mayor tacto para con un tipo ilusionado de jugar su primera Serie Mundial.
En Los Ángeles hubo algunas voces críticas de González cuando en el inicio de la Serie Mundial no estuvo en el estadio, lo que algunos habrían interpretado como una falta de apoyo a sus compañeros.
El veterano de 35 años apareció uniformado al día siguiente, una situación común para jugadores lesionados en playoffs. Y también en el juego 3.
Pero el asunto se puso tenso cuando Roberts le pidió al mexicano no aparecerse más en los entrenamientos o en el vestidor, que ya era un espectador, y sin entrar en detalles dijo a la prensa que debía aplicar las reglas del equipo.
El pelotero admirado y respetado pasó a ser el “apestado” y eso no tiene otra explicación que un conflicto tras bambalinas mucho más serio.
En otras palabras, la carrera de González como Dodger se acabó.
Todavía tiene un año de contrato por alrededor de 22 millones de dólares, y van a tener que pagárselos. Él dice que quiere seguir jugando todos los días.
Pero éste no es un tema de dinero; es uno de decisiones de béisbol y de una obvia puñalada a un profesional consumado que al sentirse atacado por la razón que haya sido reaccionó con ademanes como pedir permiso para viajar a Europa en el inicio de la postemporada.
La noche del miércoles en Dodger Stadium, el No. 23 del “Titán” estuvo por todas partes, en los graderíos, sobre la espalda de sus seguidores. Una era se ha terminado.