Autopsia a los Dodgers: Dave Roberts perdió la Serie Mundial y la credibilidad
La pésima actuación del manager fue una de las grandes razones del fracaso cuando todo le favorecía a Los Ángeles
El jueves fue un día nublado en Los Ángeles, literal y figuradamente. No brilló el típico sol californiano. Cayeron gotas de lluvia. En los hogares, oficinas y escuelas el ánimo de los leales aficionados de los Dodgers fue muy bajo. El corazón estaba dolido. No se respiraba bien.
Los Dodgers dejaron escapar una inmejorable oportunidad de convertir a Los Ángeles en la casa de los campeones. La gloria estaba ahí para quien la quisiera y el equipo la despreció al no estar a la altura de las favorables circunstancias.
La “autopsia” de los Dodgers en la Serie Mundial arroja las causas del fracaso. Es bueno identificarlas para tener mayor certeza y, acaso, suavizar el pesar.
Les faltó personalidad
No se puede dejar de subrayar la importancia de abrir un juego de vida o muerte con concentración total. O visto a la inversa, ¿cómo es que en un juego 7 de Serie Mundial en su estadio, los Dodgers empezaron tan mal cuando se suponía que eran el equipo más completo y maduro?
Yu Darvish, el pitcher abridor el miércoles, recibió un doble del primer bateador George Springer, quien de inmediato anotó en un mal tiro de Cody Bellinger a la primera base, donde cubría Darvish tras una rola. Ese error, en esencia, fue de dos anotaciones porque puso a corredor en segunda sin outs. La jugada aparte tuvo un efecto psicológico al animar a los jóvenes Astros y desgarrar la confianza de los locales y de sus aficionados.
Pero la historia del fracaso en el juego 7 tuvo varias caras: el desastroso inicio del japonés Darvish, la falta de bateo (los Dodgers fueron dejados en 6 hits) y especialmente la falta de bateo oportuno: Los Ángeles dejó bases llenas en la primera entrada, dos corredores en la segunda, dos en la tercera, dos en la quinta y dos en la sexta.
Cuando los bates se enfrían se necesita de astucia y coraje para hacer que las cosas sucedan. Los Dodgers no tuvieron nada de eso y por eso se quedaron viendo desde la caseta a los nuevos campeones.
Las estrellas fallaron
Las interpretaciones de lo que sucedió en la Serie Mundial suelen ir de lo objetivo a lo emotivo y eso es entendible; el dolor de la caída provoca reacciones arrebatadas, a veces sin análisis, aunque justificadas.
En el caso de la batalla Dodgers-Astros los acontecimientos vistos con frialdad exponen la gran razón por la que el equipo angelino fracasó en su intento de coronarse por primera vez en 29 años: sus grandes estrellas no respondieron.
Empecemos por Clayton Kershaw. El zurdo se había quitado de encima aquel estigma de no sacar adelante a su equipo en playoffs. Lo hizo con muy buenos trabajos desde el octubre pasado y lo siguió haciendo en este, incluso ganando el primer juego del Clásico de Otoño con una joya desde el montículo.
Pero su derrumbe en el juego 5 fue estrepitoso. Su ofensiva le dio cuatro carreras de colchón para trabajar con comodidad y las echó por la borda. Sus bateadores le repusieron tres anotaciones de ventaja, y no pudo sobrevivir. El Kershaw de los octubres negros reapareció.
Así como el considerado mejor abridor de la Gran Carpa falló, el mejor cerrador lo imitó en una desafortunada sorpresa. Kenley Jansen no pudo salvar el juego 2 por aquel jonrón de Marwin González en la novena entrada de un partido ganado por los Astros en extrainnings. Y en el juego 5 cargó con la derrota cuando Alex Bregman, quien una noche antes le dio jonrón, sacó el sencillo ganador en el inning 10. Así no se puede.
Bellinger, ponche por regla
Es injusto criticar a un jugador novato de 22 años de edad que simplemente está tratando de hacer su trabajo lo mejor posible, especialmente si se trata de tu nueva joya. Pero Cody Bellinger tuvo una horrenda Serie Mundial. No hay otra palabra.
El primera base, no obstante sus valiosos batazos para ganar el juego 4 en el estadio de los Astros, fue el peor hombre de los Dodgers en la caja de bateo: tuvo apenas .143, con 4 hits en 28 turnos y únicamente trabajó una base por bolas con una clara impaciencia.
El dato que realmente espanta es el de esos 17 ponches contra Houston, incluyendo tres en el decisivo juego 7 (fueron cuatro en los juegos 3 y 6).
Esos 17 “chocolates” constituyen un nuevo récord de Series Mundiales sobrepasando la marca anterior de ponches no por uno o dos, sino por cuatro.
Los Astros identificaron que el zurdo Bellinger era absolutamente incapaz de conectar sliders que rompían hacia adentro, y los coaches de los Dodgers fueron incapaces de encontrarle un remedio de bateo, mientras el manager Dave Roberts inexplicablemente no quiso moverlo del cuarto turno en el lineup. Eso apagó varios posibles ramilletes de carreras.
Para colmo, en el juego 7 Bellinger hizo un error defensivo sumamente grave en el primer inning, o mejor dicho, dos errores: uno mental por querer cubrir terrenos de la segunda base, y el otro de ejecución al tirar fuera de balance y abrirle a Houston las puertas del triunfo.
Astros acorralaron a Turner
Justin Turner fue uno de los mejores toleteros de la Gran Carpa en 2017 y lo demostró tanto en la temporada regular (.322) como en la postemporada.
Pero tras demoler con su bate a Arizona en la Serie Divisional (.462) y a Chicago en la Serie de Campeonato (.333, 2 jonrones, 7 carreras producidas), el hombre de la espesa barba roja desapareció en la Serie Mundial, aunque sería más justo decir que los Astros de Houston lo supieron acorralar.
El pitcheo de los hoy campeones del mundo supo trabajar a Turner con buenos lanzamientos y alejándole la pelota. En esto contribuyó que el siguiente bateador en la alineación la mayor parte de la serie, Bellinger, fuera fácil víctima casi todo el tiempo.
Luego, en el séptimo partido, el pitcher abridor Lance McCullers se dedicó a arrebatarle el bate al cañonero colorado en base a pelotazos, pues dos veces lo puso en primera base con pitcheadas al cuerpo. Mientras esos lanzamientos no necesariamente fueron intencionales (McCullers golpeó a cuatro en apenas 2.1 innings), fue obvio que no le iba a poner nada bueno para conectar.
Los Dodgers no supieron proteger a su líder y bateador más completo.
El manager fue una simple laptop
Seguramente en ningún otro deporte la labor del entrenador tiene mayores efectos que la del manager en el béisbol. Esto, porque es un deporte tan complejo y en el que se toman tantas decisiones cruciales “en caliente”.
Dave Roberts ha hecho un trabajo sobresaliente en sus dos temporadas en Los Ángeles, llegando a una Serie de Campeonato en 2016 y a la Serie Mundial en 2017 con todo y récord de juegos ganados. Dicho eso, el piloto de 45 años de edad nacido en Japón tuvo una actuación terrible a lo largo de la serie contra Houston.
Fueron muchas decisiones de Roberts que resultaron malas o al menos cuestionables, incluyendo sus alineaciones poco lógicas como aferrarse a dejar a un perdido Bellinger como cuarto en la alineación o enviar a Enrique Hernández a intentar un toque de sacrificio para avanzar a un corredor (el cual fue puesto out) siendo que ese no fue su estilo todo el año.
Pero lo más garrafal fue el manejo que Roberts hizo de su bullpen, al cual saturó y agotó sin necesidad. Los 32 cambios de pitcher realizados por los Dodgers son un récord de Serie Mundial.
Cuando Roberts puso a relevar en el crucial quinto partido al relevista Brandon Morrow luego de que había dicho que el derecho no iba a estar disponible porque había tirado los dos días previos, el piloto tuvo un feo resbalón. Al sobretrabajado Morrow le dieron jonrón en su primer disparo y le anotaron 4 carreras en apenas 6 lanzamientos.
Las dos aperturas de Rich Hill (juegos 2 y 6) fueron de calidad y en ambas ocasiones su manager lo sacrificó sin piedad para cumplir al pie de la letra con ese plan de análisis estadístico bajo el cual trabajan los Dodgers. El problema de esto es que Roberts les fue agregando trabajo a sus relevistas y éstos flaquearon.
Ayudarse del estudio de las tendencias de lanzadores y bateadores es una gran herramienta que tuvo mucho que ver en la espectacular campaña de los Dodgers. Pero las decisiones sensatas, astutas y “beisboleras” no pueden dejarse de lado. Para eso se tiene un manager y no una laptop que cualquier empleado pueda leer para enviar cambios de jugadores.
La mayor incongruencia es que Roberts no fue estricto para sacar a Yu Darvish el miércoles en el juego más importante de la historia reciente de los Dodgers. Sabiendo que el pitcher venía de ser masacrado y viendo que su inicio de partido fue titubeante, no tener a un relevista listo para ingresar cuando Houston puso gente en base en el segundo inning fue reprobable; dejarlo lanzar contra George Springer fue inexplicable. Vino el jonrón para el 5-0 que mató a Los Ángeles y selló a Dave Roberts como un estratega que hoy no puede tener credibilidad.
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