Kavumu, el pueblo del Congo donde violaron a las niñas para hacer “magia negra”
Al menos 46 niñas de entre 18 meses y 11 años fueron abusadas entre 2013 y 2016 en el Congo
Pocas personas en el mundo saben dónde está Kavumu. Pero dentro de la República Democrática del Congo el nombre del lugar se ha hecho tan conocido que muchos hablan ahora del “fenómeno Kavumu”.
Allí ocurrió una ola de brutales violaciones que ocurrieron entre 2013 y 2016, y que marcaron un antes y un después en el país.
Y ahora el caso continúa en los tribunales. De hecho, esta es la primera vez en la historia del país en la que hay detenciones en masa sobre este asunto.
Una milicia de 18 hombres liderada por Frederic Batumike, un diputado provincial, es acusada de haber agredido a decenas de niñas por supersticiones mágicas.
“Niñas de entre 18 meses y 11 años estaban siendo raptadas de sus casas por la noche”, le cuenta a la BBC la periodista Lauren Wolfe, quien fue la primera en destapar el asunto, en agosto del año pasado.
“Son chozas muy pequeñas con hasta 11 niños en ellas, además de los padres, y nadie se enteraba. Seleccionaban a una niña y se la llevaban al campo y la violaban en grupo. Y luego la dejaban allí”.
“Cuando la familia se despertaba, nadie sabía donde estaba la niña. Se ponían a buscarla y siempre ocurría lo mismo: la pequeña estaba destrozada por dentro y había sido abandonada a su suerte en el campo”, dice Wolfe.
Según la periodista, hay registrados hasta 50 casos durante esos 3 años.
Son 3 años de violaciones que han sido silenciados y en los que no se han buscado culpables.
“Destrozadas para siempre”
El jueves 9 de noviembre se iniciaron los procesos judiciales, que se prolongarán hasta el 26 del mismo mes.
“Son una señal importante en la lucha contra la impunidad”, según declaró a la agencia Reuters el activista y representante de las víctimas Jean Chrysostome Kijana.
“Durante mucho tiempo, este tema ha sido olvidado, pero las vidas de esas niñas han quedado destrozadas para siempre“, le cuenta a BBC Mundo, Lorena Aguirre, jefa de misión de la ONG Coopera en Congo, la única de las decenas de organizaciones internacionales en el país que se encontraba precisamente en aquella zona rural cuando empezaron a darse los casos.
Aguirre, una española que reside desde hace 11 años en el país africano, es psicóloga y atendió personalmente a las jóvenes víctimas.
“Fue muy desagradable y continuo, y lo vivimos poco a poco”, recuerda. “Empezaron a aparecer niñas muy pequeñas violadas. Han habido otros casos de violaciones a mujeres y niñas en el país durante la guerra, pero nunca había sucedido algo así”.
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“Prácticamente cada semana aparecía una niña muy chiquita que había sido violada. Estaban cubiertas en sangre”.
Aguirre dice que el número de víctimas “es relativo”, pues muchas no fueron al hospital o no quedaron registradas. Pero señala que, efectivamente, tal y como aseguró Wolfe, el número asciende a unas 50.
“La más pequeña que atendimos tenía un año y medio. Había muchas de dos, tres y sobre todo de seis años. A mí me venían a pedir ayuda como psicóloga y cada vez que llegaba un nuevo caso, la llevábamos al hospital”.
Su organización les facilitó asistencia directa y un programa terapéutico, además de ayudarles en la futura escolarización y en las revisiones médicas posteriores.
El problema, describe Aguirre, es que muchas veces no podían operarlas en el momento para reconstruir las zonas afectadas, y la recuperación lleva mucho tiempo.
“Esas niñas habían sido escogidas a propósito“. afirma la activista.
“Eran las hijas de las familias más desfavorecidas, abandonadas y aisladas de la población. Las más pobres. Ganan unos 1.500 francos congoleses al mes, la equivalencia a un dólar estadounidense, para mantener a 10 hijos”.
Pero ¿cómo es que los padres no se percataban de cuando desparecía una de sus hijas?
Aguirre dice que, en algunos casos, las madres de las pequeñas no estaban en la choza en el momento del rapto, pues trabajan por la noche como prostitutas.
Además, explica, viven en chozas de barro y los agresores agujereaban las paredes de la casa para extraer a la niña más fácilmente.
“Kavumu es un pueblo muy pobre, un lugar caótico y con mucha concentración humana“, agrega.
El “diamante rojo”
Los agresores, según Wolfe, también usaron sustancias para facilitar los secuestros: “Cuando regresé a Congo el año pasado para investigar la historia, descubrí que hay una plantación implicada en todo esto”.
“Y me pregunté a mí misma: ‘¿Es posible que esos hombres, a quienes considero responsables de esas violaciones, hayan usado algún tipo de hierba anestésica?’. Y resultó ser verdad”.
La periodista dice que la milicia ha estado ocupando ilegalmente una plantación “extremadamente fértil” que pertenecía a un botánico alemán asesinado en 2012.
“Los agresores formaban una milicia que fue creada por un miembro del Parlamento. Ellos tomaron el control de esa plantación porque hacían mucho dinero arrendando parte de esa tierra y gestionando lo que crecía en ellas”, explica Wolfe.
“Y estaban teniendo enfrentamientos con el gobierno”.
Las razones con las que trata de explicar la gente del poblado las abducciones son algo más místicas, según la periodista.
“Dicen que creen que (los violadores) usaron un polvo mágico para adormecerles. Eso es parte de la cultura de esa zona del país. Creen firmemente en la magia y en la brujería”.
La magia negra también explicaría por qué secuestraban niñas.
“Tiene que ver con lo que llaman ‘el diamante rojo’“, dice Aguirre.
“Hay una creencia popular en Congo de que la sangre de las niñas vírgenes inmuniza contra las balas, da trabajo y salud, y te quita el VIH/sida (virus de inmunodeficiencia adquirida)”.
“Esa sangre de niñas vírgenes les ayudaría en sus enfrentamientos contra el gobierno”, añade Wolfe.
En los procesos judiciales de estos días se comprobará si hay suficientes pruebas para sostener la demanda.
Batumike está acusado de crímenes contra la humanidad, además de tenencia de armas y asesinato, y de haber creado una milicia personal.
La República Democrática del Congo lleva 20 años en conflicto. Gran parte de la zona este del país está bajo el control de milicias.
Margot Wallstrom, quien fue la primera representante especial de Naciones Unidas sobre la violencia sexual en conflictos, llegó a decir que el país es “la capital mundial de las violaciones”.