Ser “dreamer” pero no ser latino: los retos de ser minoría entre las minorías
La inmensa mayoría de los jóvenes indocumentados son mexicanos y otros latinos, pero algunos grupos de otra nacionalidades y orígenes también lucha por el futuro de esa comunidad, a pesar de enfrentar retos muy particulares.
Más del 90% de los jóvenes con DACA son latinos, y de estos, la gran mayoría son mexicanos. Pero no todos.
Una minoría cada vez más vocal y organizada de jóvenes africanos, caribeños, asiáticos y de otros orígenes están dando la cara por la colectividad de muchachos indocumentados y enfrentando los retos propios de ser diferentes a lo que la gente identifica como “dreamer”.
Denea Joseph es una de ellas. Desde finales de 2012 se benefició del programa DACA para los jóvenes indocumentados, el mismo año que entró a la Universidad del Sur de California (UCLA), la universidad pública más prestigiosa de Los Ángeles.
En junio pasado se graduó de Estudios Afroamericanos y su plan es asistir a la escuela de leyes y convertirse en abogada.El próximo fin de DACA -anunciado este verano- le hace preguntarse si hay mucho futuro para ella después de todo.
Pero los que no la conocen rara vez identifican a Denea como “dreamer”.
El inglés es su idioma natal, y por su tono de piel a menudo piensan que es una afroamericana nativa de los Estados Unidos. Eso conlleva “todas las complicaciones que uno se quiera imaginar, y más”, cuenta la muchacha, recientemente graduada de UCLA a los 23 años.
Denea vino a Estados Unidos desde el país centroamericano de Belize a la edad de 7 años a vivir con su abuela. Sus padres la mandaron sola, y allá quedaron ellos, con el resto de sus hermanos.
“Era la mayor, mis padres querían que tuviera acceso a oportunidades educativas que allá no existían. Mis hermanos eran mucho menores, y aquí podría forjarme un futuro”, dijo la joven a La Opinión.
Años después de esa migración, Denea es activa en la universidad y el movimiento pro inmigrante, pero por mucho tiempo vivió en el anonimato aconsejado, con buenas intenciones, por sus mayores. Y luego se enfrentó con la realidad de ser una representante diferente, alguien que no lucía como los demás dreamers y que en algunos casos enfrentó hasta “racismo y microagresiones” de algunos compañeros.
Durante sus años de primaria mantuvo “la cabeza baja”, cuenta. Es decir, no se reveló como indocumentada. Era fácil, ya que hablaba perfecto inglés y parecía de aquí. Pero luego, maestros y compañeros le hicieron ver que si seguía “en las sombras” no podría ayudarse a sí misma ni permitir que otros lo hicieran.
“Me dijeron, si no sabemos quién eres no podemos ayudarte”, cuenta. “Supe que era importante hablar de mi estatus para que otros te conozcan y puedan ayudarte pero también porque como mujer negra no tenía opción de mantenerme callada si quería ayudarme a mí y a mi comunidad”. También descubrió algo de racismo anti negro en la comunidad pro inmigrante, señala.
“El tema se ve como algo que pertenece a los LatinX”, explica. “Hasta los otros inmigrantes preguntan de dónde vienen los inmigrantes negros”.
Según Undocublack, una organización formada en años recientes por indocumentados negros, la mayoría vienen de Haití, Jamaica, Trinidad y Tobago, Belize, Panamá, Nicaragua, Kenia, Senegal, Ghana y Nigeria. PEW Center estima que hay 600,000 indocumentados de origen africano entre los 11 millones que hay en todo el país.
Para Denea, la lucha por DACA y por una solución migratoria para toda la comunidad “debe ser algo por lo que luchemos colectivamente”. Recientemente, Denea visitó Washington y participó en actividades por el Dream Act con grupos de Dreamers asiáticos.
Entre sus objetivos, además de lograr un estatus legal para los “dreamers” está el educar a su comunidad afroamericana sobre los inmigrantes y la inmigración.
“Hay muchos conceptos equivocados sobre los inmigrantes entre los afroamericanos”, apunta.
“A veces nos sentimos excluidos entre latinos”
Jenny Park vino de Corea del Sur a los 8 años, y ya han pasado 14 de ese día. Cuando estaba a punto de inscribirse en la universidad supo que tendría que buscar las opciones de financiación y programas para los estudiantes como ella. Convertirse en una estudiante modelo, ser la primera de su familia en ir a la universidad y reflejar una actitud triunfadora –nunca víctima- son características típicas de su cultura y de la asiática en general. Siendo “dreamer”, y una minoría entre los DACA, las cosas se complican.
“Se suponía que yo tenía que ser el modelo para la familia”, explica Jenny. “Pero antes de eso tuve que hacer las paces con mi estatus, la falta de ayuda para los DACA de mi grupo nacional y las dificultades para integrarme con otros jóvenes como yo que son en su mayoría latinos. Y por otro lado, mi abuelo me decía que callara mi estatus, que guardara esa información. Pero si lo hiciera, no tendría acceso a los recursos que existen para nosotros”.
Para Jenny, no hay gran diferencia entre los jóvenes latinos y ella en experiencia como inmigrantes, pero el movimiento está lleno de expresiones en español y de complicidad entre los jóvenes latinoamericanos. “Creo que eso disuade a muchos jóvenes que no son LatinX de unirse a los grupos dreamer”.
Aún estudiando y en su último año de sicología, Jenny será la primera de su familia en graduarse de la universidad y también se casó este año, por lo que tiene la suerte de poder ajustar su estatus por matrimonio a un coreano-americano.
Pero eso no impedirá que siga abogando por el Dream y por otros inmigrantes, apunta.
AAPI DATA, un proyecto de la Universidad de California, Riverside estima que el 14% de los indocumentados en Estados Unidos son de origen asiático. Más de 16,000 jóvenes asiáticos tiene DACA y de estos, más de la mitad son coreanos.