El Angel de la Justicia
La abogada Jessica Domínguez entiende la realidad de los inmigrantes
Una abogada que quiere cambiar la realidad de los indocumentados. Nadie se hubiera imaginado que fue abusada. Que sufrió de acoso. Y cuando uno se entera de que sus padres se separaron cuando era una niña, entiende perfectamente por qué hoy su gran misión es tratar de que las familias en Estados Unidos permanezcan unidas.
Ella sí sabe lo que sufre un inmigrante. Porque también vivió como indocumentada.
Les presento a Jessica Domínguez. La inmigrante peruana. La mamá de Joshua y JP. La esposa de Javier.
La reconocida abogada de inmigración que acaba de publicar su libro “Mujeres Victoriosas” en el que ofrece los 10 poderes para ser feliz.
A Jessica la necesitábamos en papel. Los que tenemos la fortuna de tenerla a la distancia del teléfono y conocemos su sabiduría, sabemos que este libro resume esa manera de vivir tan generosa y llena de fe que hace que la hayan bautizado como “El Ángel de la Justicia’’.
Y en un momento donde el miedo y las preocupaciones pretender convertir en un infierno la vida de los inmigrantes indocumentados, Jessica siempre tiene una palabra que les devuelve la esperanza.
Esta semana en “Despierta América”, abrazaba a unos trabajadores del campo mientras les explicaba que podían hacer en caso de una redada. El jueves, en el lanzamiento de su libro en Miami, se reencontró con José, un padre indocumentado a quien está ayudando desde que supo que su mujer lo abandonó junto a todos sus hijos.
El sábado se encontró con las mamás Dreamers y las dejó como nuevas.
Yo no sé de donde Jessica saca el tiempo y la fuerza que mantiene siempre. Según ella, de todos los poderes que menciona en el libro y es la fe la que más le ha servido.
Y me consta que esa abogada que no deja de estudiar las leyes de Estados Unidos, se conoce a la perfección las leyes del espíritu. Y es el poder de la oración lo que hace que se mantenga siempre con la pila cargada.
“¿Por qué tanta generosidad con los inmigrantes indocumentados?”, le pregunté una vez a Jessica al saber que muchas veces ni les cobra.
“Porque la vida me ha dado demasiadas bendiciones”, me contestó. “Y quiero devolvérselas a quienes las necesitan tanto como una vez las necesité yo”.