El 1% más rico del mundo se quedó con el 82% de la riqueza generada en 2017
Oxfam considera que la mejora económica no está beneficiando a los trabajadores
¿Siente que toda la bonanza económica le pasa de lado? No es una sensación. Es un hecho que describe Oxfam en su último informe, “Premiar el trabajo y no la riqueza“, que ha sido presentado coincidiendo con el Foro Económico de Davos. De acuerdo con este estudio anual, la desigualdad social y económica avanza a pasos gigantes en todo el mundo y de hecho, el 82% de la riqueza generada durante el último año fue a parar al 1% más rico del planeta.
Mientras tanto la riqueza del 50% más pobre no aumentó ni mínimamente.
Y todo ello se produce en un entorno de crecimiento económico que el lunes el FMI confirmaba revisando al alza sus previsiones de avance de la economía mundial gracias a la mejora de la situación en Europa y Asia, especialmente.
Es una mejora continuada que no se está distribuyendo y que permitió el año pasado, según Oxfam, que se produjera el mayor aumento de la historia en el número de personas con fortunas que superan la barrera de los mil millones mientras al otro lado del espectro económico no llegara ni un centavo. En 12 meses, la riqueza de los más afortunados ha aumentado en $762,000 millones. Es una cantidad que de haber llegado a los más necesitados habría acabado con la pobreza extrema en el mundo.
Oxfam, que señala en su informe como Donald Trump apelaba a los trabajadores en la campaña pero ha designado el equipo de gobierno con más milmillonarios de la historia y hecho una reforma fiscal que beneficia sobre todo a las corporaciones, pone el énfasis en salarios y trabajos dignos como una de las claves para resolver la crisis de desigualdad.
“En todo el mundo, la economía del 1% más rico se construye a expensas de trabajos mal pagados, a menudo ocupados por mujeres, que reciben salarios miserables sin que se respeten sus derechos fundamentales”, se lee en este informe.
En él se recuerda que el valor de lo producido por los trabajadores ha aumentado significativamente, pero según la OIT (Organización Internacional del Trabajo) el aumento de la productividad entre 1995 y 2014 no se ha trasladado en la mayoría de países a aumentos de salarios. En buena medida, se apunta, esto ha ocurrido por la erosión del poder e influencia de los sindicatos y por el crecimiento de los trabajos basados en la subcontratación y el corto plazo.
Oxfam considera urgente rediseñar las economías para volver a recompensar con buenos salarios y condiciones laborales a los trabajadores. En este sentido aconseja una serie de medidas para gobiernos, empresas y sociedades en general.
Entre ellas destaca la necesidad de plantearse objetivos con plazos específicos y planes de acción para reducir desigualdad y poner fin a la riqueza extrema para erradicar la pobreza extrema. Acabar con la discriminación de género, erradicar los salarios de pobreza y promover la organización de trabajadores además de terminar con la precariedad laboral son algunos de los apuntes en este sentido.
Desde el punto de vista fiscal, Oxfam propone servicios públicos básicos gratuitos y acabar con la financiación pública en servicios privatizados tanto de educación como de salud. Adicionalmente se recomienda una mayor presión fiscal sobre la riqueza, el patrimonio, las sucesiones y las ganancias del capital (algo que va en dirección contraria a la reciente reforma tributaria en EE UU) y acabar con los paraísos fiscales.