Así impacta Anthony Muñoz, leyenda de la NFL, a cientos de niños y niñas en Minnesota
En los campamentos ‘NFL Play 60’, los fundamentos de fútbol americano se conjugan con los principios de disciplina y trabajo en equipo
MINNEAPOLIS, MN – Cuando Anthony Muñoz era niño su mamá tenía que trabajar largos días para poder sacarlo adelante a él y sus hermanos. Anthony nunca conoció a su padre.
De esos tiempos desafiantes en el sur de California, el pequeño Anthony aprendió la palabra clave, una que hoy se dedica a compartir con los niños como mensaje crucial de superación: disciplina.
“Si tienes un sueño y trabajas fuerte, y dices: ‘Yo sí puedo hacerlo’, entonces puedes hacerlo. Yo soy un ejemplo de eso”, dijo Muñoz, nacido en Ontario, California hace 59 años y que en su carrera como jugador de la NFL se convirtió en uno de los más grandes linieros ofensivos de la historia.
Con su gran sencillez y espíritu de superación, Muñoz suma seis años al frente de sus cada vez más reconocidos campamentos infantiles de fútbol americano conocidos como “Campamentos de carácter NFL Play 60”, los cuales han recibido a más de 20,000 niños y niñas a lo largo y ancho de Estados Unidos.
En plena semana del Super Bowl LII, el que fuera tackle de los Bengals de Cincinnati empezó a calentar el ambiente en la fría Minnesota con un magnífico campamento en el Super Bowl Experience, la famosa feria temática e interactiva que cada año recibe a decenas de miles de visitantes.
Muñoz, apoyado por un nutrido grupo de entrenadores, realmente logra impactar a los niños hablándoles de lo importante que es valorar a sus maestros y entrenadores, o pidiéndoles que siempre tomen decisiones que ellos crean que les servirán para ser exitosos, y que sepan ser incluyentes en la vida y trabajar en equipo.
“Una cosa que aprendí en el fútbol americano es que no importa de dónde vengan, tienen que aprender a trabajar juntos”, le dijo la leyenda de la NFL a cientos de niños y niñas que habían estado practicando ejercicios y rutinas básicas de este deporte.
“Esta es una oportunidad única en la vida”, comentó Noah, de 11 años, uno de muchos niños hispanos que formaron parte del campamento. “Es divertido y no todas las escuelas pueden hacer esto”.
Antonio Chuqui es uno de los padres de familia que acudieron al campamento. Él miraba con una sonrisa dibujada en el rostro a su hija Angie seguir las indicaciones de su entrenador y aprender del juego de fútbol americano.
“Es muy bueno para el crecimiento y la educación de ella”, opinó el hombre nacido en Cuenca, Ecuador. “Creo que es buen ejemplo para los niños que (Muñoz) esté aquí dando ese apoyo, esa experiencia que ha tenido. Es muy importante ver el ejemplo de ellos para nuestros niños”.
Muñoz, quien dijo que sus campamentos no han cambiado gran cosa desde que empezaron a realizarse hace seis años, expresó una genuina emoción al dirigirse a los niños sobre establecer valiosas relaciones humanas desde temprana edad, como le sucedió a él cuando conoció a su entrenador de la preparatoria, quien, ante la ausencia de un padre en casa, se convirtió en su figura paterna.
Antes de llegar la NFL, Muñoz jugó en el prestigiado equipo de los Trojans de la Universidad del Sur de California (USC). Fue con ese uniforme que vivió un momento que él considera que le dejó huella.
En su último año como jugador colegial, Anthony sufrió una lesión de la rodilla que le dejó inactivo toda la temporada y tan solo pudo jugar en el Tazón de las Rosas o Rose Bowl en Pasadena. A pesar de las dudas acerca de su rodilla, Muñoz fue seleccionado con el tercer turno del Draft de 1980 por los Bengals.
“Yo no sabía qué iba a pasar, pero entonces me escogieron en el Draft”, recordó Muñoz. “Yo medía 6-6 pies y pesaba 300 libras, pero ahí estaba llorando de la alegría y estaba muy agradecido”.
Obviamente los Bengals obtuvieron su premio a la confianza que depositaron en el joven liniero ofensivo, porque Muñoz procedió a dominar el juego en su posición de tackle izquierdo con 11 elecciones al juego de estrellas (Pro Bowl), nueve nombramientos de All-Pro como el mejor jugador en su posición y ser escogido al equipo ideal en el 75 aniversario de la liga. Y luego en 1998 fue entronizado al Salón de la Fama de Canton, Ohio.
Y aquí está él compartiendo sus vivencias y tratando de sembrar inspiración y principios en la niñez, no para que necesariamente triunfen como atletas, sino para que los apliquen en sus vidas.
El pequeño Alex Araujo fue uno de los tres niños, todos hispanos, que recibieron el premio de “MVP” en el campamento del lunes, el cual duró alrededor de tres horas. Lo hizo a pesar de presentarse con un brazo cubierto de yeso debido a una fractura.
“Se siente realmente muy bien recibir el premio”, dijo Alex, sujetando con su brazo izquierdo el balón autografiado por Muñoz que le dieron como premio.
-¿Por qué piensas que ganaste el premio? “Porque traté de atrapar el balón a pesar de tener sólo un brazo. Porque puedo hacer un buen esfuerzo a pesar de que tenga algún problema”.
El “campamento de carácter” de Anthony Muñoz cumple con su objetivo.