Nominación de primera mujer al frente de CIA genera rechazo de grupos defensores de derechos humanos
Haspel supervisó un programa de torturas de la CIA bajo la Administración Bush, incluyendo "waterboarding", según sus detractores
WASHINGTON—El presidente Donald Trump quiere hacer historia con su nombramiento, este martes, de Gina Haspel como jefa de la CIA, pero grupos defensores de los derechos humanos urgieron al Senado que rechace su confirmación en el cargo, porque ésta supervisó un programa de torturas durante la Administración Bush.
Trump anunció el nombramiento de Haspel en un mensaje en Twitter, en el que también confirmó el despido del secretario de Estado, Rex Tillerson, quien será reemplazado por el actual jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo.
El despido de Tillerson sorprendió en Washington no porque no se esperaba sino porque Trump lo anunció en Twitter, y aparentemente sin dar explicaciones en persona al secretario de Estado.
Ambos protagonizaron desde febrero de 2017 una relación de tirantez, por sus marcadas diferencias en torno a asuntos como la intromisión de Rusia en las elecciones de 2016, el acuerdo nuclear iraní, y el diálogo de desarme nuclear con Corea del Norte.
Haspel, quien se sumó a la CIA en 1985 como espía encubierta, y desde el año pasado ha sido la “número dos” en la agencia de espionaje, aceptó el nombramiento y dijo estar “agradecida” porque Trump expresó su confianza en su capacidad para el cargo.
Pero Haspel y Pompeo tendrán que someterse a un proceso de audiencias y votos de confirmación en el Senado para asumir sus respectivos cargos.
Aunque Haspel sería, de ser confirmada, la primera mujer al frente de la agencia de espionaje en su historia, su nombramiento no ha sido recibido con elogios entre los defensores de los derechos humanos.
Vincent Warren es director ejecutivo del Centro para los Derechos Constitucionales (CCR, por su sigla en inglés), que representa a víctimas de tortura por parte de la CIA, y dijo en un comunicado que el nombramiento de Haspel envía una mala señal.
Warren destacó que, durante la presidencia de George W. Bush, Haspel “supervisó” la tortura de Abu Zubaydah y de otros extranjeros detenidos en el marco de la lucha antiterrorista tras los atentados del 9/11, y que fueron trasladados a cárceles secretas de la CIA.
Según Warren, Zubaydah, un presunto miembro de Al Qaida, fue trasladado a una celda clandestina en Tailandia, donde fue sometido a la práctica de asfixia simulada –“waterboarding”, en inglés- en “83 ocasiones”, en unos momentos en que la CIA también afrontó acusaciones de desapariciones forzadas.
“Haspel fue clave en la destrucción de cintas de esos interrogatorios, que eran prueba de tortura. Ella no es apta para liderar la CIA. Gina Haspel debería ser enjuiciada” en vez de tener un ascenso, argumentó Warren, cuyo grupo ha instado a la Corte Penal Internacional a que investigue el programa de torturas de la Administración Bush.
El entonces presidente Barack Obama (2009-2017) ganó la presidencia en parte por su promesa de erradicar la tortura.
Por su parte, Margaret Huang, directora ejecutiva de Amnistía Internacional USA, dijo que tanto Pompeo como Haspel tienen un “historial profundamente alarmante en lo que respecta a derechos humanos”, y el Senado debe realizar un extenso escrutinio de ambos antes de permitirles asumir cargos con amplias repercusiones para los derechos humanos en el mundo.
Tanto CCR como Amnistía Internacional condenaron que Pompeo haya defendido el uso de la tortura como método coercitivo en los interrogatorios de presuntos terroristas, y aseguraron que el máximo puesto diplomático requiere de alguien que piense antes de actuar.
Para que puedan recibir confirmación en el Senado, “ambos nominados tendrán que distanciarse de sus declaraciones y acciones previas defendiendo esta conducta ilegal si se les debe considerar en serio como candidatos”, dijo Huang.
La tortura, el traslado de prisioneros para ser interrogados y torturados a sitios sin rendición de cuentas -una práctica conocida en inglés como “extraordinary rendition”- y la detención indefinida son “inaceptables, y no podemos permitir que se consientan los abusos de los derechos humanos en nombre de la seguridad nacional”, subrayó Huang.
Su grupo instó al Senado en 2016 a que solo confirmara para el Departamento de Estado a candidatos que defiendan la Constitución, los procesos democráticos y las obligaciones de EEUU con los derechos humanos .
Raha Wala, de “Human Rights First”, dijo que ni Haspel ni nadie que haya estado implicado en la tortura de personas merecen mantener cargos públicos y, en el caso de Haspel, muchos menos liderar una agencia.
Mientras, líderes demócratas y republicanos se han comprometido con un proceso de confirmación “riguroso” para ambos nombramientos. Los republicanos han elogiado la breve trayectoria de Tillerson en el Departamento de Estado, pero pocos se han pronunciado sobre Pompeo.
Algunos legisladores han destacado que Haspel tuvo apoyo bipartidista durante su proceso de confirmación como subdirectora de la CIA. El entonces Director Nacional de Inteligencia durante la Administración Obama, James Clapper, dijo que Haspel contaba con “un profundo y amplio respeto” de los agentes de la CIA.