¿Qué tan bueno es dejar de comer harinas?
No todas las harinas son iguales y no siempre es sinónimo de vida sana eliminarlas por completo
En la era del fit, no es raro que en nuestro entorno nos topemos con mucha gente que decide comenzar a comer más sano y, al parecer, dejar las harinas blancas es uno de los primeros pasos para una vida saludable.
Pero, ¿es realmente más sano dejar las harinas? La licenciada en nutrición y residente en el hospital Piñero, en Argentina, Carolina Schattner, comienza haciendo una importante diferenciación respecto al tema. “La harina es la molienda de un cereal, de una legumbre o de una semilla. Hay muchos tipos de harinas, harina de amaranto, de chía, de cebada, de centeno. La harina se la asocia a la clásica, a la de trigo blanca”, explica.
La harina blanca y refinada, la menos nutritiva
¿Cuál es la diferencia entre la blanca y el resto? “Lo que pasa es que se le saca el salvado, no queda íntegro. Solo queda la parte del medio, la que tiene menos nutrientes. Por eso siempre, si se puede elegir, es preferible una harina integral”, agrega.
Si bien consumir otro tipo de granos es la idea más saludable, la clave, asegura Schattner, es no excederse. “Si tomas un vaso de soda no te va a hacer mal, el problema es cuando a diario tomas gaseosa en vez de agua. Si te comes una pizza con harina blanca, no pasa nada pero si comes eso todos los días es un problema”, refuerza.
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¿Qué harina engorda más?
Cuando alguien dice “voy a dejar de comer harinas”, la imagen que automáticamente sucede es un gran adiós a los productos de panadería y así lo sostiene la licenciada: “A la harina se la asocia con el pan, los bizcochos. El problema ahí es que esa harina tiene agregados de grasa y azúcares y es el combo lo que no la hace saludable”.
Si bien la harina integral es mucho más sana, “las calorías son las mismas en todas las harinas”, indica Schattner, y propone dejar de pensar en calorías y comenzar a pensar en “densidad nutricional”: “Si se pueden evitar las refinadas, mejor, pero es difícil porque están en todos lados. Aconsejo no dejarlas del todo para no volverse loco, pero en casa comprar y preferir las integrales. Lo importante, al final del día, es haber comido variado, en pocas cantidades y con todos los nutrientes necesarios”, sostiene.
Por último, Carolina aclara que, si bien la harina blanca refinada simplemente tiene pocos nutrientes y no es mala per se, para personas que tienen intolerancia al glúten o padecen celiaquía, son “otro cantar”. “Hay personas que tienen intolerancia y ese tipo de harina sí les hace mal. Pero ojo, no es que no pueden comer nada, depende el grado de intolerancia, un poco pueden consumir, aunque el exceso en ese caso es un gran problema”, asegura.