Trump abre el primer frente de una guerra comercial con sus aliados
Los empresarios americanos advierten de que el conflicto elevará sus costos y perjudicará la creación de empleo
“Simple y puro proteccionismo”. “Totalmente inaceptable”. El Gobierno “reprueba categóricamente las medidas proteccionistas”.
Estas frases, sin las acostumbradas cortesías diplomáticas, fueron pronunciadas el jueves por el presidente de la UE, Jean Claude Juncker, el de Canadá, Justin Trudeau y el canciller de relaciones exteriores de México, Luis Videgaray respectivamente, después de que EE UU anunciara la imposición de tarifas del 25% a la importación de acero y del 10% a las de aluminio de estos países.
Con esta medida adoptada por la Administración de Donald Trump con entrada en vigor inmediata (medianoche del jueves), EE UU abre el primer frente de una confrontación comercial, algo que nunca ha beneficiado a ninguna economía en su conjunto por más que haya protegido a un sector específico.
Todos los países afectados, como lo fue el día anterior China sobre la que se quieren imponer tarifas del 25% a importaciones valoradas en $50,000 millones, han anunciado ya medidas de represalias similares a productos americanos. Es algo que encarece su exportación en un momento en el que además la fortaleza del dólar les resta competitividad. Muchas industrias y sectores americanos verán sus ventas al exterior encarecidas lo que repercutirá en sus ganancias y empleo.
México replica
México impondrá penalizaciones a la importación equivalentes a las que sufra en productos finales de acero, lámparas, derivados del cerdo y otros alimentos.
En Europa la lista de exportaciones americanas que tendrán que hacer frente a aranceles son joyas, bourbon, componentes de la industria automotriz y de telecomunicaciones además de pantalones blue jeans. Canadá impondrá tarifas de 25% al acero y aluminio procedente de EEUU, así como a 130 productos. Las tarifas de entre 10 y 25% se empezarán a aplicar el 1 de junio y estarán vigentes hasta que el gobierno estadounidense retire los aranceles contra su vecino del norte, así lo anunció la canciller de relaciones exteriores, Chrystia Freeland.
EE UU es el primer importador de acero y aluminio, la mayor parte proveniente de México, Canadá y Alemania. El problema es que los precios de estos productos son más bajos que en EE UU como reacción a la sobre producción en China, no obstante, quienes lo pagan son los países que han tenido que reaccionar a esta presión bajando sus precios.
Seguridad nacional
Aunque el Gobierno de Trump siempre ha dado razones de ayuda a la industria del país y apoya el proteccionismo en su lema “America First”, en su argumento oficial habla de razones de seguridad nacional sin dar detalles de esta. Todos los países afectados, no obstante, son históricos socios comerciales y aliados incluso en organizaciones de defensa como la OTAN.
FAIR TRADE!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) May 31, 2018
Los principales índices de los mercados en Nueva York registraron fuertes perdidas por la perspectiva de un conflicto que se va avivar ante la gran autoridad comercial mundial, la Organización Mundial de Comercio (OMC). Además de las represalias, los perjudicados por las medidas de la Casa Blanca llevarán sus quejas ante la OMC.
Pero los perjudicados no son solo los productores de otras naciones. Trudeau ha anticipado que sufrirán los trabajadores de ambos lados de la frontera por esta guerra comercial. Fabricantes de productos que necesitan del aluminio y el acero como empresas de alimentación, automotrices e incluso la construcción, verán incrementados sus precios algo que tendrá un impacto en los precios y por tanto la inflación el país.
La advertencia no solo llega de Canadá. La Cámara de Comercio de EE UU dijo en un comunicado previo a la decisión de Trump que semejante política “perjudicará a los fabricantes americanos con costos más elevados, rebajará del crecimiento del sector de la construcción y frenará la creación de empleo en esas industrias clave”. The Wall Street Journal citaba a un oficial de esta organización al revelar la existencia de un memorando que estima que hasta 2,6 millones de empleos pueden verse comprometidos.
Su presidente, Tom Donahue, dijo en marzo que la Cámara estaba muy preocupada por las posibilidades de una guerra comercial que pueda poner en riesgo “los logros alcanzados con la reforma fiscal y la desregulación”. “No vamos a tener una economía que crezca a un ritmo superior al 3% o siga creando empleos si vamos por este camino”. El crecimiento por encima del 3% y de forma sostenida es algo con lo que cuenta la Administración para poder compensar el costo de las reducciones de impuestos que principalmente benefician a las corporaciones.
En marzo, cuando se empezó a hablar de estas tarifas, la Asociación de Fabricante de Latas estimaron que el coste de cada contenedor de soda, cerveza o salsa “puede subir un centavo. Esto supone $1,100 millones que nuestra industria y consumidores pagarán innecesariamente al Gobierno de EE UU”. Esta industria da empleo en el país a 22,000 personas.
“Al final, si se ponen trabas masivas al comercio, si el nivel de confianza entre los actores económicos se perjudica, quienes más sufren son las personas más pobres”, sentenciaba Christine Lagarde, directora del FMI.
Así no
La comisaria de comercio de la UE, Cecilia Malmström, dijo el jueves a través de un comunicado que durante las negociaciones EE UU ha hecho uso de las amenazas de restricciones comerciales como estrategia para obtener concesiones de la Unión Europea. “Esta no es la forma en la que hacemos negocios y ciertamente no es la forma de hacerlo entre quienes son socios desde hace tiempo, amigos y aliados”.