Jail Guitar Doors: Un programa para solucionar conflictos en una cárcel de California
La armonía musical ayuda a los presos en el Centro de Rehabilitación de Norco
NORCO – Por medio de la educación musical que provee la organización Jail Guitar Doors, reclusos del Centro de Rehabilitación de California, en la pequeña ciudad de Norco, reducen sus actitudes agresivas y como consecuencia aumenta la armonía dentro de la cárcel.
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“La música tiene algo que hace que te sientas libre”, afirma Osmar Castro, un recluso condenado a 12 años de confinamiento “por haber lastimado a alguien”.
Castro, ahora estudiante de música, aseguró que si en la calle hubiera encontrado a actuales compañeros, de variadas razas y pandillas, “ni los hubiera saludado”.
“La música nos ayuda a encontrar maneras de arreglar los conflictos, porque desgraciadamente muchos aquí estábamos acostumbrados a no hablar con palabras, sino con nuestros puños”, expuso.
El proyecto nació en el Reino Unido en 2007, para proveer a prisioneros instrumentos musicales usados, así como grabaciones de canciones inéditas. Fue una idea del compositor Billy Bragg, quien se inspiró en el tema “Jail Guitar Doors”, del grupo The Clash.
La letra relata cómo el guitarrista estadounidense Wayne Kramer, del grupo MC5, fue apresado en 1975 por posesión de drogas.
Kramer conoció el programa en cárceles británicas y en 2009 se asoció con Bragg para extender el proyecto en “centros de corrección y rehabilitación” de Estados Unidos.
La educación musical, en cursos de un año, es impartida por Kramer y otros experimentados músicos en 120 centros de corrección y rehabilitación de presos en Nueva York, Illinois, Texas y California, entre otros estados.
Como resultado de las clases de guitarra, percusión, teclados y composición, aprenden a disentir “sin tener que pelear” a los puños.
En 1920, el Centro de Corrección y Rehabilitación de Norco era un hotel. Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como hospital de la Fuerza Naval.
Luis Vásquez, un hispano que lleva preso 18 años por “manejar un carro bien drogado” mientras transportaba “amigos” que realizaban “asaltos”, contó a Efe que en la clase de escritura componen ahora un tema titulado “Freedom” (libertad).
“Nos juntamos, cantamos porque es divertido; a fin de cuentas, tenemos una canción, de la nada”, indicó sobre la pieza con melodía “country”.
“Aunque estamos presos, nos sentimos libres. El tiempo pasa, las horas pasan y pasan, y siempre estamos soñando con la libertad”, declaró Vázquez.
El maestro que les enseñó a escribir y componer es Jason Heath, miembro del grupo “The Greedy Souls”, con cinco álbumes de música “americana” publicados. Heath realiza giras educativas como parte de Jail Guitar Doors en EEUU.
“Si no les damos las herramientas para navegar allá afuera, hay mayor probabilidad de que regresen”, comenta el instructor.
“La educación musical es un instrumento importante en su caja de herramientas, es la habilidad para escuchar a otras personas, para poder identificarse con otra gente, porque eso es lo que hacemos”, indicó Heath.
Vickie Grace, gerente de recursos comunitarios del Centro correccional, dijo a Efe que el personal que trabaja en el presidio es testigo de los “efectos positivos” de la educación musical en los detenidos, también impartida en prisiones de mujeres.
“Hemos visto un cambio fundamental en la conducta de los reclusos que participan en este programa; se ve a los muchachos sonriendo más, trabajando juntos, y eso se lleva del aula al patio”, declaró Grace.
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“Además, vemos una reducción significativa en acciones disciplinarias”, agregó.
Actualmente hay 40 profesores de Jail Guitar Doors trabajando en el terreno; o sea, en las 120 prisiones de todo el país, según dijeron los responsables.
Las estadísticas de las prisiones estadounidenses indican que la mayoría de su población es de “personas de piel y cabello oscuro”, en total contraste con la mayoría blanca de todo el país.
El Centro de Investigaciones Pew, institución no partidista que informa al público sobre problemas, actitudes y tendencias en los Estados Unidos y el mundo, indica con cifras de 2016 que, entre los condenados por más de un año en prisiones estadounidenses, 486,900 son afroamericanos, 439,800 blancos no hispanos y 339,300 latinos, entre otras etnias.
Por Iván Mejía