Desaparece dinero que la CDMX daría para negocios de deportados

Los sueños del autoempleo de los repatriados se desmoronaron

MEXICO. Nadie supo dónde quedó el dinero que la Secretaría del Trabajo de la Ciudad de México iba destinar para el Fomento al Autoempleo de los deportados como se comprometió el 16 de marzo pasado la entonces titular de la dependencia Amalia García a través de la firma de un convenio en un pomposo evento donde lanzó loas y palabras empáticas a “nuestros migrantes”.

Seis meses después, algunos de esos repatriados a los que se les prometió créditos por  1,400 dólares se cansaron de llamar por teléfono y no recibir respuestas o sólo escuchar largas y evasivas, se presentaron ante las oficinas para increpar a los funcionarios.

Israel Concha, coordinador de la organización New Comienzos para deportados, recuerda que los recibieron muy amablemente, pero la respuesta fue tajante por parte de Pablo Hernández, de la dirección de Fomento Al Autoempleo (FAA).

“No hay fondos, no sabemos para que se usaron”, dijo.

Jeimmy Leyva, 22 años, quien regresó al país con sus padres deportados se quedó estupefacta: desde que está en México su lucha por sobrevivir con otro idioma  y la falta de plata le han hecho crecer dando tumbos, sin un título universitario; la negativa de este crédito era otro golpe más a su esperanza de hacer algo aquí.

“Quería comprar unas máquinas de coser y asociarme con mi tía para abrir un local en la zona en Little LA, en la colonia Tabacalera, donde trabajan muchos mexicanos de retorno en los call centers”.

Israel Concha también se quedó en una pieza por la forma en que se venía abajo su proyecto de fundar un empresa de marketing en social media y convertirse en una agencia para ayudar a deportados a buscar trabajo. Había invertido tiempo y dinero en echarlo andar con un plan de negocios y estudios de mercado, requisitos que pedían en FAA para que le pudieran entregar el crédito y nada.

“Nos dieron atole con el dedo, ¡es increíble! El jefe de gobierno de la CDMX, Miguel Angel Mancera, había dicho que aquí era una ciudad santuario y que nos ayudaría, pero ahora nos damos cuenta que no era más que un show y que ya que pasó el escándalo de las deportaciones y de Trump, él se va para ser senador y nosotros nos quedamos engañados”, pensó Israel en sí mismo y la larga de migrantes de retorno que no tendrían dinero para empezar de cero.

Gente como Ranulfo Avendaño, de 58 años, deportado de Santa Bárbara, quien intentaba escapar de los malos sueldos por su trabajo de acabados finos en la construcción, pulidos de mármol, pisos laminados y losetas que en EEUU le pagaban a 20 dólares.

– No te preocupes, Israel- lo interrumpió el funcionario Hernández -. El próximo año puedes volver a aplicar.

-Sí pero con el cambio de administración (tras las elecciones), quizás no exista más el programa.

– Pues… sí, es verdad, ¿qué te puedo decir? Esto es México.

Y no respondió más dudas aunque lo buscaron nuevamente, incluso este diario.

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