El primer cómic de la historia es mucho más antiguo de lo que crees
Unos dibujos en una necrópolis del Imperio Romano sorprendieron a los investigadores
Ni los mangas japoneses ni el Yellow Kid americano. El primer cómic conocido podría remontarse a tiempos del Imperio Romano, tal y como atestigua un inusual descubrimiento realizado en una necrópolis ubicada en la localidad jordana de Beit Rais (Bayt Ras en inglés). Aquí, un equipo de arqueólogos ha revelado hasta 260 frescos donde se aprecian unos “bocadillos” de texto en arameo escritos con caracteres del alfabeto griego antiguo.
Las imágenes muestran escenas cotidianas del día a día en Capitolias, como así se llamaba este asentamiento durante el s. I d.C. En las mismas encontramos ejemplos realmente interesantes de personajes que “hablan” tal y como encontraríamos en un cómic actual. Así, uno de ellos señala “Estoy cortando” mientras procede a partir una piedra, mientras que otro sorprende al lector con un aciago “¡Ay de mí, estoy muerto!”.
El complejo funerario fue descubierto a finales de 2016, pero no ha sido hasta ahora cuando los expertos se han topado con estas primitivas viñetas. En cuanto a la identidad del difunto en cuyo honor fue erigido, investigadores como el historiador francés Pierre Louis-Gatier aventuran tras analizar una imagen en particular donde se representa un sacrificio a los dioses, que podría tratarse nada menos que del fundador de la ciudad.
Monter Jamhawi, Director del Departamento Jordano de Antigüedades, ha declarado a los medios que el sepulcro se encuentra sorprendentemente bien conservado pese a los indicios de que habría podido ser saqueado, hasta el punto de que se está planteando la posibilidad de permitir visitas turísticas al mismo en un futuro no muy lejano.
Hasta entonces, un proyecto de cooperación conjunta entre organismos de países como Estados Unidos, Francia e Italia se está encargando de las labores de restauración y conservación de este tesoro pictórico, del que podría haber evolucionado el medio artístico que nos brindaría siglos más tarde iconos atemporales de la cultura popular como Tintín, Archie, Garfield o Batman.