Tsunami en Indonesia: el volcán “padre” del Anak Krakatoa, cuya erupción fue equivalente a 13.000 bombas de Hiroshima
¿Cuál es la historia del volcán padre del Anak Krakatoa y qué repercusiones tuvo para el planeta?
El tsunami que dejó cientos de muertos y más de 1,400 heridos en Indonesia el pasado 22 de diciembre tuvo su origen en la erupción del volcán Anak Krakatoa, que significa “Hijo de Krakatoa”.
Su “padre” fue el volcán Krakatoa, que en 1883 tuvo una letal erupción que mató a cerca de 40.000 personas y tuvo repercusiones alrededor del mundo entero.
La explosión fue tan fuerte que el volcán se destruyó a sí mismo, y en el mismo lugar, casi 50 años después, nació el Anak Krakatoa que volvió a azotar Indonesia.
La erupción del Krakatoa es una de las más violentas de las que se tenga registro y, al igual que el Anak Krakatoa, produjo un tsunami devastador.
El Krakatoa, como su hijo, estaba ubicado en el estrecho de la Sonda, en pleno Cinturón de Fuego del Pacífico, la zona de la Tierra donde ocurren la mayoría y los más fuertes terremotos del mundo y donde se ubican cerca del 75% de los volcanes del planeta.
Además, el Krakatoa era un volcán en forma de cono, lo que significa que estaba hecho de varias capas de material que ya había hecho erupción.
En mayo y junio de 1883 el volcán comenzó a mostrar actividad, pero al parecer no causaba mayor preocupación entre los lugareños.
Todos esos elementos sumaron a la hora del apocalipsis que estaba por venir.
La catástrofe
Después de varios días en los que se produjeron explosiones violentas y nubes de ceniza, el 27 de agosto ocurrió el clímax de la erupción.
Hacia las 10 de la mañana se produjo una monstruosa explosión que se escuchó a 3.500 km de distancia, en India y Australia. Las cenizas se elevaron unos 80 km.
El poder de la erupción fue el equivalente a 200 megatones de TNT, es decir, fue 13.0000 veces más fuerte que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945.
La onda explosiva generó un tsunami con olas de más de 40 metros.
Según narra el escritor Simon Winchester, autor del libro “Krakatoa: el día que el mundo explotó”, los efectos de las olas gigantes se sintieron en Francia, los barómetros en ciudades como Bogotá y Washington terminaron fuera de control y aparecieron cadáveres hasta en las costas de Zanzíbar en Tanzania.
Durante años, alrededor de la Tierra se formó una capa de polvo suspendido en la atmósfera, esto causó que las temperaturas cayeran más de un grado y se crearan paisajes coloridos en el firmamento.
Algunos estudiosos, entre ellos Winchester, sostienen que los inquietantes rojos, naranjas y violetas que se ven en el cielo del famoso cuadro “El grito“, del pintor noruego Edward Munch, están inspirados en los atardeceres producto del Krakatoa.
Avance para la ciencia
La erupción del Krakatoa “fue el primer evento noticioso reconocido globalmente”, dijo Winchester en entrevista con la BBC.
El recién instalado cable telegráfico submarino sirvió en ese entonces para transmitir la noticia de la explosión del volcán.
“La noticia llegó a Londres 4 minutos después de la erupción”, dice Winchester. En comparación, la noticia de la muerte de Abraham Lincoln, en 1865, había tardado 12 días en viajar de Estados Unidos a Europa.
Pero el volcán también conectó al mundo en favor de la ciencia.
En distintas partes del planeta las personas comenzaron a reportar los cambios en los colores del cielo luego de la explosión.
La Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural aprovechó el interés y creó una red de ciudadanos informantes que desde miles de kilómetros de distancia les enviaban cartas y dibujos de cómo se comportaba y se veía el cielo.
Esas descripciones les permitieron a los científicos darse cuenta de que había algo que estaba llevando las cenizas del Krakatoa alrededor del planeta.
Así, descubrieron las llamadas corrientes de chorro, que son corrientes de aire que viajan muy rápido a través de la atmósfera, con velocidades que oscilan entre los 160 y 320 km/h.
Hoy se sabe que las corrientes de chorro determinan las condiciones de temperatura y humedad, así como otros fenómenos meteorológicos. Por ello, juegan un papel clave en la predicción del clima.
Además, los aviones aprovechan las corrientes de chorro para ahorrar combustible e ir a mayor velocidad.
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