Davos 2019: cómo un pueblo sanatorio de Suiza pasó a ser uno de los epicentros de la economía global
La pequeña población de Suiza tenía actividades diferentes hace un siglo, como los tratamientos de tuberculosis con terapias
Se le conoce solo como el “Foro de Davos”, pero su nombre oficial es “Reunión Anual del Foro Económico Mundial”.
La cumbre que cada año congrega a jefes de Estado, ministros, altos ejecutivos de empresas y hombres de negocios (solo 20% de los participantes son mujeres) es una de las reuniones de política y economía más importantes del mundo.
Lo organiza el Foro Económico Mundial (FEM), una ONG dedicada al análisis de la economía global, y su sede, de la que toma el nombre, es Davos.
Davos es un pueblo del este de Suiza que en invierno se convierte en una perfecta postal navideña con sus enormes montañas nevadas y que se ha convertido en sinónimo de poder económico global,
Lo que ahora son resorts de esquí, hoteles lujosos y restaurantes exclusivos, muchos años antes era un destino mucho más discreto.
De hecho, era el sitio en el que se ubicaron múltiples sanatorios para el tratamiento de enfermedades como la tuberculosis.
Y también fue el lugar que acogió una inusual mezcla de miembros del nazismo, combatientes estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial e incluso refugiados de los campos de concentración.
Todo, hasta que el FEM se estableció ahí como una lujosa capital de la economía y la política global.
Davos para la tuberculosis
La historia de Davos se remonta al siglo XIII, pero empezó a hablarse en Europa de este lugar desde mediados del siglo XIX.
Médicos establecieron sanatorios en Davos para combatir el “mal aliento de las ciudades” y ayudar a curar enfermedades, en particular la tuberculosis, según relata Simon Bradley en “El lado oscuro de la montaña mágica de Davos”.
Los tratamientos incluían caminatas por la montaña para respirar aire limpio, siestas al aire libre, “suntuosas” comidas, así como mucho vino y leche.
Los tratamientos se prolongaron durante las primeras tres décadas del siglo XX.
“Los médicos no sabían cómo tratar la enfermedad, solo la podían contener. Había un lado simbólico en todo esto, una especie de pureza: aire fresco alpino, carne roja, vino tinto y leche blanca”, dice la cineasta suiza Danielle Jaeggi citada por Bradley.
Jaeggi filmó un documental basado en el descubrimiento de cartas escritas por su padre quien fue un estudiante de medicina de Lausana (Suiza) que padeció tuberculosis.
El hombre pasó mucho tiempo entre 1930 y 1950 en el sanatorio Schatzalp de Davos y vivió de primera mano lo que pasaba en las montañas de ahí.
Mezcla de enfermos y ricos
Gracias a las cartas de su padre, Jaeggi supo que muchas veces había desenlaces fatales para los pacientes.
“Los muertos eran evacuados por la noche a través de túneles subterráneos y toboganes”, según supo.
Greta Jones, autora de “La historia de la tuberculosis”, afirma que para la década de 1930 en Davos había hasta 6.000 visitantes enfermos que eran atendidos en 16 sanatorios y 40 pensiones en invierno.
Por aquellos años, en Davos también comenzaron a prosperar espacios y actividades propias de los resorts europeos que atraían a las personas adineradas.
Eso generaba una inusual mezcla de ricos y enfermos en las calles de la pequeña población.
“Había eventos teatrales y musicales, exhibiciones de arte deportes invernales y cursos de extensión universitaria”, describe Jones.
El descubrimiento de la penicilina (1928) y su posterior desarrollo dieron pie a una cura efectiva de la tuberculosis, por lo que poco a poco los sanatorios comenzaron a perder visitantes.
Pero la atractiva vida turística y de descanso siguió floreciendo.
Nazis, estadounidenses y refugiados
Con el ascenso de Adolf Hitler en la vecina Alemania, miembros del nazismo tomaron el control de Davos en la Suiza que permanecía fuera de las beligerancias previas a la Segunda Guerra Mundial (SGM).
Wilhelm Gustloff fue el fundador en 1932 del grupo local del Partido Nazi en Davos, pero fue asesinado cuatro años después por el activista judío David Frankfurter.
Pero uno de los momentos más extraños para Davos vino tras el fin de la II Guerra Mundial.
Entonces se dio allí una extraña mezcla de oficiales nazis, pilotos estadounidenses que cayeron en Suiza y hasta refugiados procedentes de campos de concentración, indica Bradley.
“El antiguo edificio de la sede nazi en Davos se convirtió rápidamente en un hotel”, explica.
El Foro Económico Mundial
Tiempo después de la guerra apareció en 1971 la primera reunión de lo que posteriormente sería el FEM en la pequeña población de Davos.
Entonces no se llamaba así, sino el Simposio de Administración Europeo fundado por Klaus Schwab, y continuó así hasta 1987 cuando adoptó su nombre actual.
El FEM en realidad es una organización sin fines de lucros, no solo una convención de líderes políticos y económicos mundiales.
Su misión, afirma la ONG, es “mejorar el estado del mundo mediante el análisis del panorama internacional y la identificación de retos, desafíos y oportunidades”.
“Para ello, el Foro Económico Mundial cuenta con la colaboración de personas influyentes de muy alto prestigio internacional, tanto del ámbito público como privado”, añade.
Schwab era entonces un profesor de negocios alemán quien con 33 años ya contaba con cinco títulos académicos en ingeniería mecánica y economía.
Hasta la actualidad sigue encabezando el FEM que se realiza cada año en enero en Davos, la pequeña población donde se trataba la tuberculosis y ahora acoge líderes de casi todo el mundo.
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