“A Buenaventura hay que expulsarle sus males”: la ciudad de Colombia “exorcizada” contra la violencia

"La guerra ha vuelto a Buenaventura o tal vez nunca se fue", opinan los expertos. A tal punto que cientos de personas cruzaron la ciudad rociando agua bendita para liberarla de sus males

El obispo Rubén Darío Jaramillo enumeró los males de Buenaventura.

El obispo Rubén Darío Jaramillo enumeró los males de Buenaventura. Crédito: BBC Mundo

Mientras bendecía el agua para rociar la ciudad, el obispo de Buenaventura comenzó a enumerar los “males” que debían ser expulsados.

Montado en la parte superior de un camión de bomberos y con la imagen de yeso del “santo patrono” de la población detrás de él, el cura católico Rubén Darío Jaramillo mencionó que los asesinatos han vuelto a multiplicarse en la ciudad, que el poder de las organizaciones criminales permanece impune, que la violencia crece y que el miedo de la gente es tal que desde las siete de la noche ya no sale a la calle.

Más de 40 vehículos en los que se movilizaron cientos de personas formaron parte de la caravana en la que se roció agua bendita en 12 puntos donde ocurrieron masacres, asesinatos selectivos, balaceras entre pandillas y otros hechos violentos.

La ciudad-puerto, ubicada en la costa Pacífico de Colombia (oeste), comenzó este sábado la celebración de su cumpleaños 479 recordando los males que sufre hace décadas y de los que todavía no se puede librar.

Mapa de ubicación de Buenaventura en Colombia

BBC Mundo

BBC Mundo estuvo allí, para observar y poder dar a conocer un poco más de la dura realidad de esta población de alrededor de medio millón de habitantes azotada por la violencia, el narcotráfico y la corrupción, entre otros varios problemas.

Los barrios del este

La primera parada del “acto de bendición”, o “exorcismo” como le llamó la gente, fue Las Palmas, un barrio controlado por pandillas y donde murieron decenas de jóvenes en los últimos años.

Antonio Ramírez, un vecino del lugar, observa cómo el agua bendita alcanza a los presentes y a las calles del lugar mientras carga una caja azul en la que tiene los inciensos, chicles y caramelos que vende a diario por allí.

Tiene más de 70 años y 33 de ellos los vivió en esta zona de Buenaventura donde las dificultades económicas y la falta de seguridad son un denominador común entre los habitantes.

“Los asesinatos por acá pasaban cada rato. Uno nunca sabe en qué momento puede pasar algo y por eso todo el mundo se mete a su casa temprano”, le cuenta a BBC Mundo.

El vendedor ambulante señala que todo es muy distinto a cuando llegó al barrio y que por eso en Las Palmas uno nunca está seguro de si volverá sano y salvo a su hogar al final del día.

Antonio Ramírez y otros hombres y chicos en una calle de Buenaventura, Colombia

BBC Mundo
Antonio Ramírez lleva una caja azul con inciensos, chicles y caramelos que vende a diario en el barrio Las Palmas de Buenaventura.

“No sabemos qué pasó exactamente. Es tanta vaina la que hay que no sabemos si empezaron las pandillas, el narcotráfico o quiénes“, concluye.

Las Palmas, al igual que otros barrios en el lado este de la ciudad, sufren por la presencia de pandillas y lo que en Colombia es conocido como las Bacrim (bandas criminales).

En esas zonas cada negocio, incluso el de don Antonio Ramírez, debe pagar la “vacuna”, que es una cuota semanal o mensual a los que controlan la zona.

También está muy extendido el famoso préstamo gota a gota, en el que las organizaciones delincuenciales prestan dinero a los vecinos con la condición de que lo paguen de manera diaria o semanal y en el que un solo fallo puede costarle la vida a la persona.

Son zonas con mayor presencia de población afrodescendiente donde en su momento fue fuerte la exguerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), pero donde ahora operan los herederos del paramilitarismo (clan del Golfo) y bandas criminales como La Local y La Empresa.

Los “motoratones” y las fronteras invisibles

Una carretera divide literalmente a dos barrios con pandillas enemigas.

Los jóvenes de la zona Matías Mulumba saben que no pueden cruzar la vía Cabal Pombo e ingresar a El Caldas (y viceversa).

Un grupo de motoratones observa desde el lado de una calle en Buenaventura

BBC Mundo
Los motoratones (taxistas en moto) son víctimas de la violencia entre pandillas en Buenaventura.

Se trata de las famosas “fronteras invisibles” que en Buenaventura son bien conocidas, pero para los visitantes pueden resultar un verdadero peligro.

Mientras avanza el camión de bomberos desde el que el obispo Jaramillo lanza agua bendita, los motoratones (taxistas en moto) del Matías Mulumba miran a la distancia.

“Ellos no pueden seguir la caravana por acá”, le cuenta a BBC Mundo Jackeline Micolta, quien trabaja en actividades sociales en Buenaventura y conoce muy bien los barrios más conflictivos de la ciudad.

Al tiempo que saluda a varias personas entra las calles de El Caldas, ella cuenta que los motoratones saben que su vida corre peligro si cruzan la frontera invisible.

Aún así, las pandillas comenzaron a utilizarlos como espías en barrios enemigos y, por ello, la mayor cantidad de asesinatos de jóvenes en los últimos años es de motoratones, indica Minolta.

“¿Qué más les queda a ellos? Donde no llega el Estado, sí llegan las organizaciones criminales que les entregan una moto y una pistola cuando en realidad deberían recibir estudios universitarios”, concluye la activista.

Chicos y chicas en una calle sin asfaltar de Buenaventura

BBC Mundo
Las autoridades de Buenaventura están preocupadas por el resurgir de la violencia en los barrios del este de la ciudad.

Hace un mes, la alcaldía de la ciudad convocó a un nuevo consejo extraordinario de seguridad ante el crecimiento de robos, enfrentamientos y homicidios en los barrios del este de Buenaventura.

El detonante fue que la cantidad de asesinatos en lo que va de 2019 es 75% mayor a la del mismo periodo del año pasado, según información brindada por las autoridades regionales.

Además, el robo de motocicletas y autos se incrementó en un 200%.

Un estudio publicado recientemente por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sostiene que Buenaventura es “un claro ejemplo de reordenamiento violento de los espacios” debido a las fronteras invisibles.

“Y con ello el establecimiento de restricciones absolutas o parciales en los movimientos de los habitantes”, señala el ensayo titulado “Geografías violentadas y experiencias de reexistencia. El caso de Buenaventura”.

El narco y la ciudad-puerto

El complejo portuario de Buenaventura es el que mayor carga mueve de Colombia y también es señalado por expertos como una de las principales puertas de salida de droga del país, si no es que es la principal.

En marzo de este año, en Nueva York, se descubrió el mayor cargamento de cocaína en un puerto neoyorquino en más de 20 años.

Carretera hacia Buenaventura

BBC Mundo
El puerto de Buenaventura es el que más carga mueve de Colombia.

Fueron casi 1.500 kilos, cotizados en US$80 millones, que salieron desde Buenaventura.

Al respecto, la Defensoría del Pueblo indicó en una reciente publicación que el puerto “presenta todas las condiciones necesarias para el procesamiento, comercialización y exportación de todo lo relacionado al flujo de economías ilegales, en especial la generación de recursos prevenientes del clorhidrato de cocaína”.

En criterio de Ariel Ávila, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación, “la guerra ha vuelto a Buenaventura o tal vez nunca ser fue”.

“Los muertos han caído en lo que podría llamarse la reactivación de la guerra. Nuevamente, hombres armados patrullando en barrios, balaceras a la orden del día, toques de queda ilegales y aumento de la extorsión”, señala el experto en un informe que publicó a finales de 2018, cuando las señales del recrudecimiento de la violencia en la ciudad se volvieron evidentes.

Fin de la caravana

Las decenas de autos que avanzaron junto al camión de bomberos recorrieron la ciudad durante horas.

En el camino se recordó a Diana Tatiana Rodríguez, la niña de 10 años que fue violada y asesinada hace menos de un mes.

Según registros oficiales, más de 200 crímenes sexuales se produjeron en esta ciudad el año pasado.

Una mujer con un niño en brazos al lado de un auto amarillo

BBC Mundo
La violencia contra las mujeres también se ha recrudecido en Buenaventura en los últimos años.

También mencionaron a Temístocles Machado, el líder social que murió por tres balazos de un sicario hace un año y medio.

Don Temis no quiso dejar el pedacito de tierra por el que su padre había luchado durante 50 años.

Se habló de las madres de los chicos que fueron engañados con que iban a jugar un partido de fútbol para después aparecer calcinados e irreconocibles.

Ellas todavía reclaman justicia y, como una forma de terapia entre ellas, escriben canciones y poemas para sus hijos.

Pero la muerte, la violencia y el narcotráfico no son los únicos problemas de esta ciudad.

Con niveles de corrupción muy elevados, varios de sus últimos exalcaldes se encuentran detenidos o procesados por la justicia.

El obispo de Buenaventura subido a un camión de bomberos

BBC Mundo
“Buenaventura es una ciudad estratégica del país, pero tenemos problemas enormes como la corrupción”, le dijo a BBC Mundo el obispo Jaramillo.

Según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, la tasa de desempleo se encuentra en el 18,4% (con casi 50% de trabajadores informales), mayor al promedio nacional.

Lo mismo sucede con los índices de pobreza.

Pese a ser el punto de entrada del 60% de lo que importa el país, el acceso de su población a servicios básicos es tres veces menor a ciudades capitales de departamento.

“Buenaventura es una ciudad estratégica del país, pero tenemos problemas enormes como la corrupción. Índices de pobreza muy altos. Los jóvenes de acá no tienen donde trabajar y solo les quedan los círculos delincuenciales. Todo esto es muy lamentable, pero hoy les mostramos que no tenemos miedo”, señala a BBC Mundo el obispo Jaramillo.

Este domingo, la ciudad celebrará los 479 años de su fundación y en sus calles se ven decenas de vendedores de banderas con los colores de Buenaventura, el verde y el amarillo.

Conmemoración, lamentablemente otra vez, en medio de una escalada de violencia.


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