Las Vegas negó servicios de salud mental a inmigrantes presentes en matanza de 2017
"Soy otra persona. Me pierdo, voy a la tienda y cuando salgo ya no me puedo ubicar", dice una de las trabajadoras hispanas presentes en la masacre en la que murieron 58 personas
LAS VEGAS – Se ha cumplido el segundo aniversario del tiroteo masivo que cobró la vida de 58 personas que asistían al festival de música country Route 91 Harvest el 1 de octubre de 2017 en Las Vegas.
Este ataque armado efectuado contra una multitud inocente afectó a miles de asistentes. Entre las víctimas sobrevivientes se encontraba un grupo de trabajadores inmigrantes que esa noche habían acudido al evento para cumplir con una jornada laboral, y de esta manera llevar el sustento a sus casas. Sin embargo, esa fecha la recordarán por siempre debido al drama que presenciaron.
Los trabajadores inmigrantes experimentaron la tragedia como cualquier otro asistente, no obstante, la organización Make The Road Nevada informó que fueron rechazados para recibir los servicios de salud mental que el gobierno local le brindaba al resto de los sobrevivientes.
“Continúo tomando terapia y me ha ayudado mucho, justo cuando creo que estoy mejor, algo sucede, todavía estoy muy lejos de mejorar, no es fácil olvidar todo el dolor que vi esa noche. Los primeros meses pensé que esto no me había afectado, pero estaba equivocado después del segundo mes pasé por una depresión severa”, dijo Carlos, uno de los sobrevivientes que prefirió no dar su apellido.
Por su parte, la señora Guadalupe Guzmán, quien trabajaban en el área de los sanitarios, dijo que la crisis de vivir esa fatídica noche la llevó a tener que recibir atención en un hospital. Desde entonces, aseguró que ha experimentado depresión, dolor de cabeza e incluso falta de ubicación.
“Definitivamente ya soy otra persona. Me pierdo, voy a la tienda y cuando salgo ya no me puedo ubicar dónde estoy. (Esa noche) corrí y comencé a llorar, le pedía a Dios que me dejara ver a mis hijos. Yo no quería que me cayera alguna bala, no me quería morir. Una compañera mía, Juana Morales, estuvo conmigo y de no ser por su ayuda yo no estaría aquí para contar esto”, compartió Guzmán.
La noche del 1 de octubre de 2017, un sujeto armado -identificado como Stephen Paddock– rompió la ventana de su habitación 32-135 en el hotel Mandalay Bay y desde ahí comenzó a disparar contra las miles de personas que se encontraban en el festival. La explanada donde se llevaba a cabo el evento se encontraba solamente al cruzar Las Vegas Boulevard.
Cientos de asistentes resultaron heridos y 58 fallecieron. Entre las víctimas mortales se encontraba Erick Silva, un joven de 21 años de edad que trabajaba como guardia de seguridad, y en cumplimiento de su deber, dio prioridad a salvar la vida de otras personas antes de la suya misma.
La madre de Erick, Angélica Cervantes, dijo que días antes de la tragedia su hijo le había compartido sus planes de comenzar a estudiar para convertirse en policía, ya que le gustaba mucho su trabajo.
“Estuvimos en eventos de homenaje para los 58 (fallecidos), vimos mucha gente aún con tristeza. Erick era muy alegre, cuando necesitaba un consejo yo acudía a él. Le gustaba ayudar a la gente, le gustaba mucho su trabajo, era muy responsable, era la alegría de la casa, mi brazo derecho, mi amigo”, relató Cervantes mientras contenía las lágrimas.
Hasta el día de hoy, esta familia hispana sigue dolida por el fallecimiento del joven que tenía todo un futuro por delante. Sin embargo dicen sentirse orgullosos por la valentía que Erick mostró en momentos de angustia.
Una noche antes de cumplirse el segundo aniversario, la señora Cervantes relató que “no dormí, estuve dando vueltas en la cama, sabía que era un día especial. Cada día para nosotros es lo mismo, seguimos sin dormir, seguimos extrañando a Erik, seguimos esperándolo, pero sabemos que ya no va a venir”.
Para recordar esta fecha, el martes pasado la organización Make The Road Nevada llevó a cabo una vigilia en sus instalaciones donde incluyeron distintos servicios gratuitos a los trabajadores sobrevivientes como yoga, masajes, tratamientos faciales y meditación.
“Los sobrevivientes experimentaron una tragedia que no pidieron, dos años después en Make The Road Nevada seguimos preocupados por el autocuidado de los sobrevivientes. Al principio, este grupo encontró muchos obstáculos pero todos se mantuvieron unidos, ahora puedo esperar días mejores”, acotó el director ejecutivo de la organización, Leo Murrieta.