La crisis militar desatada por Trump en Siria deja 50 bombas atómicas en manos de Turquía
Un oficial del ejército de EEUU dijo que Erdogan básicamente tiene las bombas atómicas como “rehenes”
El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, se ha negado a frenar su ofensiva militar en el norte de Siria pese a la presión de Estados Unidos y otros miembros de la Alianza Atlántica (NATO, en inglés).
El vicepresidente, Mike Pence, viaja este miércoles a Turquía para reunirse con Erdogan, mientras el presidente, Donald Trump, aseguraba desde la Casa Blanca que la ofensiva militar “no es entre Turquía y Estados Unidos”. Sin embargo, el conflicto se inició a consecuencia de una decisión suya, y esta crisis tiene como rehenes a 50 bombas nucleares estadounidenses.
Un reporte periodístico había indicado que Erdogan no se reuniría en persona con la delegación diplomática encabezada por Pence: “No voy a hablar con ellos. Van a hablar con sus homólogos. Cuando Trump venga, hablaré”.
Sin embargo, fuentes oficiales citadas por la prensa local precisaron horas después que el presidente turco sí recibiría a Pence, que viaja junto al secretario de Estado, Mike Pompeo, para convencerle de que frene su ofensiva militar.
El ataque turco es consecuencia directa de la decisión anunciada el 6 de octubre por Trump de retirar las tropas estadounidenses de Siria, un país en guerra civil desde 2011.
Hasta entonces, Estados Unidos había prestado apoyo aéreo a los kurdos en su batalla contra el dictador Bashar Al-Assad, a su vez ayudado por Rusia. La retirada estadounidense permitió a los turcos atacar a los kurdos, un pueblo sin estado que reclama territorios en Turquía y es considerado como terrorista por este país. Los kurdos se aliaron entonces con Al-Assad, Rusia ocupó el puesto estratégico que antes tenía Estados Unidos, y, en los combates, decenas de presos del Ejército Islámico (ISIS), enemigo de todos, quedaron en libertad.
Tras el rechazo internacional provocado por la decisión de Trump, y con la fuerte presión del Congreso en su contra incluso por parte de los republicanos, el presidente anunció un fuerte castigo económico contra Turquía por su ofensiva militar. Sin embargo, este miércoles ha vuelto a insistir en que la confrontación “no es entre Turquía y Estados Unidos”.
Turquía, miembro de la Alianza Atlántica, tiene en su territorio bases militares estadounidenses con armas atómicas, según ha informado el diario The New York Times.
En concreto, 50 bombas termonucleares, almacenadas en la instalación de las Fuerzas Aéreas en Incirlik, a 100 millas de la frontera con Siria.
Preguntado hoy al respecto, Trump ha expresado hoy su “confianza”, sin aclarar en qué, añadiendo que la base aérea es “poderosa”, y Turquía es miembro de la Alianza Atlántica: “Se supone que tenemos que llevarnos bien con ellos, qué quiere la gente, que les disparemos, sería la primera vez”.
Un oficial estadounidense de alto rango ha dicho al citado diario que Erdogan básicamente tiene las armas como “rehenes”. Sacarlas por vía aérea marcaría el final de la alianza de facto entre Turquía y Estados Unidos, pero dejarlas allí sería perpetuar una vulnerabilidad nuclear que debió desaparecer hace años.
La meta de Pence es convencer a Erdogan de un cese al fuego inmediato, pero también reiterará que las sanciones impuestas este lunes en contra de Turquía se mantendrán hasta que se llegue a un acuerdo para evitar el conflicto en la región, ha informado la cadena NBC News.
Erdogan ha afirmado que nadie podrá detener la ofensiva turca en Siria y que esta solo llegará a su fin una vez su Gobierno establezca una “zona segura” que vaya desde Manbij, en territorio sirio, hasta la frontera con Irak.
“Para la solución más rápida al problema en Siria, le proponemos a todos los terroristas que dejen sus armas y equipos, destruyan las trampas que prepararon y salgan de la zona segura esta noche”, le dijo a los periodistas.
Las declaraciones se dan luego de que el ejército de Al-Assad llegará a zonas del norte del país donde previamente operaba Estados Unidos.
Las tropas sirias habían sido expulsadas del norte del país con la ayuda de los milicianos kurdos, que además habían batallado contra el grupo terrorista ISIS, arrinconado en esa área tras ser derrotado por Estados Unidos en Irak.
Editado por Alexandra Plazas