Las Tesis sobre “Un violador en tu camino”: “Se nos escapó de las manos y lo hermoso es que fue apropiado por otras”
La canción que denuncia: "El violador eres tú", fue creado como parte de una obra de teatro que jamás se llegó a estrenar. En tan solo unos días, la letra, su coreografía e iconografía se convirtieron en un fenómeno mundial y multitudinario. En BBC Mundo hablamos con sus creadoras, el colectivo Las Tesis
El fenómeno de “Un violador en tu camino” empezó como una obra teatral que jamás llegó a estrenarse y que incluía una canción de minuto y medio.
Ese pequeño fragmento es el que llegó el 20 de noviembre a las calles de Valparaíso, en la costa chilena, en el marco de una serie de intervenciones callejeras convocadas por un colectivo teatral local.
En tan solo unos días, la canción, su coreografía e iconografía se convirtieron en un fenómeno mundial y multitudinario.
Ahora “Un violador en tu camino” es un potente himno feminista que denuncia: “Y la culpa no era mía ni dónde estaba ni cómo vestía. El violador eres tú”.
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La canción creada por el colectivo interdisciplinario chileno Las Tesis se volvió viral en redes sociales y ha sido interpretada en decenas de ciudades del mundo, incluyendo un evento con 10,000 mujeres en Santiago de Chile.
“Nosotras no lo pensamos como un canto de protesta, sino que era parte de nuestra obra performática”, dice Paula Cometa, quien integra Las Tesis junto a Daffne Valdés, Sibila Sotomayor y Lea Cáceres.
“Pero, lo cierto es que la performance se nos escapó de las manos y lo hermoso es que fue apropiado por otras“, agrega.
Lo que viene a continuación es un resumen de la entrevista realizada el jueves con Cometa, en representación de Las Tesis.
¿Cómo surge “Un violador en tu camino”?
Las Tesis trabajamos desde abril, mayo del año pasado en poder llevar tesis de autoras feministas a puestas en escena, como un traslado de lo teórico a lo práctico en un pequeño formato de tiempo, de alrededor de 15 minutos.
En un primer momento, trabajamos con el “Calibán y la bruja” de (la activista ítaloestadounidense) Silvia Federici y luego tomamos la tesis de (la antropóloga argentina) Rita Segato sobre el mandato de violación y la desmitificación del violador como un sujeto que ejerce la acción de violar por placer sexual.
A partir de eso empezamos a investigar sobre violencia sexual, homicidio y violaciones específicamente en Chile y pudimos constatar que las denuncias de este tipo se desvanecen en la misma justicia.
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Esa tesis iba a ser estrenada el 24 de octubre, en un contexto universitario. Y debido al estallido social o levantamiento popular (que comenzó el 18 de octubre en Chile) no pudimos estrenar la obra que tenía incorporada esta parte cantada que trascendió.
¿Cuándo interpretan esa canción por primera vez?
La intervención se realizó en Valparaíso a partir de una invitación de integrantes de la compañía teatral La Peste, en el contexto de una serie de intervenciones callejeras que se iban a hacer entre 18 y 23 de noviembre. A nosotras nos tocó el miércoles 20 (de noviembre).
La idea era cortar la calle, haciendo una especie de barricada. Pero era una intervención pequeña.
¿Cómo saltan de una veintena de personas en Valparaíso a decenas en Santiago de Chile, el 25 de noviembre, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer?
Después de lo de Valparaíso, por los registros (de video), nos empezaron a contactar personas de otras regiones de Chile preguntando si podíamos ir a Temuco, a Valdivia y otros lugares.
Pero en realidad era superdifícil que nosotras pudiésemos ir a todos esos lugares a coordinar la intervención.
Entonces nos llamaron de Santiago y decidimos ir, aprovechando la fecha del 25. Convocamos durante ese fin de semana y (el lunes) fueron alrededor de 100 personas, a las que luego se fueron sumando muchas más en la misma intervención en la calle.
¿Y cómo es que trasciende fronteras?
Los registros también se difundieron rápidamente y ahí empezó el contacto desde otros países, como México y Colombia, por ejemplo, siempre bajo la premisa de que querían hacer la intervención en sus lugares.
Fue entonces que decidimos poner a disposición la base musical, que también está creada por nosotras, y la letra, con la idea de que cada territorio pudiese transformarla.
Y así fue creciendo hasta ahora.
¿Por qué creen que esta canción se volvió algo tan masivo e internacional? ¿Qué fibra tocó?
Creo que, en el caso chileno, hay una experiencia que tiene que ver con una memoria que no se ha eliminado aún, que es la de la dictadura y las experiencias de violencia que el Estado puede ejercer sobre la ciudadanía.
Además en los 49 días que llevamos de protesta (social en Chile), hemos visto militares en la calle y una desmedida respuesta policial, que vivimos hasta hoy.
Nosotras no lo pensamos como un canto de protesta, sino que era parte de nuestra obra performática.
Entonces cuando se vuelve “viral”, probablemente sea porque lo viral es la violencia sistemática que vivimos los seres humanos a partir de estructuras del Estado moderno. Se vuelve transnacional porque finalmente es como un grito que a todas nos corresponde dar.
Hay un impacto que tiene que ver con que lo colectivo, al parecer, nos permite unificar sin partidos políticos hacia un enemigo que es abstracto.
El miércoles, por ejemplo, reunió a 10,000 personas afuera del Estadio Nacional de Chile, que fue centro de tortura en dictadura.
Pero, lo cierto es que la performance se nos escapó de las manos y lo hermoso es que fue apropiado por otras.
La letra no solo está basada en Segato, sino que también incluye un fragmento del himno de Carabineros (la policía de Chile). ¿Por qué?
Que la policía chilena vele por la seguridad de las chilenas y chilenos está muy lejos de ser real. Estamos frente a una institución que finalmente no representa lo que dice su himno.
El Estado de Chile ha ejercido con sus fuerzas policiales mutilaciones oculares en la ciudadanía que se manifiesta pacíficamente.
Hay mujeres violadas y abusadas que, cuando van a denunciar esa situación, se les pregunta cómo andaban vestidas, por ejemplo, tratando de culpabilizar a la víctima.
Entonces, ¿quién te protege finalmente?
La coreografía también es parte de lo que hizo que la performance fuese visualmente poderosa e incluye referencia a abusos policiales. ¿Cómo se creó?
Hay momentos coreográficos y musicales más rítmicos y otros de protesta, siempre entendiendo que la performance también tiene que ver con cómo el cuerpo se posiciona políticamente en la calle, que es el lugar más peligroso para el cuerpo de una mujer. Es ese transitar de nuestro cuerpo en la violencia.
Por ejemplo, el tema de las sentadillas es importante porque un informe de Human Rights Watch denunció conductas de abuso sexual de funcionarios de Carabineros que obligaron a algunos detenidos a realizar sentadillas estando desnudos.
El tema de apuntar también es una interpelación directa y cuando decimos: “Y la culpa no era mía”, la idea del baile es poder liberarte de eso que te contiene moralmente y que te culpabiliza de por qué un hombre, por ejemplo, en tu familia o un amigo abusó de ti.
En estos días, han salido muchos testimonios en Twitter de mujeres que están diciendo, por ejemplo: “Y la culpa no era mía -tenía 9 años- ni dónde estaba -en mi casa- ni cómo vestía -pijama- y me abusó el novio de mi mamá”.
Entonces también están apareciendo estas respuestas en función de la coreografía y de la letra, que también significan un despertar de todas quienes se sintieron censuradas o con miedo de poder decirlo.
Pareciera que al final todo esto resulta ser muy liberador y sanador.
¿Qué están planificando a futuro?
Por ahora estamos recibiendo el material que se ha producido en estos días de las compañeras de Chile y de todo el mundo, y tratando de ver qué va a pasar con nuestra obra que todavía no estrenamos, pero que ahora también contiene todo ese material.
Y también estamos haciendo nuestras vidas, porque somos artistas, pero también trabajamos en otras cosas, casi todas vinculadas a la educación.
Así que en eso estamos: con calma, viendo los efectos que esto ha tenido y que ha sido muy bonito.
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