Editorial: Enviar el dinero a Puerto Rico
Hay una hostilidad abierta del gobierno de Trump hacia la Isla
Los problemas que enfrenta Puerto Rico no cesan. Igual pasa con las dificultades que le coloca la administración Trump para enviarle la ayuda federal, muy necesaria y que ya fue aprobada por el Congreso.
La isla se estremece por una serie de terremotos que llegan a una magnitud de 6.4. Se estima que hay más de 3,000 desplazados. Casi un millón de personas sin luz y cientos de miles sin agua. Las reparaciones se demoran ante los continuos temblores que interrumpen las labores de reparación. Un análisis preliminar calcula que el costo económico del sismo puede llegar a los $3,100 millones.
La situación de Puerto Rico ya era frágil después de los huracanes María e Irma de hace unos años. Estos causaron miles de víctimas y la destrucción de su infraestructura, especialmente la eléctrica. A eso se le agregó el abierto desinterés e indiferencia de la administración Trump por ayudar a los residentes de este territorio estadounidense.
El presidente Donald Trump trató de restarle importancia a los problemas causados por los huracanes y dirigió una lenta reacción. Esto contrastaba con la rápida atención que, por ejemplo, recibió Texas en circunstancias similares. Quedó a la vista por comentarios y acciones de la administración que los puertorriqueños eran ciudadanos de segunda clase ya sea por ser latinos o estar en una isla caribeña.
La Casa Blanca declaró ahora la situación de emergencia para liberar fondos federales y ayuda. La reacción es buena y positiva. Aunque mucho mejor sería que una vez por todas entregue el dinero para Puerto Rico que tiene retenido en contravención de la ley.
El Congreso destinó $19,900 millones para que el Departamento de Vivienda y Recursos Humanos otorgue un subsidio federal para reparar los daños causados por los huracanes. De esta suma solo se entregaron 1,500 millones. El pasado septiembre HUD debió haber hecho disponibles 8,300 millones pero no lo hizo, desafiando la ley que lo obliga a hacerlo.
La Casa Blanca retiene ese dinero alegando que la corrupción está muy diseminada en la isla como para garantizar su distribución adecuada. Es cierto que Puerto Rico tuvo problemas en el manejo de fondos, pero nuevamente Trump es selectivo a la hora de elegir su combate a la corrupción en otros lados, como ocurrió en Ucrania.
En el caso de Puerto Rico hay una animosidad de esta administración. Una hostilidad abierta. Trump también le redujo a la isla los fondos de Medicaid de 12,000 millones de dólares a ser repartidos en cuatro años, a 5,700 millones en dos años. La Casa Blanca violó un acuerdo legislativo bipartidista porque el Presidente consideraba que era demasiado dinero.
La naturaleza le juega una mala pasada a Puerto Rico. Estos estadounidenses necesitan ayuda. Hay que empezar por el dinero que se les debe.