Coronavirus: Así viven dos mexicanos encerrados en el crucero en cuarentena

Casi 4,000 personas se encuentran dentro del buque varado en el puerto japonés de Yokohama

Cruise ship passengers infected with novel coronavirus in Japan

Cruise ship passengers infected with novel coronavirus in Japan Crédito: EPA/FRANCK ROBICHON | EFE

El buque Diamond Princess interrumpió el 3 de febrero un crucero de 14 días por Japón y Taiwán y quedó en cuarentena con 2,666 pasajeros a bordo y 1,045 trabajadores en el puerto japonés de Yokohama, donde lleva varado desde entonces por un brote de coronavirus que ha afectado ya a 135 personas a bordo.

Entre los pasajeros atrapados están los mexicanos José Antonio Alatorre y su esposa Lissa: “Nuestra única ventana es una televisión conectada a la cámara del barco”, han relatado al diario mexicano El Universal.

La pareja comenzó su viaje el 20 de enero sin saber, según dicen, de la existencia de una epidemia iniciada en la ciudad de Wuhan a finales del año pasado, y que ha causado ya la muerte de un millar de personas y ha infectado a más de 43,000.

Tuvieron noticia el 22 de enero, en mitad del crucero, pero siguieron su camino hasta que el 3 de febrero el capitán anunció que una persona desembarcada en Hong Kong en un viaje previo había dado positivo a la enfermedad: a partir de ese momento “nos encerraron”, cuenta Alatorre, que es controlador aéreo en el aeropuerto de la Ciudad de México.

Solo han salido tres veces de un camarote sin ventanas

Su camarote no tiene ventanas y sólo han salido de él en tres ocasiones para tomar el aire: “Estamos aguantando el encierro y preocupados porque van saliendo cada día más y más enfermos. Esperemos que no nos toque”, dice Alatorre, de 54 años.

La pareja fue examinada, junto al resto de ocupantes del buque, y después recibieron un termómetro para chequearse la temperatura y avisar a la tripulación si superaba los 98 grados Farenheit.

“No podemos salir y ellos no entran”

Según Alatorre, los pasajeros salen en pequeños grupos cuando el capitán anuncia a qué pisos y a qué lado del barco le toca tomar el aire. En su caso, al estar en una habitación interior sin ventanas o balcón, tienen prioridad.

“No podemos salir y ellos no entran”, relata el matrimonio, que recibe alimentos tres veces al día y puede usar la conexión de internet gratuita que dispuso la embarcación desde que entró en cuarentena.

En su encierro, además de mantener un plan espiritual (son testigos de Jehová), hacen ejercicio y, sobre todo, mantienen una actitud positiva, según cuentan.

“Sabemos que la situación no la podemos cambiar”, asegura Alatorre, “pero lo que sí podemos cambiar es nuestra actitud de cómo vamos a enfrentar esta situación por la que estamos pasando. Tratamos de ser positivos, de animarnos los unos a los otros para seguir adelante, tener buen sentido del humor para tomar las cosas con calma y pon adesadrumbrarnos”.

La cuarentena, “si no sucede algo extraordinario”, finalizará el 19 de febrero.

Por Olga Luna

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