Noticias y coronavirus: ¿A quién le creo?

Es tan peligroso creer en todo como creer en nada

Existen medios reputables en los que se puede creer.

Existen medios reputables en los que se puede creer. Crédito: Archivo

El Partido te dijo que rechaces toda evidencia de tus ojos y oídos. Ese fue su final, más esencial mandato”. George Orwell “Nineteen Eighty-Four”

Vivimos en universos paralelos. En la actualidad, es posible ver la misma realidad desde ángulos diametralmente opuestos e interpretarla cómo más nos guste. Solo basta seguir en las redes sociales a quienes coinciden con nuestro punto de vista e ignorar al resto.

Quienes están de acuerdo con las políticas de la Administración Trump, por ejemplo, pueden simplemente mirar Fox News y seguir en las redes a las personalidades-megáfono del Presidente y de los políticos y grupos de interés que lo apoyan. Del mismo modo se “informan” quienes se oponen a esta Administración, quienes creen en teorías conspirativas, quienes creen en todo y quienes creen en nada. Todos y cada uno de nosotros podemos construir a medida nuestra torre informativa de cristal y acomodar la realidad a nuestros puntos de vista. Pero eso no significa que sea verdad.

A esta diversidad de “verdades” se le suman los ataques constantes del Gobierno a los medios de prensa. Desde el primer día de su presidencia, Donald Trump ha dejado en claro su desdén por los medios periodísticos independientes y se ha ensañado con aquellos que se atreven a hacer preguntas “incómodas”, o a reportar aquello que el mandatario preferiría que no fuese reportado.

Uno de los resultados de oír constantemente el mantra de “Noticias Falsas” es que muchos terminan creyéndolo. Y eso es precisamente lo que quiere el Gobierno. Es tan peligroso creer en todo como creer en nada.

La prensa es el perro guardián del Gobierno y no es casualidad que la primera movida de cualquier dictador sea atacar a los medios de prensa que lo cuestionan y que comunican la verdad a la población. La idea es sembrar la duda, atacar y desprestigiar al mensajero.

La información se puede censurar de múltiples maneras, una de ellas es gritando mentiras que la tapen, otra es cuestionando su veracidad.

El ataque a los medios de prensa es siempre peligroso y una bandera de alerta para los ciudadanos de cualquier país. Pero dicho ataque es aún peor en tiempos de crisis como el que estamos atravesando. Hoy más que nunca es fundamental contar con medios de prensa creíbles, y aprender a distinguir el grano de la paja.

Para lograrlo, necesitamos alfabetizarnos mediáticamente. Del mismo modo que la alfabetización tradicional enseña no sólo a leer y escribir sino también a interpretar los textos, la alfabetización mediática nos enseña a diferenciar los rumores y teorías conspirativas de las noticias con base real, que pueden constatarse.

¿Cómo distinguir? Solo basta con un poquito de investigación, con informarnos regularmente, con comparar y descubrir cuáles son las voces que debemos oír y cuáles ignorar. Basta con pensar dos veces antes de compartir en las redes textos dudosos, sólo porque nos atrajo el título y en su lugar leer el artículo entero antes de promocionarlo y desparramar mentiras que no ayudan a nadie. En el mundo de verdades relativas que vivimos, aún se puede comprobar y constatar información.

Ni todo es cierto, ni todo es mentira. Y hoy más que nunca necesitamos creer y apoyar a los medios que verdaderamente nos informan.

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