Todo lo que tienes que saber de la Dieta Primitiva, actual tendencia para perder peso y ganar salud

Descubre las bondades de seguir un estilo de alimentación inspirado en los hábitos y costumbres de los primeros humanos

Las mejores fuentes de proteínas son las carnes, el pescado y los huevos y los lácteos

Las mejores fuentes de proteínas son las carnes, el pescado y los huevos y los lácteos Crédito: Shutterstock

Todos queremos perder peso y aunque siempre ha sido un tema relevante, actualmente es una de las principales medidas de salud y resulta un aspecto clave en la prevención de enfermedades crónicas y degenerativas. Con base en ello han salido a la luz todo tipo de tendencias y pautas alimenticias, que según el tipo tienen la ventaja de acoplarse a las necesidades específicas de cada estilo de vida y son una poderosa herramienta para facilitar el camino.

En los últimos años mucho se ha hablado sobre aquellos alimentos que resultan nocivos para la salud. Con base en ello diversos especialistas en medicina y nutrición, coinciden plenamente en que los productos procesados y ultraprocesados son uno de los principales enemigos de la buena salud. De hecho al estar elaborados con un alto contenido de harinas refinadas, grasas saturadas, azúcares añadidos y todo tipo de conservadores, su consumo habitual se relaciona con un aumento en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, hipertensión, obesidad y diabetes.

Es por ello que la tendencia actual para perder peso y ganar salud, se enfoca en rescatar las bases de la alimentación natural y libre de todo tipo de alimentos procesados. Dentro de las principales pautas alimenticias que persiguen este objetivo, se encuentra la dieta primitiva. 

¿En qué consiste la dieta primitiva?

Es un patrón alimenticio rico en proteínas y grasas, con la peculiaridad de ser muy bajo en carbohidratos. Fue diseñado con el objetivo de basar la dieta en alimentos naturales y de temporada, y se inspira en el tipo de dieta que seguían los primeros humanos. 

Es un régimen muy similar a la dieta paleo y que enfatiza sobre las peligrosas consecuencias que se relacionan con el estilo de vida y los hábitos alimenticios de la sociedad occidental actual, los cuales difieren mucho de las costumbres de los cazadores-recolectores tradicionales. 

Entre las principales ventajas que los defensores de este estilo de alimentación señalan, se destaca por sus bondades para perder peso en grasa, combatir la inflamación, potenciar el buen funcionamiento mental, estimular el buen funcionamiento inmune y mejorar la salud del corazón. Sin embargo para algunas personas resulta un método muy poco realista, algo caro y bastante restrictivo. 

¿Cómo surgió está dieta?

Muchos han llegado a comparar las bases de la dieta primitiva con la famosa paleo; si bien sus principios son los mismos, existen algunas referencias diferentes. La dieta primitiva surge el libro titulado The Primal BluePrint publicado en el año 2009 y el cual fue creado por el escritor de fitness y ex atleta de resistencia Mark Sisson.

En este contenido se enfatiza sobre cómo vivían los hombres primitivos y sobre todo se afirma que dichas civilizaciones tenían tasas mucho más bajas de obesidad, enfermedades cardíacas, diabetes y una larga lista de afecciones crónicas de salud. Tales beneficios reflejados en la calidad de vida, longevidad y salud en general, se relacionan directamente con el estilo de alimentación que estos hombres seguían.

Con base en esto los principios básicos de la dieta primitiva, se basan en priorizar el consumo de alimentos integrales: frutas, verduras, carne, pescado y aves. Lo que resulta más interesante son las prohibiciones en la dieta, la cual promueve evitar el consumo de cereales, aceites refinados y por supuesto cualquier alimento procesado:

  • Azúcar y jarabe de maíz con alto contenido de fructosa: refrescos, zumos de frutas, azúcar de mesa, dulces, bollería, tartas, galletas, chocolate con leche y helados. 
  • Granos: cereales integrales, cereales refinados, pan, espelta, centeno, cebada, pasta, muffins y cereales. 
  • Algunos aceites vegetales: aceite de soja, aceite de canola, aceite de semilla de algodón, aceite de cártamo y aceite de semilla de uva. 
  • Grasas trans y grasas hidrogenadas: margarina, manteca vegetal y cualquier alimento que contenga aceites parcialmente hidrogenados.
  • Alimentos procesados: chips, pretzels, galletas saladas, comidas preparadas, cenas congeladas, comidas rápidas y barras de granola. 
  • Edulcorantes artificiales: aspartamo, ciclamatos, sucralosa, acesulfamo de potasio y sacarina. 

Sin embargo existen algunas diferencias con la dieta paleo, de entrada la dieta primitiva es un método que incluye otros enfoques para mejorar el estilo de vida. Entre las principales se destacan recomendaciones de actividad física, estimulación mental, sueño, exposición a la naturaleza y luz solar.

Otra de sus ventajas es que tiende a ser menos restrictiva que la dieta paleo, lo cual es sumamente valorado por la mayoría de sus seguidores. Se permite el consumo moderado de café, verduras de solanáceas y productos lácteos de grasa entera crudos o fermentados, de los cuales hablaremos más adelante. También es un plan bajo en carbohidratos pero no los omite por completo, de hecho Sisson recomienda limitar los carbohidratos a menos de 150 gramos por día. 

Alimentos permitidos:

  • Verduras: aguacate, brócoli, repollo, col rizada, calabacín, lechuga, kale, tomate, alcachofa, pimientos, espinacas, cebolla (preferiblemente orgánico).
  • Pescados y mariscos: salmón, fletán, trucha, tilapia, camarón, vieiras, langosta.
  • Carne: carne de res, cordero, cerdo, de animales alimentados con pasto.
  • Aves: pollo y pavo (preferiblemente orgánicos).
  • Huevos: huevos enteros y claras de huevo (preferiblemente orgánicos)
  • Nueces y semillas: almendras, nueces pecanas, nueces, avellanas, pistachos, macadamias, piñones, semillas de cáñamo, semillas de calabaza, semillas de chía, semillas de lino, semillas de girasol y mantequillas naturales de nueces o semillas.
  • Frutas: todas las frutas, sobre todo las variantes de temporada y si es posible orgánicas.
  • Grasas saludables: aceite de oliva virgen extra, aceite de coco, aceite de aguacate, aceite de nuez, mantequilla de animales alimentados con pasto, ghee y manteca de cerdo.
  • Sustitutos a la leche: leches de almendra, coco, anacardo, cáñamo y lino sin azúcar.
  • Especias y hierbas: albahaca, canela, comino, pimienta negra, cilantro, salvia, romero, jengibre, cúrcuma, cardamomo y otras.

Con moderación:

  • Café y té: Sin azúcar.
  • Lácteos: Enteros crudos u orgánicos, incluidos yogur sin azúcar, kéfir, crema entera y leche.
  • Legumbres: lentejas remojadas o germinadas, edamames, maní tostado seco o mantequilla de maní y productos de soja fermentados como el tempeh.
  • Endulzantes naturales: miel cruda y jarabe de arce. 
  • Verduras con almidón: patatas, batatas y calabaza de invierno. 

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