“El peor desastre biológico de EE.UU.” y cómo ayudó a que el desarrollo de vacunas sea más seguro
Desde que se lanzó la primera vacuna contra la polio, en 1955, la incidencia de la enfermedad se desplomó hasta que finalmente desapareció en 1979. Pero la lucha contra el virus no estuvo libre de errores
Los estadounidenses recibieron una gran noticia en abril de 1955: las autoridades sanitarias anunciaron que tenían lista la primera vacuna contra la temible poliomielitis.
A fines de los años 40, los brotes de polio dejaban paralíticas a unas 35,000 personas cada año en Estados Unidos. Para la década del 50, la enfermedad seguía activa y causaba entre 13,000 y 20,000 casos anuales de parálisis, según los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de EE.UU.
Cada verano, que era la temporada en la que proliferaban los contagios, los padres encerraban a sus niños en las casas para evitar que se infectaran.
“La gente hacía cuarentena, parecido a lo que pasa ahora, los cines y las piscinas cerraban, los niños no salían a jugar, no jugaban con sus amigos”, le dijo a BBC Mundo el doctor Michael Kinch, autor del libro sobre la historia de las vacunas “Entre la esperanza y el miedo”.
“Los niños paralíticos, en sillas de ruedas o con muletas, eran un recuerdo constante del miedo a la enfermedad”, agrega.
A veces también se restringía el transporte y el comercio entre las ciudades afectadas por la polio.
Así que la llegada de la vacuna significó un gran alivio.
Pero apenas un mes después del lanzamiento, lo que pasaría a la historia como el “incidente Cutter” empañó el avance médico y obligó a suspender el programa de inmunización por unos meses.
El incidente Cutter resultó decisivo en la mejoría de los sistemas de la fabricación y en la supervisión gubernamental de las vacunas.
¿Qué pasó en este episodio decisivo para la salud pública?
Vacuna efectiva
La polio es una enfermedad viral que ataca principalmente a niños menores de 5 años y que afecta el sistema nervioso y puede causar parálisis.
Actualmente se considera erradicada de casi todo el planeta, gracias a programas masivos de vacunación, y solo se reportan casos en Pakistán y Afganistán.
Desde al menos 1935, los científicos habían tratado de desarrollar una vacuna contra la enfermedad.
Hasta que en 1953, el científico estadounidense Jonas Salk logró crear una a partir de cepas inactivas del virus causante de la infección, el poliovirus.
Las cepas quedaban inactivas mediante la aplicación de formaldehido en cultivos del virus desarrollados en células renales de mono.
En 1954, se realizó un gran ensayo clínico de la vacuna de Salk, en el que participaron alrededor de 1.8 millones de niños en EE.UU., Canadá y Finlandia.
Fue “la prueba clínica más grande de un medicamento o vacuna en la historia médica”, según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE.UU.
Los resultados fueron positivos y las autoridades estadounidenses anunciaron en abril de 1955 que la vacuna había mostrado una efectividad de entre 80 y 90%.
Una vez que las autoridades aprobaron la vacuna, licenciaron a seis laboratorios para fabricarla. Uno de estos era Cutter, ubicado en California.
Lotes defectuosos
La farmacéutica lanzó 380,000 dosis del producto al mercado, pero unos lotes habían salido defectuosos: accidentalmente contenían cepas activas del virus.
Como resultado, se confirmaron más de 260 casos de polio -con o sin parálisis- vinculados a la vacuna y a contagios comunitarios a partir de los niños vacunados, según la FDA.
Pero este número no incluía al resto de personas que reportaron otros síntomas de la infección.
De acuerdo al doctor Paul Offit, autor del libro “El incidente Cutter: cómo la primera vacuna contra la polio llevó a la creciente crisis de vacunas”, unos 40.000 niños vacunados presentaron dolores de cabeza, rigidez en el cuello, debilidad muscular y fiebre (síntomas de la polio), unos 164 menores quedaron paralíticos y 10 murieron.
La mayoría quedó paralizado en los brazos (donde habían recibido la vacuna) pese a que la polio solía paralizar las piernas, detalla Offit en su libro.
Ante el brote, en mayo de 1955, el cirujano general de EE.UU. recomendó que “todas las vacunaciones de polio se suspendan hasta que se haya completado una inspección minuciosa de cada fábrica y una revisión de los procedimientos para probar la seguridad de la vacuna”, cuenta la FDA.
Aunque antes y después hubo otros incidentes con vacunas, Offit dijo a BBC Mundo que el incidente Cutter “fue probablemente el peor desastre biológico de la historia de EE.UU.”.
Sin embargo, para el otoño de 1955, se reanudó el programa de vacunación.
“La gente en esa época no cuestionaba las cosas tanto como ahora, confiaban más en las autoridades”, le dijo a BBC Mundo el doctor Kinch. Además, “le tenían más miedo a la polio”.
La vacunación dio resultado y la incidencia de la polio en EE.UU. “disminuyó dramáticamente” a partir de 1955. La enfermedad quedó erradicada en ese país en 1979.
La vacuna del virus inactivado creada por Salk sigue usándose en EE.UU., mientras que otros países usan una vacuna que se administra por vía oral.
¿Qué salió mal con las vacunas de Cutter?
El libro de Offit señala varios factores que llevaron a que las vacunas de los laboratorios Cutter contuvieran cepas activas del virus y que se produjera el brote de polio.
Cutter había usado la cepa más agresiva del poliovirus para fabricar la vacuna y había usado filtros defectuosos para separar el virus del tejido de los monos en los que se cultivaba y este tejido podía contener moléculas activas del virus.
Además, las pruebas de seguridad que exigía el gobierno -y con las que Cutter había cumplido- eran inadecuadas.
Cutter tampoco tenía claro el tiempo necesario para desactivar el virus con formaldehido.
“Nadie mostró más desdén por las teorías de desactivación de Salk que los laboratorios Cutter. Salk tenía un procedimiento para desactivar el virus. Pero Cutter no sabía si estaban siguiendo sus teorías o no. Creo que no tenían la experiencia interna para hacerlo, mientras que otros laboratorios sí la tenían”, dijo Offit a BBC Mundo.
Otro problema fue que cuando los laboratorios Cutter empezaron a fabricar la vacuna, no había un requisito de “consistencia”. Es decir, ya no existía la obligación -vigente en el ensayo clínico- de producir al menos 11 lotes consecutivos de la vacuna que pasaran las pruebas de seguridad.
En su libro, Offit señala que nueve de 27 lotes de Cutter habían fallado las pruebas de seguridad. Pero Cutter tampoco avisó a las autoridades que había tenido problemas para desactivar el virus.
El laboratorio Wyeth también fabricó vacunas defectuosas, pero menos que Cutter, y dejaron paralizados a 11 niños.
“Cutter hizo muchas cosas mal y tampoco tenía la experiencia interna con la que sí contaban otros laboratorios”, dice Offit en su publicación. “Como consecuencia, fabricó una vacuna que era mucho más peligrosa que cualquier otra vacuna en EE.UU. o en el mundo”.
Sin embargo, “Cutter culpó a Salk por desarrollar un proceso que era inconsistente y culpó al gobierno federal por establecer estándares de fabricación y de prueba que eran inadecuados”, cuenta Offit en “El incidente Cutter”.
¿Cómoayudó a que las vacunas sean seguras?
Cuando ocurrió el incidente Cutter, la regulación de las vacunas en EE.UU. recaía sobre el Laboratorio de Control Biológico, parte del Instituto Nacional de Microbiología, que a su vez era parte de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés).
A partir del incidente, en junio de 1955 se creó la División de Estándares Biológicos (DBS), que ya no era un área subordinada, sino una entidad independiente dentro de los NIH, según información enviada a BBC Mundo por la FDA.
Ahora el DBS es el Centro de Evaluación Biológica e Investigación y es parte de la FDA.
El doctor Offit señala en su libro otros “legados” del incidente, como el propiciar la creación de una “regulación federal efectiva de las vacunas”.
“El gobierno federal lanzó una investigación inmediata de la manufactura y procesos de prueba de todas las compañías y encontró que las regulaciones y los lineamientos eran inadecuados”, cuenta Offit en su libro.
“Se desarrollaron mejores procedimientos para la filtración, almacenamiento y pruebas de seguridad y en meses se fabricó una vacuna segura contra la polio”, añade el autor.
También aumentó el número de profesionales que regulaban vacunas en EE.UU. y la “consistencia” (obligación de producir un número mínimo de los lotes efectivos consecutivos), requisito implantado a partir del incidente Cutter, se exige hasta hoy para todos los fabricantes de vacunas.
¿Qué se puede aprender del incidente?
El doctor Kinch está de acuerdo con que el incidente Cutter tiene “una moraleja”.
“Creo que la prisa es una de las preocupaciones con la actual vacuna, o que terminemos con una situación como la de Cutter, así que es una lección muy importante para aprender”, añadió Kinch.
“Debemos aprender de esto para no apurar la vacuna contra el COVID-19, hasta que realmente entendamos cómo fabricarla de manera segura”, comentó Kinch.
Además, el doctor Offit señala que “ahora sabemos mucho más sobre cómo producir vacunas masivamente” y que hay más regulaciones, y cree que “la FDA supervisará adecuadamente las vacunas” contra el covid-19.
“La vacuna contra el covid-19 no podría acercarse a lo que pasó con esa vacuna. La cepa que se usó para la vacuna contra la polio era la más virulenta”, dijo Offit a BBC Mundo.
“Las estrategias que estamos usando no son peligrosas. Seguramente habrá una curva de aprendizaje y un costo humano, pero no me imagino que se acerque al costo humano que pagamos en los 50”, agregó.
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