No dejemos a los latinos fuera de la reforma de vivienda
En Chicago la crisis de vivienda ha existido durante décadas, intensificándose aún más durante la pandemia de covid-19 con la creciente amenaza de desalojos, ejecuciones hipotecarias y bancarrotas
La vivienda es un derecho humano.
Nadie debería tener que elegir entre una vivienda decente, segura y asequible y una que sea insegura, insalubre o peor: verse obligado a quedarse sin techo.
El acceso a una vivienda adecuada no solo satisface las necesidades sociales de un individuo, sino que también derriba las barreras para conseguir empleo, educación y atención médica, lo que garantiza la fortaleza y el crecimiento de la comunidad dentro de la población.
En Chicago la crisis de vivienda ha existido durante décadas, intensificándose aún más durante la pandemia de covid-19 con la creciente amenaza de desalojos, ejecuciones hipotecarias y bancarrotas.
A pesar de la disminución de precios debido al coronavirus, el alquiler promedio en Chicago es de poco menos de $2,000, mientras el costo de una vivienda oscila en los $253,000, según datos de plataformas de bienes raíces. Esos listados varían considerablemente en los vecindarios de North y South Side.
Si bien las cifras cambian, después de tener en cuenta el costo de los gastos básicos, como servicios públicos y alimentación, un inquilino debe generar un salario de alrededor de $95,000 al año, y un propietario de unos $85,000. El problema es que el ingreso anual promedio en la ciudad fluctúa sobre los $52,000.
Las personas de color no gozan de seguridad plena al intentar adquirir una vivienda debido a los antecedentes que tiene Chicago ante políticas racialmente dirigidas y a una discriminación generalizada por parte del gobierno y el sector privado.
Las iniciativas de reforma de vivienda asequible se han centrado en gran medida en la comunidad negra debido a la segregación sistémica que les impide obtener riqueza y todos los beneficios que esto conlleva.
Es importante además incluir a los hispanos en la ecuación ya que este grupo poblacional en crecimiento no solo enfrenta algunos de los mismos desafíos de otras comunidades marginadas, sino en algunos casos otras limitaciones como el idioma y el estatus migratorio.
Muchos de ellos han salido de vecindarios urbanísticamente transformados como Pilsen, Little Village y Humboldt Park, llevándose consigo las diversas identidades culturales que hicieron que esos sectores fueran únicos.
Encontrar un lugar asequible para vivir en Chicago no debería ser tan difícil.
Una historia de segregación
Jamás pensaríamos al observar cómo están distribuidos los vecindarios de Chicago que la población de la ciudad está dividida más o menos equitativamente entre comunidades hispanas, negras y blancas.
La mayoría de los anglosajones viven en el norte, mientras la gente negra vive al sur, y los latinos tienen presencia en ambos puntos con una concentración importante en el oeste.
Una estrategia de segregación residencial de dos aspectos básicos ha evitado que las comunidades negras y mestizas abandonen vecindarios que históricamente han sufrido negligencias: evadiendo inversiones en áreas donde viven personas de color, y convenios restrictivos que mantienen su población blanca en los vecindarios de clase media.
Si bien la Ley de Vivienda de 1937 tuvo la intención de proporcionar desarrollos habitacionales de calidad a personas vulnerables y de bajos ingresos, hizo más daño que bien. Los sectores marginales fueron reemplazados por viviendas públicas en el centro de las ciudades, consolidando así los llamados barrios minoritarios.
A fines del siglo XIX, la exclusión financiera por parte de la industria de bienes raíces comenzó a impedir que las personas de color recibieran préstamos para comprar casas en otros vecindarios al creerse que su deber ético era preservar la homogeneidad racial. La práctica también negó a estas comunidades el alquiler de edificios, apartamentos y los medios para mejorar sus viviendas actuales.
La suburbanización y la construcción de carreteras importantes, como la autopista Dan Ryan Expressway, marcaron una división entre el vecindario predominantemente blanco de Bridgeport y los barrios en expansión del “cinturón negro” hacia el este, que segregaron aún más a las comunidades.
Esos tipos de estándares discriminatorios impedían que las personas de color acumularan riqueza siendo propietarios de una vivienda.
Si bien esas prácticas ya no son legales, sus efectos perduran en la actualidad. La brecha racial entre las poblaciones negra, mestiza y blanca en diversos indicadores de calidad de vida se ha agravado durante la pandemia COVID-19.
Los hispanos, junto con otras minorías, se han visto perjudicados de manera desproporcionada por el coronavirus debido a los determinantes sociales de su salud empezando por el lugar donde viven.
“La pandemia resaltó lo que muchos de nosotros ya sabíamos: la desinversión histórica tiene consecuencias nefastas para la salud, la riqueza y las oportunidades”, dijo Luis Gutiérrez, CEO de Latinos Progresando en entrevista con WBEZ. “Necesitaremos una colaboración profunda y multisectorial para construir un futuro renovado, y esta herramienta será muy importante para las organizaciones sin fines de lucro mientras elaboran sus programas y buscan financiamiento, y para los sectores público y privado, quienes determinan dónde se invertirán los recursos. “
El plan que menciona Gutiérrez es el Proyecto de Recuperación Urbanística covid-19 que vincula la longeva falta de inversión en algunos vecindarios de Chicago con el impacto de la pandemia en sus residentes.
Las soluciones deben estar determinadas culturalmente
A un año de registrarse el asesinato de George Floyd y el dolor y la ira unificados que reavivaron las demandas de justicia no solo en la política, sino en varias facetas de la sociedad estadounidense, tenemos que preguntarnos: ¿qué haremos al respecto?.
La crisis de la vivienda en Chicago no es un secreto para nadie, todos sabemos que vivimos en una ciudad diseñada por segregación.
La verdad es que existen muchas soluciones, algunas que se pueden implementar de inmediato y otras que requerirán de más tiempo. El problema es la falta de liderazgo con la visión y el coraje para hacer el trabajo; corregir la desigualdad sistémica en la vivienda requerirá movilizar la voluntad pública y política para diseñar medidas que sean incluyentes.
El pasado abril, la alcaldesa Lori Lightfoot publicó el Plan de Vivienda Justa de Chicago, una iniciativa para mitigar y eliminar barreras. Entre las ocho metas para los próximos cinco años está el aumentar y preservar las opciones de viviendas accesibles y asequibles; un buen comienzo considerando que los precios de la vivienda y el alquiler se han acelerado más rápido que los ingresos familiares.
Los latinos gastan casi la mitad de sus ingresos mensuales en costos de vivienda. Se necesita una gran ayuda hipotecaria y de alquiler, y los programas y servicios deben ser completamente accesibles y disponibles en español.
La mayoría de los hogares hispanos en Estados Unidos son multigeneracionales y combinan recursos para pagar las cuentas a fin de mes y mantenerse fuera de la pobreza. Sin embargo, la vivienda asequible rara vez se desarrolla teniendo en cuenta ese tipo de familias, lo que obliga a que muchas de ellas vivan en unidades de alquiler superpobladas que no satisfacen sus necesidades económicas y culturales.
Además, cuando se construyen nuevos desarrollos habitacionales es casi siempre en sectores predominantemente pobres, lo que dificulta que las personas de color se muden a vecindarios blancos más ricos.
“Tenemos que ser honestos, el gobierno ha sido cómplice del sector privado durante décadas al segregar nuestras comunidades y devaluar los espacios donde habitan negros y mestizos”, afirma Marisa Novara, comisionada del Departamento de Vivienda de Chicago.
La ciudad dice que reestructurará el programa de Crédito Tributario para Viviendas de Bajos Ingresos con el fin de incentivar a los desarrolladores a construir en áreas con más recursos, brindando a las personas marginadas más opciones y movilidad.
Aún así, una vez que aumentan las unidades asequibles, los hispanos enfrentan otras formas de discriminación, se les muestran menos unidades y se les devuelven las llamadas con menos frecuencia. Los latinos también reciben información financiera menos ventajosa, tarifas más altas y documentos de solicitud más extensos que sus contrapartes anglosajones, según lo indica un informe publicado por el Comité de Relaciones entre Estados Unidos y América Latina (CUSLAR).
Encuestas realizadas entre hispanos que viven en alquiler muestran que existen brechas de información sobre los procesos de compra de vivienda y de calificación hipotecaria, desanimando a muchos en ser propietarios porque los malentendidos sobre los pasos a seguir los llevan a creer que comprar casa es inasequible o demasiado complicado y que no se debe confiar en los bancos.
Los propietarios hispanos viven en mercados de costo más alto y contraen deudas con pagos iniciales más bajos en la compra de nuevas viviendas.
Una preocupación que comparte Sylvia Puente, presidenta y CEO del Latino Policy Forum, quien cita los hallazgos de WBEZ y el City Bureau señalando que el banco Chase tiene el historial crediticio con más disparidad racial de todos los principales prestamistas de Chicago.
Según el informe Chase había otorgado más de $7,000 millones en préstamos para la compra de viviendas entre 2012 y 2018, pero solo casi el 2% de ese dinero se destinó a los vecindarios negros y mestizos de Chicago.
“Nosotros (Latino Policy Forum) no hemos escuchado hablar sobre la necesidad de una inversión equitativa en la comunidad latina en la medida que nos gustaría (en comparación con la comunidad negra) de parte de los bancos y otras iniciativas de inversión”, dice Puente.
Además advierte que : “También tendremos que prestar mucha atención una vez que se levanten las moratorias de vivienda de covid. Esto también afectará negativamente a la comunidad latina tanto para los inquilinos como para los propietarios de viviendas”.
Una tormenta que se avecina, por lo cual grupos que apoyan la equidad habitacional como Unidos US sugieren eliminar las ejecuciones hipotecarias y extender la tolerancia en pagos tardíos para ayudar a los propietarios al borde del abismo. El grupo también apoya el congelamiento de los desalojos para los inquilinos en todas las propiedades de alquiler y la concesión de créditos fiscales para quienes alquilan propiedades sin una hipoteca respaldada por el gobierno federal para que puedan sobrellevar la pérdida de ingresos.
Incluso antes de la pandemia, Chicago enfrentaba una crisis de vivienda accesible y asequible alimentada por el racismo que ahora se está intensificando porque muchas más personas experimentan la inseguridad habitacional por primera vez.
Los hispanos enfrentan desafíos similares para encontrar y obtener viviendas asequibles como otros grupos raciales y étnicos, pero algunos matices son característicos de su experiencia.
Los ingresos, la edad, la educación, junto con otros factores específicos de los latinos nacidos en el extranjero, como el país de origen, el estado migratorio y la cantidad de años en los Estados Unidos son circunstancias que no se pueden ignorar al discutir soluciones a las disparidades en el acceso a vivienda.
Los programas que abordan el racismo estructural y la falta de inversión deben contar con la participación de las familias hispanas, además un alcance especializado diseñado para reparar las brechas de información a través de cursos de educación, asesoramiento y conocimientos financieros que estén determinados culturalmente.
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Hugo Balta es propietario del Latino News Network y expresidente de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos.