Hallar nuevos valores para hacer frente a la violencia en Chicago
Casi nadie está hablando de las causas reales de la violencia como el desempleo, la desigualdad, las decrépitas viviendas, la pobreza generacional y una cultura de pandillas
La violencia y los estragos que está haciendo en Chicago nos tienen en un estado de crisis que se puede palpar en el aire. En estos momentos de pandemia la gente está nerviosa, desorientada, y la violencia es un agravante más que está dañando a nuestra ciudad y a la sociedad.
Hay un dicho que dice ‘Hemos visto al enemigo y el enemigo somos nosotros’. Esto significa que nosotros mismos somos la causa y debemos de tomar responsabilidad de lo que está ocurriendo en la nación.
Merrick Garland, el procurador general del país, visitó la ciudad días atrás para reunirse con agentes federales, políticos y grupos comunitarios. Garland quiere ayudar a frenar la violencia, pero el tema de las causas de la violencia casi ni se discutió.
Se habló mucho de erradicar el tráfico de armas ilegales, pero es casi seguro que esto no dará resultado ya que en una sociedad de consumo como la nuestra todo el que tiene el modo puede comprar lo que el mercado ofrece, que desgraciadamente incluye armas.
Tratar de erradicar las armas en este país es como si estuviéramos clamando en un mítico jardín en donde las armas de fuego brotan hasta de las ramas de los árboles. Es tan intrínseco al ciudadano estadunidense poseer y usar armas de fuego que cualquier intento de limitarlas o eliminarlas lo ven como un ataque a la Constitución.
Nuestra sociedad, desde sus principios, ha mostrado a través de sus valores, historia y acciones que el modo de resolver los conflictos es siempre con las armas.
Desde las películas de vaqueros del pasado hasta las guerras en donde supuestamente Dios siempre está con los buenos (o diríamos los que tienen mejores armas de guerra) siempre este país ha dado fe que todo se resuelve con las armas.
En esta conversación casi nadie está hablando de las causas reales de la violencia como el desempleo, la desigualdad, las decrépitas viviendas, la pobreza generacional y una cultura de pandillas que nació precisamente de este abandono total de las minorías.
Dejar proliferar un problema como el racismo sistémico y negar la justicia a los afroamericanos y a los hispanos por años y años nos da como resultado lo que ahora estamos viendo: una ola de violencia sin precedentes.
Es claro que para resolver este problema tenemos que entablar un diálogo con todos los sectores de la sociedad para cambiar a nuestra ciudad.
La ciudad necesita invertir más en las comunidades abandonadas en donde la violencia esta en cifras alarmantes. La alcaldesa de Chicago, una novata política, necesita llevar fondos a las organizaciones que intervienen contra la violencia.
Tanto la alcaldesa Lori Lightfoot como el superintendente de policía David Brown tienen que dejar de culpar a otras instituciones por sus carencias en resolver la violencia. Culpando a otros no se va a resolver este mar de violencia.
Tenemos que imaginar una sociedad mejor en donde cada persona tiene trabajo, salud y derechos asegurados y los conflictos se resuelven con un diálogo, una conversación, y no con las armas.