Iglesia en el sur de Chicago ofrece recursos y soporte espiritual a migrantes albergados en la antigua escuela Wadsworth

Los líderes religiosos dicen que necesitan más voluntarios y donaciones para asistir a los solicitantes de asilo que cada sábado llegan al Centro Hogar Lejos del Hogar en Woodlawn

Migrantes que se refugian de manera temporal en la antigua escuela primaria Wadsworth asisten al servicio religioso en la Iglesia Concord Missionary Baptist en el área de Woodlawn. (Belhú Sanabria / La Raza)

Migrantes que se refugian de manera temporal en la antigua escuela primaria Wadsworth asisten al servicio religioso en la Iglesia Concord Missionary Baptist en el área de Woodlawn. (Belhú Sanabria / La Raza) Crédito: Impremedia

Canciones en español se escuchan los sábados al ingresar a una iglesia al sur de Chicago.

“Dios bueno es, Dios bueno es para mí”, reza una estrofa de una de las alabanzas que cantaban al menos 40 migrantes en la Iglesia Concord Missionary Baptist del reverendo Kenneth Phelps, quien ofició el servicio religioso que fue interpretado al español.

Allí, cada sábado los recién llegados participan en un café social, seguido de un servicio religioso bilingüe y un almuerzo comunitario gratuito. Antes de culminar el programa, voluntarios reparten a los migrantes artículos de higiene, cobijas, gorros, guantes, chamarras, mochilas y más.

Más de 5,000 migrantes han llegado en autobuses de Texas a Chicago desde agosto de 2022 y han sido alojados en refugios temporales en Chicago y hoteles de los suburbios.

Al menos 100 de ellos fueron trasladados a principios de febrero en autobús a la antigua escuela primaria Wadsworth, que actualmente se ha convertido en un refugio temporal para los inmigrantes que en su mayoría son de Sudamérica y buscan solicitar asilo.

El plantel Wadsworth se ubica en el 6420 S. University Ave., en Woodlawn, un vecindario del sur de Chicago predominantemente afroamericano, y está a solo minutos de la Iglesia Concord Missionary Baptist.

Algunos residentes de la zona estaban molestos porque, según ellos, sus voces no fueron tomadas en cuenta por la alcaldesa Lori Lightfoot en relación a convertir la escuela cerrada Wadsworth en un refugio temporal para los recién llegados de Texas a Chicago. Sin embargo, hay otros vecinos del área que se han acercado a los migrantes para darles la bienvenida y ofrecerles ayuda, según activistas y organizadores locales.

Unos 100 inmigrantes se trasladaron al refugio de Woodlawn el 2 de febrero y se espera que en el futuro lo habiten un total de 250 migrantes, hombres y mujeres solteros.

‘Lo único que necesitamos es más apoyo’

La Iglesia Concord Missionary Baptist, en asociación con la iniciativa Chicago 4 All, trabaja para integrar a los migrantes con la comunidad de Woodlawn.

El Centro Hogar Lejos del Hogar de la iglesia del reverendo Kenneth Phelps servirá como un espacio para que los solicitantes de asilo aprendan inglés, obtengan acceso a Internet y preparen sus comidas tradicionales.

Los pastores David y Yolanda Cruz, de Fathers Heart Church de Belmont Cragin en Chicago, han unido esfuerzos con el reverendo Phelps para desarrollar los servicios religiosos bilingües en la iglesia en Woodlawn, entre otras ayudas para los migrantes.

La pastora Cruz dijo que el deseo de ella y de su esposo siempre ha sido el de ayudar a los inmigrantes, así que cuando el reverendo Phelps les preguntó si querían unirse con él, ellos aceptaron y empezaron a trabajar juntos.

“Teníamos una lista de muchos nombres y el Centro Hogar Lejos del Hogar, era uno de ellos”, dijo la reverenda Cruz. “Nosotros tratamos de buscar un nombre en el que ellos se sientan bienvenidos. Yo dije, ‘si yo estuviera en esta situación, a mí me gustaría llegar a un centro que se llame mi hogar, donde yo pueda sentirme cómoda’ y así salió el nombre. Nosotros estuvimos de acuerdo, que este era el mejor nombre para todo aquel que venga y entre, se sienta cómodo como si estuviera en su propio hogar”.

Chicago 4 all es una iniciativa cuyo enfoque es unir la comunidad. “El propósito es unir al vecindario”, señaló la pastora Cruz. “Ellos son humanos y como en toda cultura hay necesidad. ¿Cómo podemos cerrar la puerta, cómo podemos decir que no? Lo que nosotros estamos tratando es de abrirle los ojos a todos, no solamente a la comunidad afroamericana, a todos, para que apoyen, se hagan presentes, vengan y se unan. Eso es lo que queremos traer: unidad en la comunidad”.

El reverendo Phelps hizo hincapié en que el Centro Hogar Lejos del Hogar necesita más voluntarios y donaciones.“Se necesitan donaciones y voluntarios para impartir las clases de inglés, traductores para los servicios bilingües y donaciones de artículos como productos de higiene, cobijas, gorros, guantes, calcetines, zapatos, camisas y abrigos”.

“Queremos que los migrantes se sientan bienvenidos, que se sientan como en casa”, dijo a La Raza el reverendo Phelps. “La meta es hacerlos sentir como en casa”, reiteró.

Phelps contó que se siente animado, motivado haciendo el trabajo. “Lo único que necesitamos es más apoyo”. “Ellos son humanos, necesitan ayuda, es por eso que nosotros estamos aquí”.

Además de asistencia espiritual, los migrantes que acuden a la Iglesia Concord Missionary Baptist reciben donaciones, clases de inglés y apoyo para integrarse a la comunidad. (Belhú Sanabria / La Raza)
Crédito: Impremedia

Testimonios de migrantes

Esperando su almuerzo estaba Omar Báez, venezolano, de 64 años. Báez vive en el refugio temporal de la escuela primaria cerrada Wadsworth. El hombre decidió abandonar Venezuela por cuestiones políticas. “Salí de mi país porque tuve algunos problemas de tinte político, sin ser político, solo yo era un dirigente del gremio del transporte público y llamé a un paro, y bueno el pueblo aprovechó ese paro y se alzó en reclamo por las injusticias y la falta de todo, y por ser el cabecilla del paro fui culpado sin tener culpas. No estuve preso, pero mi casa la militarizaron unos cuatro meses”.

Báez tuvo que recorrer varios países y cruzar la peligrosa selva del Darién (entre Colombia y Panamá), Centroamérica y México antes de llegar a Estados Unidos. “La travesía es muy dura en el Darién, se ven muertos. Muy duro”, mencionó.

Báez creció en el campo y en su país fue conductor de carga pesada por casi 40 años. “A pesar de ser un adulto mayor, he tenido muy buena condición física y he sido saludable porque siempre he cuidado la alimentación y ese tipo de cosas, no tomo, no fumo, ni como comida grasosa”.

El hombre quiere aprender inglés y conseguir un trabajo para ayudar a su familia en Venezuela. “Tengo un ‘parole’, mi sueño es trabajar en lo que yo sé hacer y ayudar a mi familia, solo queda esperar que el gobierno venezolano quizás algún día cambie y yo pueda regresar. En mi país no se puede caer preso por el tema político, porque lo más probable es que no salgas vivo de la cárcel”.

Deborath Hernández, de 34 años, estaba estudiando comunicación social pero no concluyó porque dejó Venezuela por un futuro más próspero. Hernández está en el refugio temporal con su pareja, no tienen hijos. Ella todavía no ha conseguido trabajo, le gustaría aprender inglés y siente que el venir a los servicios religiosos le ayuda emocionalmente. “Buscar más de Dios es lo primordial y tener un buen empleo para ayudar a mi familia, algo más estable eso me gustaría”.

Luis Fernando Alemán, de 28 años, se vio obligado a salir de Venezuela por la situación económica que atraviesa el país. El joven estudió ingeniería industrial y aprendió el oficio de carnicero por su padre que le enseñó.“Al ver que el estudio que tus padres te dieron con mucho esfuerzo no valía por la situación que hoy por hoy vivimos en Venezuela, y pues al ver que no tenía futuro, quise emigrar, buscar quizás esa estabilidad que no iba a tener en mi país”.

Alemán tiene esposa y dos niños que están en Venezuela. En la iglesia durante el almuerzo, estuvo con su hermano, pero él prefirió no ser entrevistado. Alemán está contento de ir a la iglesia y de trabajar en una carnicería de Chicago. “Por mi padre aprendí sobre carnicería, puedo conseguir trabajo, no tengo ese percance de que me voy a quedar desempleado, porque la carnicería es un trabajo que no todo el mundo sabe”.

Usted puede ayudar

Para más información sobre donaciones o voluntariado comuníquese al 773-363-1377 o escriba al correo electrónico cmbc6319@gmail.com.

La cobertura editorial de La Raza es posible en parte gracias al apoyo del Chicago Community Trust.

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