Buenos samaritanos, voluntarios y organizadores ayudan a mitigar la crisis migratoria que se vive en Chicago
Al menos 77 autobuses con solicitantes de asilo han llegado a la ciudad desde enero, 69 de ellos durante la administración del alcalde Brandon Johnson
Doce del mediodía del lunes. Empiezan a pasar coches que se detienen solo por minutos. Los conductores son buenos samaritanos blancos, afroamericanos y latinos que dejan pollos rostizados, tortas, bebidas y hasta algo de dinero para que los migrantes que acampan fuera de la estación de policía del Distrito 12 no se queden con el estómago vacío mientras esperan ser instalados en albergues temporales.
Uno de los migrantes, que prefirió no ser identificado, dijo que agradece la generosidad de la comunidad de Chicago y que la gente de la calle es la que más los apoya.
Algunos solicitantes de asilo han decidido acampar al aire libre por varias razones. Por ejemplo, porque en la estación de policía del Distrito 12 hay demasiadas personas, porque quieren cocinarles a sus niños o porque prefieren como familia permanecer unidos.
La migrante venezolana Dalia Piñango y sus familiares viven en el campamento afuera de la estación de policía del Distrito 12. Piñango dijo que la comunidad de Chicago ha sido generosa y que tanto “hay personas racistas como gente buena que ayuda y apoya”.
“Estoy agradecida con Estados Unidos, con Chicago que nos dio la oportunidad, que no abrió las puertas y estamos aquí. Nosotros queremos recompensar eso trabajando, teniendo nuestros papeles, que nos los dé el gobierno. Nosotros queremos trabajar y demostrarle a la sociedad que los venezolanos han venido aquí a trabajar, no a vivir del gobierno”, recalcó Dalia Piñango.
Organizaciones sin fines de lucro locales, voluntarios y buenos samaritanos en Chicago y suburbios suman esfuerzos y se unen para hacer frente a esta crisis humanitaria, que hasta ahora ha traído a más de 12,000 migrantes desde Texas a la ciudad.
Funcionarios de Chicago dijeron que la ciudad ha recibido entre 40 y 50 solicitantes de asilo casi todos los días desde principios de julio. Al menos 77 autobuses han llegado a la ciudad desde enero, 69 de ellos durante la administración del alcalde Brandon Johnson, según dijo Beatriz Ponce de León, vicealcaldesa de Derechos de Inmigrantes, Migrantes y Refugiados de Chicago.
Actualmente hay unas 5,900 personas viviendo en albergues de la ciudad. Y cientos de hombres, mujeres y niños migrantes siguen durmiendo en los pisos de las estaciones de policía, debido a la falta de albergues disponibles, o en carpas en parques y otros lugares.
Crisis urgente, pero en un proceso dilatado
Repartiendo artículos de higiene personal en el campamento de los migrantes afuera de la estación de policía del Distrito 12 se encontraba Yulyé Hidalgo, gerente de Desarrollo y Comunicaciones del Instituto del Progreso Latino.
“Hemos tratado de ayudarlos en lo más que podamos. Al principio, cuando llegamos solamente repartimos cosas esenciales, como artículos de higiene, ropa interior, medias, y ya después que comenzaron a salir de las estaciones de policía y empezaron con sus carpas venimos semana a semana trayendo lo que hemos aceptado en donaciones”, dijo Hidalgo.
Ante la pregunta de cómo ha visto la respuesta de Chicago a esta crisis, Hidalgo señaló: “Faltan más recursos, faltan más espacios para poder ayudar a todos los migrantes y eso pues ha sido la crisis desde mayo, poder encontrar espacios para poder repartirlos y darles la ayuda que necesitan”.
Al referirse a la situación legal de los migrantes, Hidalgo destaca que cada caso es diferente. “Es un caso legal que no se puede arreglar en dos semanas o en un mes, eso va a tomar unos tres o cuatro años para que todos los casos sean vistos y las personas sepan el resultado, si pueden quedarse en Estados Unidos o serán deportados”.
“Esta crisis es un proceso que no puedo decir ni bueno ni malo porque el trabajo que todos tenemos lo hacemos al alcance de nosotros”, explicó Hidalgo a La Raza. “La ciudad de Chicago está haciendo lo que puede con lo que tiene y estos son casos nuevos para todos, para las organizaciones sin fines de lucro, para la ciudad de Chicago y para los abogados que están ayudando en los casos, como el Instituto del Progreso Latino”.
Crystal Gardner, residente de Austin, es una buena samaritana afroamericana que llegó al campamento trayendo artículos para las familias migrantes. Ella es voluntaria en el Equipo de Respuesta de la estación de policía del Distrito 15 de Austin en Chicago, una red de voluntarios que atiende las necesidades de los solicitantes de asilo recién llegados que se refugian en estaciones de policía.
“Yo pienso que esta administración del alcalde Brandon Johnson está haciendo un buen trabajo. Él ha estado en el cargo solo casi dos meses. Y los autobuses están llegando a Chicago constantemente”, hizo hincapié Gardner a La Raza.
Según Gadner, se necesita más apoyo económico de parte del gobierno federal y que los suburbios vecinos a Chicago, que son los que tienen más espacios y recursos, deben participar en el asunto y apoyar a la ciudad en esta crisis humanitaria.
Sobre si en esta crisis humanitaria el gobierno de Chicago ha hecho algo bueno, Ana Gil García, cofundadora de la Alianza Venezolanos en Illinois dijo: “Claro que sí, ignorar lo que se ha hecho sería realmente no reconocer que se hizo y que se continúa haciendo un gran esfuerzo ante una situación inesperada, una situación sin planificación, algo que yo creo que ninguna ciudad realmente, cuando no tiene ningún preaviso para poder planificar, tuvo la respuesta que tuvo Chicago”.
“Ahora, yo decir que todo es bueno, no. Ante lo imprevisto ha habido como ensayo y error, se ensayó con los hoteles, estamos ensayando con los parques públicos de Chicago, ese es otro ensayo, yo creo que a lo mejor no va a funcionar, porque eso pone a los inmigrantes en una situación adversa porque el residente de Chicago que llevaba a los niños a ese lugar ahora no los puede llevar porque lo están ocupando los migrantes”, explicó Ana Gil García.
Gil García añadió que “como organización [la Alianza Venezolanos en Illinois] sería irresponsable de mi parte decir que no ha habido la atención suficiente. La ha habido, lo que pasa es que la magnitud del problema es más grande de lo que se pensó… Se ha hecho todo lo posible y se continúa haciendo para subsanar toda esta crisis humanitaria que le llegó [a la Ciudad de Chicago] de repente y que no tenía ningún plan de acción como para afrontar esta situación”.
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