Centro San Bonifacio brilla en promoción de la salud, empoderamiento y prevención de la violencia en Chicago

Esta organización comunitaria de larga data establecida en el noroeste de la ciudad ofrece programas que ayudan a familias latinas e inmigrantes de Chicago a cuidar su salud mental, superar los efectos de la violencia y lograr un desarrollo integral

Promotoras de salud se reúnen para hablar sobre su trabajo en los distintos programas que el Centro San Bonifacio desarrolla en el noroeste de Chicago. (Belhú Sanabria / La Raza)

Promotoras de salud se reúnen para hablar sobre su trabajo en los distintos programas que el Centro San Bonifacio desarrolla en el noroeste de Chicago. (Belhú Sanabria / La Raza) Crédito: Impremedia

La resiliencia es la capacidad de adaptación de las personas frente a los desafíos o situaciones adversas mediante la flexibilidad mental, emocional y conductual. El poner en práctica ese concepto y sobreponerse a la pérdida más dura que puede vivir a una madre, la muerte de un hijo, es la batalla con la que a diario lidia Erika Barrera, de 43 años.

Ella trata de sonreír ante el lente de la cámara de La Raza, pero su tristeza se nota a simple vista. Sin embargo, ella considera que compartir su historia puede ayudar a otras personas a salir adelante.

En plena pandemia de covid-19, cuando la muerte era una amenaza patente en Chicago, el hablar sobre salud mental se volvió una constante, incluso acaparó titulares en los medios de comunicación y en las redes sociales.

La salud mental es clave para el bienestar individual, pero también lo es para el de las familias y las comunidades. Los problemas de salud mental son, con dramática frecuencia, causa de violencia, de inseguridad y de dolor.

Barrera padeció depresión durante la pandemia y no ha sido la única, pues fue ha sido mal común local, nacional e internacional a causa del distanciamiento social, el confinamiento y el temor al virus, que en Chicago afectó con mayor fuerza a los habitantes de los barrios más vulnerables de la ciudad, entre ellos los latinos.

Barrera no solo tuvo que lidiar con el covid-19 sino también, en 2021, con la muerte de su hija de 13 años. La chica tenía depresión, perdió la batalla, se suicidó.

La muchacha nunca dio señales de que iba a acabar con su vida. Barrera le preguntaba si la molestaban en la escuela, si le hacían bullying, le propuso varias veces cambiarla de plantel, salir al parque. La niña no quería. También tenía temor de contagiarse del coronavirus, explicó Barrera, mientras sus lágrimas corrían por su rostro al recordar a la menor de sus tres hijos.

“Mi hija, de 13 años, era una niña tranquila, callada. Ese fue el problema, nunca me dio una señal. Aunque como ocurrió lo de la pandemia del covid, creo que fue eso, por la depresión que nos dio, porque anuncios decían que a lo mejor no íbamos a salir de este virus. Quizás ella se sintió traumada”, señaló Barrera en entrevista con La Raza.

Tras la muerte de su hija Barrera no salía de su casa, estuvo en sus inicios enfrentando la etapa de duelo sola, con depresión y sin ayuda, pero después se animó a tomar acción.

“Como un año yo no salía de mi casa, después que vine al Centro San Bonifacio para llevar el curso empecé, como dicen, ‘a despertar’ porque no es nada fácil superar la pérdida de un hijo. Pero tenemos que salir adelante porque nuestra familia nos necesita”, destacó la madre, que además tiene una hija de 22 años y un hijo de 20.

Navegando por las redes sociales Barrera vio un anuncio en la página de Facebook del Centro San Bonifacio y decidió participar. Barrera fue parte del curso de capacitación ‘Salud y Bienestar Socioemocional’.

“Tomé el curso en octubre y lo terminé en diciembre, fue una experiencia muy buena, porque a veces uno tiene tristeza, muchos sentimientos y lo que hicieron ellos fue ayudarnos. En mi caso, a cómo se puede llevar un duelo, cómo uno puede salir adelante, porque uno a veces no sabe lidiar con las emociones”, dijo Barrera.

El Centro San Bonifacio asiste a familias de los vecindarios de Avondale, Hermosa y Belmont Cragin, en el noroeste de Chicago.

Semillero de promotores de salud

El Centro San Bonifacio nació en 1991 tras el cierre de la iglesia del mismo nombre. Tiene como objetivo principal entrenar y movilizar promotores de salud dentro de la comunidad latina inmigrante de Chicago. También ofrece programas a niños, jóvenes y adultos.

Carismática, de semblante alegre y con entusiasmo, Martha Prado, de 71 años, recuerda la historia del Centro San Bonifacio, ya que ella fue feligrés de esa iglesia y una de las personas que fundaron esta organización sin fines de lucro hace más de tres décadas.

“Me enorgullece ver cómo ha crecido el centro, especialmente con la atención de las promotoras de salud que se han interesado en ayudarnos, en apoyarnos, y ellas en agarrar una carrera, porque yo lo veo como una carrera”, hizo hincapié Prado, quien es coordinadora del programa de promotoras de salud.

Varios de los promotores de salud que trabajan en agencias y clínicas comunitarias tanto locales como nacionales se han capacitado en el programa que brinda el Centro San Bonifacio.

Prado destacó que son pioneros en Chicago en ese campo. “El Centro de Salud Erie y el Departamento de Salud de la ciudad nos prepararon para ser el primer grupo de promotores de salud, fue así como nosotros pudimos entrenar a nuestra comunidad”, resaltó.

Su liderazgo en materia de capacitación de promotoras de salud le ha traído al Centro San Bonifacio reconocimiento local, nacional e internacional.

El enfoque del Centro San Bonifacio es empoderar a la comunidad a través del programa de promotoras de salud, el cual dura 16 sesiones. Al final de toda la capacitación, a las personas se les entrega un certificado de participación que los acredita como promotores.

Este curso para promotores es gratuito y la edad mínima para que una persona sea admitida es 18 años.

Las promotoras de salud ofrecen educación y referidos a servicios de mayor necesidad y buscan mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas latinas. Trabajan no solo en clínicas comunitarias sino también en algunos hospitales.

Marina Patiño, directora de programación de promotoras de salud del Centro San Bonifacio, dijo que, por medio de la organización, las promotoras de salud brindan recursos gratuitos y divulgan información que la comunidad necesita. Las promotoras de salud se han percatado de que algunas personas no se atienden por falta de seguro médico o porque carecen de recursos económicos.

La comunidad tiene confianza con las promotoras de salud, porque comparten la misma cultura, hablan el mismo idioma y se explican de una manera sencilla, señaló Patiño. “Las promotoras somos muy esenciales para la comunidad porque brindamos el apoyo o a veces brindamos esa confianza que las personas no tienen con sus doctores o con las personas que las atienden”, remarcó.

El gobernador de Illinois, JB Pritzker, otorgó un reconocimiento a las promotoras de salud del Centro San Bonifacio por las labores hechas durante la pandemia de covid-19 en las comunidades de color, que incluye a las latinas. Muchas de las promotoras arriesgaron su vida en medio de la pandemia, saliendo a las calles a educar a las personas sobre cómo evitar contraer el virus.

“El gobernador Pritzker reconoció que gracias a la labor de los promotores de salud habíamos hecho frente a la pandemia y que habíamos ayudado muchísimo a bajar el índice de contagios del coronavirus”, señaló Alejandra Menéndez, directora ejecutiva del Centro San Bonifacio.

Promotoras de salud se reúnen para hablar sobre su trabajo en los distintos programas que el Centro San Bonifacio desarrolla en el noroeste de Chicago. (Belhú Sanabria / La Raza)
Crédito: Impremedia

Educación y alcance

“La salud mental para nosotros es una parte muy importante porque somos un todo integrado. Para poder hablar del bienestar de las familias, tenemos que hablar de una integración de salud física, salud emocional y salud mental”, dijo Menéndez.

Para el centro es clave que, en el área de salud mental, existan programas enfocados en la comunidad latina inmigrante y que estén a su alcance.

Menéndez dijo que el acceso a servicios de salud mental para la familia migrante está muy limitado, ya sea porque no tienen seguro médico, porque la terapia es costosa o porque la lista de espera es muy larga.

“Nosotros no damos terapia, nosotros ayudamos a que la gente adquiera herramientas de salud emocional con la que ellos puedan lidiar con los problemas de la vida diaria, con las situaciones de estrés y ansiedad”, destacó Menéndez a La Raza.

En el Centro San Bonifacio también ofrecen educación y prevención en salud emocional a través del curso de capacitación ‘Salud y Bienestar Socioemocional’.

Rosalba Moreno participó en ese curso junto con Rosa Macías, Delia Bermúdez y Erika Barrera, entre otras personas.

Moreno dijo que la infidelidad y la violencia doméstica por parte de su pareja afectó su autoestima, ella toma medicamentos para la depresión y ansiedad. “Estoy aprendiendo a valorarme, a que la gente no me esté subestimando, a no creerle a las personas que me digan que no valgo, que no sirvo. El curso me ayudó a valorarme más”.

Los hijos de Macías ya han notado el cambio en su madre. “Mis hijos me dicen: ‘mami has cambiado bastante’. Sí, porque las clases me ayudaron a ser mejor madre para ustedes”, les responde la mujer, quien reconoció tener carácter fuerte.

Por medio de una feria de salud fue como Macias se enteró de los programas del Centro San Bonifacio. “Primero tomé la clase para promotoras de salud y después el curso ‘Salud y Bienestar Socioemocional’. Me gusta aprender de todo, pero lo que me motivó a seguir capacitándome fue ser mejor madre para mis hijos”.

Hay muchas mujeres latinas que se quedan calladas en muchas cosas que les están pasando, por no saber a dónde recurrir o de qué forma las pueden ayudar, dijo Bermúdez, quien se animó a tomar el curso por recomendación de Moreno.

Bermúdez quería aprender a lidiar con un adolescente, “son cambios muy fuertes”, dijo.

Ella estaba batallando con una cuestión de bullying en la escuela en la que su hijo, de 14 años, era la víctima.

A causa del impacto del bullying, el muchacho pensó en suicidarse. En el caso de Bermúdez, su hijo sí dio señales. “Encontré una carta de él, fui y hablé con la escuela. Lo que hacen [en la escuela] no es prácticamente ayuda, es como culparte de lo que está pasando, te llama la trabajadora social, como que te culpan a ti, se deslindan de las responsabilidades que hay en la escuela”.

Bermúdez dijo que hizo un reporte a la policía sobre lo que sufría el niño porque, según ella, en la escuela no tomaban acción y los padres del menor agresor tampoco. “Tras el reporte, solo así hicieron caso, pusieron al niño con una persona que estuviera a lado cuidándolo”.

Ese incidente quedó superado, ocurrió en octavo grado, actualmente su hijo asiste a la escuela secundaria.

Bermúdez dijo que poner en práctica lo aprendido en el curso le ha ayudado mucho. “Mi hijo ahora tiene más confianza para decirme las cosas, hablamos más, hay mayor conexión con él”.

Un centro comunitario con aroma de café

En la mayoría de los cafés de Chicago las personas se reúnen para disfrutar un simple café americano y también para organizar reuniones, citas y trabajos remotos.

Pero hay un café en el noroeste de la ciudad, el Café Fénix, ubicado en 2959 N. Pulaski Rd., que se distingue no solo por la venta de bebidas, postres o tortas, sino porque opera en el mismo edificio donde funciona un centro comunitario de larga data en el que se gestan programas para las familias latinas inmigrantes.

“Les apoyamos para que pudieran abrir el negocio, ahora son la cooperativa Café Fénix, está en el mismo edificio del Centro San Bonifacio pero es independiente. Después de que se les empoderó, ellas pudieron abrir su negocio, ahora se les ayuda con la renta del espacio, del lugar, para que tengan donde desarrollar su negocio”, detalló Menéndez en entrevista con La Raza.

Marina Patiño, Araceli Ocampo y otras seis personas se embarcaron en el negocio desde cero y actualmente Café Fénix tiene cinco años.

“Empezamos ocho personas, nos dieron el entrenamiento de cómo llevar una cafetería, sin un nivel de educación académica, no teníamos nada de experiencia en la parte administrativa, cómo atender a los clientes, manejo de comida, cómo utilizar las máquinas para preparar café… No teníamos ni idea, pero nos empoderaron, ahora tres personas operan el café”, dijo Patiño.

Este negocio fue liderado desde sus inicios por mujeres voluntarias que participaron en un programa de emprendedoras de negocios en el Centro San Bonifacio. 

Ocampo dijo que muchos de sus clientes no sabían que en el mismo edificio donde funciona Café Fénix opera el centro comunitario. “Nosotras empezamos a decirle que, aparte de ser una cafetería, esto es un proyecto del Centro San Bonifacio donde se imparten muchas actividades”.

Los clientes vienen al café y a la vez piden información, por ejemplo, sobre talleres de asesoría legal gratis o ubicaciones de las clínicas comunitarias a bajo costo, para lo cual las promotoras de salud, si tienen esa información, la proporcionan a quien la necesita.

El Café Fénix, ubicado en el mismo edificio que el Centro San Bonifacio, ha permitido el empoderamiento empresarial de sus fundadoras y ofrece oportunidades de empleo que aparta a jóvenes de la violencia callejera. (Belhú Sanabria / La Raza)
Crédito: Impremedia

Barismo y prevención de violencia

Una subvención del gobierno federal ha hecho posible la formación de baristas en la cooperativa Café Fénix.

Este programa de baristas es pagado por el gobierno federal mediante una subvención para la prevención de violencia y trabajo con la juventud, dijo Menéndez.

El aprender sobre barismo ha ayudado a jóvenes a trabajar su parte emocional, a aprender un oficio y a mantenerse alejados de la violencia callejera.

“Teníamos chicos que estaban muy deprimidos, que no salían de sus casas para nada. Los traían al programa de baristas y después del curso conseguían trabajo hasta de mánager”, destacó Menéndez. Y agregó: “otros chicos ya no querían seguir estudiando, pero después de ser parte del programa de baristas su perspectiva cambió y regresaron a la escuela”.

Algunos de los jóvenes, además de que se entrenan como baristas, se involucran en programas para ver si tienen vocación de servicio a la comunidad o talento para ser tutores de niños. Los llaman los maestros del futuro.

Este programa de baristas es para jóvenes de 15 a 22 años.

Además, ‘Juntos brillamos’ es un proyecto que cobija varios programas como el club de artes plásticas para niños y familias; la noche de bohemia con enfoque en música, poesía y cuentos; el club de tutoría para niños y adolescentes; el club de lectura; el club de jardinería; el curso ‘Salud y Bienestar Socioemocional’ y la formación de baristas en Café Fénix, por mencionar algunos.

“Tenemos todo un proyecto que se llama ‘Juntos Brillamos’ y de hecho estamos trabajando en prevención de violencia. Y dentro de todo este proyecto tenemos varias actividades que realizamos para poder trabajar con toda la familia”, dijo Menéndez.

Un ‘Welcoming Center’ en Centro San Bonifacio

Recientemente, el Centro San Bonifacio ha sido designado por el Departamento de Servicios Humanos del Estado de Illinois como Welcoming Center (Centro de Bienvenida) para migrantes llegados desde la frontera sur a Chicago.

Aliria Vilera, gestora de casos en el Centro de Bienvenida en esa organización sin fines de lucro, trabaja junto con cuatro promotoras de salud en ofrecer servicios de apoyo para atender las necesidades de los migrantes, en su mayoría solicitantes de asilo.

Vilera dijo que el Centro San Bonifacio está expandiendo este servicio ante la nueva realidad que se vive en el estado de Illinois y en general en Estados Unidos, con la llegada masiva al país de estos migrantes, en su mayoría solicitantes de asilo.

“Se están dando oportunidades a través del Departamento de Justicia y del Departamento de Servicios Humanos para unos apoyos con relación a que conozcan sus derechos como migrantes, pero también que tengan la comunicación y la información adecuada, para que puedan canalizar lo que son sus necesidades, para mejorar su estatus migratorio y tener una mejor calidad de vida en este país”, explicó Vilera a La Raza.

En vista de que la demanda ha sobresaturado las posibilidades de apoyo en cuanto a alojamiento y la posibilidad de obtener empleo y recibir servicios de salud, se está trabajando de una manera integrada en diferentes organizaciones, entre ellas el Centro San Bonifacio.

Según Vilera, las acciones para solventar las necesidades más inmediatas se centran en que los migrantes tengan apoyo en salud y cuenten con alojamiento en albergues donde ellos puedan cubrir, por el momento, sus necesidades de hospedaje y alimentación.

“Esta es una situación que realmente es considerada una emergencia, y lo que hay que buscar entre las diferentes organizaciones es tomar acciones bajo planes que permitan una posibilidad de adaptación, con educación, con formación y con compromiso”, puntualizó Vilera.

Contacto con Centro San Bonifacio

Dirección: 2959 N. Pulaski Road, Chicago, IL 60641

Teléfono: 773-453-5327

Correo electrónico: staffofcsb@gmail.com

Sitio web: www.sanbonifacio.org

La producción y publicación de este reportaje de La Raza han sido posibles gracias al apoyo del Chicago Community Trust a través de su programa Cross Community Impact.

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