La magnífica Calle 26, sus arcos y la comunidad de La Villita en Chicago
Con corazón mexicano, La Villita es centro de una tremenda actividad económica, social y cultural que muestra el valor de las comunidades inmigrantes
En el libro Narrar lo propio, publicado por la UNAM en Chicago y editado por Sylvia Aguilar Zeleny, nueve mexicanos y mexicanas cuentan sus vidas como inmigrantes en esta ciudad.
Juan Dies, el fundador de la agrupación Sones de México, ahí cuenta una interesante anécdota.
Juan inmigró de joven al estado vecino de Indiana en donde trabajaba su padre. Era una comunidad carente de inmigrantes mexicanos y Juan era uno de los pocos mexicanos en su escuela.
Una vez, cuenta Juan, el viajó a Chicago y pudo visitar la Calle 26, fue a un supermercado y lo que encontró lo sorprendió. Se gasto 100 dólares en varios productos que él no encontraba en Indiana en la década de 1980.
“Mi intención era llevármelos a Indiana para compartir con mi familia: xoconostles, queso fresco, tortillas de nixtamal, chiles en escabeche de Herdez, epazote fresco, ates de membrillo, cajeta marca Coronado, chocolate Carlos V, jugos de fruta Jumex, pulparindos, chicles Canel’s y un montón de cosas más”, escribió Dies en el libro.
Al llegar a la cajera para pagar sus compras, esta le pregunto: “Usted no es de aquí, ¿verdad?”
“¿Cómo lo supo?”, le contestó un sorprendido Juan Dies.
“Pues por todo lo que trae en ese carrito”, le dijo la amable cajera.
Y como dicen en la tele, no se vaya porque aún hay más.
En el libro Barrio América. How Latino Immigrants Saved the American City, por el autor A.K. Sandoval-Strauss y publicado por Basic Books en 2019, se datalla cómo los inmigrantes en su mayoría mexicanos salvaron a dos comunidades en deterioro en la década de los años 1960 y 1970.
Esas dos comunidades fueron Oak Cliff, en Dallas, Texas, y La Villita en la ciudad de Chicago.
Sandoval-Strauss le da a Richard A. Dolejs, quien falleció el 17 de diciembre del 2021 a los 92 años, el crédito de sacar la idea de renombrar a la comunidad de Sur Lawndale como Little Village, la cual para los inmigrantes mexicanos se convirtió en La Villita.
Los inmigrantes latinos, dice Sandoval-Strauss, son los que infunden nueva vida, nuevas ideas y nuevos proyectos a ciudades en decadencia como Dearborn, Michigan, la cual, si no fuera por los inmigrantes árabes ahí, de esa ciudad solamente existirían las ruinas.
Dolejs, quien trabajaba en su negocio de bienes raíces, empezó a facilitar la compra de casas a los nuevos inmigrantes mexicanos y con el tiempo La Villita se convirtió en lo que es hoy: una zona comercial de inmigrantes mexicanos reconocida a nivel nacional.
Y aún hay más. No se vaya. Una chispa, una idea a veces puede hacer toda la diferencia.
Mike Amezcua, profesor de historia de la Universidad Georgetown, en su libro Making Mexican Chicago: From Postwar Settlement to the Age of Gentrification y publicado por the University of Chicago Press en 2023, da crédito a la pionera y mujer de negocios mexicana Anita Villareal de poner al frente la idea de construir unos arcos en la Calle 26 para que le diera realce y atención a esta zona comercial.
Villareal nació en Kansas City, Kansas, de padres mexicanos y falleció el 25 de julio del año 2001.
Claro, otros también han de haber ayudado a Villareal, pero Amezcua asegura en su interesante libro que fue Villareal la que puso a la Calle 26 en el mapa del país con los arcos construidos en 1990.
Tanta fue la novedad de estos icónicos arcos que hasta el presidente de México, en ese entonces Carlos Salinas de Gortari, del partido PRI, visitó la Calle 26 para inaugurar los arcos en 1991 y entregar un reloj de bronce a la comunidad de La Villita.
Cuenta la historia que unas 2,000 personas asistieron a la inauguración de los arcos de La Villita en donde ahora turistas de todo el país, pero más del medio oeste, se toman una selfie para luego irse de compras y después a un restaurante mexicano, ya que en la Calle 26 hay más de 100.
La magnífica Calle 26 y su impacto
La vida entera de una comunidad como La Villita y su mejor logro la Calle 26 no se pueden contar en un solo artículo.
Todo el drama, los esfuerzos, el sacrificio, la alegría, los triunfos y las derrotas solo caben en un libro entero y a veces hasta en un documental de dos horas y quizás en alguna película.
Pero lo que sí se puede hacer aquí es contar la historia y el impacto de la Calle 26 en cifras, números, estadísticas que nos muestran la historia de esta comunidad como la suma total de las contribuciones de miles de inmigrantes mexicanos que, siendo descendientes de los antiguos aztecas, hacen uso de su ingenio, sus recursos y su fuerza laboral para construir un futuro.
Sí, un futuro mejor.
Sí, un futuro con fuerza.
Un futuro con vitalidad y lleno de promesa.
Y eso, amigos lectores, es La Villita y la Calle 26.
El comercio en La Villita
La Calle 26, que se extiende del oriente al oeste por dos millas desde la Avenida Sacramento hasta la Avenida Kostner, cuenta con más de 500 negocios.
La Calle 26 tiene ventas anuales de $900 millones de dólares y solo la Avenida Michigan, la cual tiene ventas anuales de $1,800 millones, la supera.
Tan solo en un fin de semana, 20,000 autos viajan a lo largo de la Calle 26. Un total de medio millón de personas, mayormente mexicanos, viven a solo 10 minutos por auto de ahí.
Fue el alcalde Rahm Emanuel quien bautizó a la Calle 26 como “esa otra milla magnifica”.
Entre los numerosos comercios de La Villita figuran 124 tiendas que ofrecen diferentes servicios, 110 restaurantes, 96 tiendas minoristas y 81 tiendas de venta de ropa.
Hay 26 estéticas para la belleza y corte de pelo y 33 tiendas o supermercados de comida.
Hay 31 lugares donde venden autos o hacen reparaciones, 26 lugares que venden mercancía en general, 21 contratistas que reparan edificios.
Hay 19 puestos de comida mexicana como tamales, champurrado y fruta.
Hay 9 tiendas o almacenes que venden muebles, 8 negocios para el cuidado de la salud, 6 tiendas de deportes, 5 tiendas que venden licor y 3 ópticas para los ojos.
Esto según La Cámara de Comercio La Villita de un folleto de diciembre de 2012. Las cifras actuales, es de suponer, son aún más brillantes.
La población de La Villita
Según datos del Censo de 2020, un total de 64,336 personas radican en La Villita a ambos lados, norte y sur, de la Calle 26. Los hombres son un total de 32,332 y las mujeres 32,003.
La edad media de la población de La Villita es 34.1 años. Los que son ciudadanos y nacidos en este país ahí son 42,109 y los que no son ciudadanos son 12,354.
En términos de empleo, un total de 18,304 personas en La Villita trabajan en trabajos considerados de oficina o de cuello blanco. Otros 7,891 trabajan en empleos de cuello azul en fábricas y otros lugares.
Otras 2,210 personas laboran en sus propios trabajos y oficios. 17,983 trabajan en compañías privadas. Además, 2,386 hispanos de esta área trabajan para el gobierno, ya sea local, del condado, estatal o federal.
La densidad de la población en La Villita es de 12,000 personas por cada milla cuadrada.
Los hogares en La Villita
Hay un total de 22,298 hogares en La Villita, con un promedio de tres personas por cada casa o apartamento.
Del total de hogares, 13,977 son considerados hogares familiares o sea que ahí viven familias.
Los ingresos medios en esta parte de la ciudad son $53,966 al año. Cada hogar tiene un promedio de ingresos familiar de $64,342.
En La Villita los casados son 19,709 personas y los no casados son 25,871. Y en La Villita un total de 17,646 personas manejan su propio carro. Un total de 2,650 personas usan la transportación publica de la CTA.
Conclusión: una visita al México de afuera
Para el escritor Ernest Hemingway, de Oak, Park, Illinois, la ciudad de París, Francia, donde vivió casi toda la década de 1920, fue una fiesta móvil, como él lo dijo en su libro A Moveable Feast en donde relató sus recuerdos de su juventud en Paris. Ahí escribió algunos de sus mejores libros y se refugió en los cafés de esa ciudad con varios otros escritores expatriados.
La Villita y su arteria comercial la Calle 26 también pueden ser una fiesta móvil de sabores, colores, olores, nostalgia, anhelo de un país lejano y texturas tanto palpables como del paladar.
Aquí, en lo que algunos llaman la ‘Capital mexicana del medio oeste’, usted puede encontrar un sarape, un cinto piteado, un par de botas vaqueras como también una carne en su jugo, un helado al estilo de México, una torta futbolera y más, mucho más.
También puede admirar bellos y llamativos murales, como la obra maestra del artista Roberto Valadez, pintada afuera en el lote de estacionamiento del banco Second Federal en el 2523 al Sur de la Calle Pulaski.
Y si usted se siente nostálgico aquí también puede encontrar un balero para recordar su juventud en México, esos dulces de su infancia como los halló Juan Dies y además puede tomarse un café en varios sitios con un delicioso pan dulce mexicano.
La Calle 26 es la resucitación de un barrio urbano que estaba ya por morir y que fue rescatado por los inmigrantes mexicanos.
Y si alguien en realidad quiere saber lo que pueden lograr los inmigrantes mexicanos solo basta decirle que cuando visite la ciudad de Chicago se dé una vuelta por la Calle 26 para que vea lo que la iniciativa y el valor y el sudor de los inmigrantes son capaces de soñar y lograr.
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La cobertura editorial de La Raza es posible en parte gracias al apoyo del Chicago Community Trust y de la iniciativa Press Forward.