“Mi embarazo y mi bebé son mi mejor medalla”: Paola Espinosa
Su estado de gravidez revela el lado 'vulnerable' de la legendaria medallista olímpica mexicana...
En estos días en que suele tocarse el vientre donde un niño crece en silencio la mexicana Paola Espinosa, medallista olímpica de clavados, reconoce estarse alejando de la imagen de persona invulnerable que muestra cuando hace sus clavados.
“Me volví más sensible, soy una mujer que parece dura, a veces lo soy, pero últimamente hasta algunas palabras me provocan ganas de llorar“, asegura Espinosa en entrevista con Efe.
Viste un vestido azul rey de mangas largas con una discreta cadena y una pulsera color plata. Su figura sigue estilizada porque lleva pocas semanas en estado de gravidez pero un brillo en los ojos delata su estado de gracia.
“No existe mayor medalla en mi carrera y me voy a sensibilizar más cuando conozca al bebé“, dice.
Campeona mundial en Roma 2009 y doble medallista olímpica, de bronce en Pekín 2008 y de plata en Londres 2012, en agosto pasado Paola rozó la posibilidad de ganar su tercera presea olímpica en Río de Janeiro y la frustración de no lograrla le provocó un llanto, con lágrimas diferentes a las de ahora, tal vez más saladas.
Por aquel tiempo se dio a conocer su noviazgo con el subcampeón olímpico de Londres 2012 Iván García y este mes trascendió que espera un hijo del deportista. “Es lo más feliz que nos ha pasado en nuestras vidas a él y a mí, ahora vivimos en Guadalajara y allí formaremos la familia”, explica y sorprende porque no es una mujer que acostumbre a hablar de su vida privada.
Ha ganado medallas en todos los tipos de campeonatos de su deporte, podría retirarse y lo haría sin pendientes, sin embargo sabe que las mujeres aumentan la fortaleza después de convertirse en madres y apostará a un regreso milagroso.
“No sé si me dé tiempo a competir en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla en el verano de 2018, pero quiero llegar en forma a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, no con la idea de competir, sino de pelear otra medalla“, anuncia.
Después de dos décadas en los saltos, Paola conoce de dolores y pocos saben que antes de competir en Río debió librar lesiones en dos de sus vertebras, una crisis de lumbalgia en el sacro y otra de nervio ciático. Algunos flecos de su pelo pintado en dos tonos de dorado se salen de la fila cuando cuenta la historia.
“El profesor cubano Pedro Gato me sacó del hoyo. Yo no podía moverme de la cama y su trabajo de fortalecimiento me regresó al alto nivel; es un hombre que sabe, pero influye más con su forma de levantarle la autoestima a una“, dice.
Menciona al caribeño porque será el único sobreviviente de su equipo de los últimos años cuando regrese a entrenarse, tal vez bajo las órdenes del entrenador de Guadalajara Iván Bautista, quien llevó a la plata olímpica a la pareja de Paola.
“Lo más seguro es que hable con Bautista para que me entrene. Volveré a competir pero en la prueba de trampolín de tres metros. No me es ajena y se adaptará más a mis posibilidades después del embarazo“, asegura.
Luego de haber volado desde la plataforma por los aires de medio mundo, Paola sabe lo que quiere, reconoce que a sus 30 años demora más para recuperarse de las cargas pero no todo es malo porque llega a la forma deportiva con menos trabajo. Su cuerpo tiene memoria y sacará provecho de ello en busca de nuevos triunfos.
El poeta español Joaquín Sabina sostiene que las personas solo se vuelven vulnerables cuando se convierten en padres. Paola Espinosa lo acepta y aunque pretende mantenerse entre las mejores del mundo, ese sueño será una especie de telonero de la mayor de sus ilusiones que hoy nada en su vientre y ella llama su mejor medalla.