Un escritorio desordenado te hace trabajar mejor
En ciertas situaciones el caos puede ser beneficioso para la creación, productividad y capacidad de adaptación
Si eres de los que pueden trabajar con el escritorio lleno de papeles, carpetas o post its pegados por todos lados, y que mueve los ojos cada vez que le dicen que ordene su escritorio, entonces prestá atención porque esto puede servirte para retrucar.
En un momento en que las modas de simplificación hacen furor, algunas voces están empezando a reivindicar un enfoque totalmente opuesto. “Muchas veces sucumbimos a la tentación de un enfoque ‘de orden y limpieza’ cuando sería mejor para nosotros abrazar cierto grado de desorden“, explica con seguridad Tim Harford.
¿Acaso el orden está sobrevalorado? En su libro Messy: The Power of Disorder to Transform Our Lives plantea un punto tan contra intuitivo como intrigante: en ciertas situaciones el desorden puede ser beneficioso para la creación, productividad y capacidad de adaptación. ¿Cómo es esto?
Más ordenados, ¿menos creativos?
Harford, que se especializa en ideas que suelen ir contracorriente (su anterior libro Adapt: Why Success Always Starts with Failure hacía lo mismo con el fracaso y los errores), trata de establecer el link entre desorden e improvisación en la creatividad.
Así, plantea que uno de los motivos por los cuales ponemos tanto empeño en ser organizados y limpios es porque tenemos la asunción de que esto beneficiará nuestra productividad. Pero lo cierto es que no siempre funciona así, y de hecho podemos estar perdiendo de vista el sentido estratégico de tener un poco de desorden en nuestros espacios de trabajo.
Uno de los estudios citados en Messy. es un paper realizado por investigadores de IBM y llamado “¿Estoy perdiendo mi tiempo al organizar mi mail?” La conclusión a la que llegan los investigadores es que es una falacia pensar que si organizas tu correo en carpetas y lo filtras vas a encontrar más rápido lo que estás buscando.
De hecho, luego de examinar 85,000 intentos de búsquedas, llegaron a la conclusión de que las personas que buscaban un mail en un árbol de carpetas curado y ordenado cuidadosamente tardaban más tiempo que sólo usando la función de una búsqueda.
¿Y qué hay del mito de que mantener el escritorio ordenado o tener los archivos físicos organizados mejora la productividad? Uno podría pensar que una cosa son los archivos digitales, después de todo la computadora está hecha para facilitarnos las tareas y generar atajos, pero otra muy diferente es el desorden en el mundo físico. Bueno, ésta parece otra falacia.
Se ha indagado en cómo difieren los distintos ambientes de trabajo de las personas y cómo esto incide en su productividad diaria, y resulta ser que una pila de papeles puede ser tan efectiva como un fichero indexado, y a veces, hasta más.
No tan desordenado como parece
Lo que para algunos es un desorden total para otros puede ser un esquema o estrategia distinta para encontrar sentido en el caos y hacer conexiones. En este aspecto David Kirsh un científico de la Universidad de California traza una útil división en cuanto a idiosincrasias de trabajo: los que tienen “hábitos ordenados” (“tidy type” o “neats”) y los de “hábitos caóticos” (“messy type” o “scruffies”).
Al respecto Kirsh plantea que el modo en que la gente se maneja al llegar a la oficina a la mañana es muy reveladora, y que analizando esto de cerca se pueden observar las diferencias para trabajar. Mientras que los “neats” se orientan con listas, agendas y calendarios, los “messy” se guían por las “pistas físicas” que hay encima de sus escritorios o en sus espacios de trabajo.
Un informe que quedó a mano para terminar, una carta para responder, una factura para pagar, etc. Por esto es importante dejar que las cosas estén un poquito desordenadas o fuera de lugar transitoriamente, ya que un escritorio totalmente despejado no deja ninguna pista o información respecto de lo que se necesita hacer, sugiere Kirsh.
Lo mejor de dos mundos
Al final del día los dos enfoques funcionan dependiendo para qué tipo de persona, y sin embargo Harford resalta que en algunas situaciones en más ventajoso el enfoque de la persona desordenada ya que impulsa la creatividad, que se beneficia sistemáticamente de cierto grado de desorden.
Dicen que “hay que ensuciarse para crear”. Y puede ser cierto. “Cuando las cosas están muy ordenadas es fácil que el aburrimiento se establezca y que la creatividad sufra”, ilustra.
Un ambiente leve o estratégicamente desordenado ofrece chance para disrupciones (y distracciones) que actúan como catalizadores para nuevas ideas, hábitos y creaciones, lo que algunos llaman “serendipia creativa”.
Como explica el blogger Shane Parrish, nadie ejemplifica mejor lo poderoso que puede ser el desorden en forma de disrupciones cuando se combina o usa en favor de la creación como Brian Eno, considerado una de las figuras más innovadoras en el campo de la música. Eno se plantea como objetivo combatir el aburrimiento estimulando el estado de alerta en el proceso de creación.
Es decir, el tener que enfrentar situaciones que no están bajo tu control y que requieren atención e improvisación. Para luchar contra el tedio y autoinducirse a estos estados que amplían el rango de posibilidades y estimulan las nuevas conexiones, Eno creó un sistema llamado “Estrategias Oblicuas”. Consiste en un conjunto de cartas con diferentes consignas que la persona que las recibe tiene que hacer y que se entregan cuando la acción o el pensamiento están estancados.
En suma, nadie te dice que desordenes o ensucies regularmente tu espacio de trabajo, pero un poquito de “desorden intencional” aquí y allá puede beneficiarte en maneras que tal vez no imaginabas.