Maestro durante el día, conductor por la noche
En la semana de apreciación al educador se evidencia que este sentimiento no llega a su cheque
Los maestros dedican su jornada laboral a enseñar a escribir, leer, historia y matemáticas entre otras materias a las generaciones de las que depende el futuro del país. Pero seis de cada 10 se ve obligado a alargar esta jornada y tener otro trabajo para compensar salarios que son significativamente más bajos que los del resto de profesionales de semejante formación.
Inmediatamente después de la Gran Recesión, entre 2011 y 2012, el porcentaje era menor (55.6%) pero aún alto, según ha verificado el centro de estudios Economic Policy Institute (EPI). En la semana de apreciación a los maestros este centro ha dado claridad a la situación de una profesión clave en el desarrollo de las familias y del país pero que pasa por momentos complicados para los profesionales como se puso de manifiesto el año pasado con las multitudinarias huelgas en estados como Los Ángeles, Oakland, Denver y estados como West Virginia, Oklahoma, Arizona entre otros.
El 44.1% de los que tienen una segunda ocupación siguen en el sistema escolar. Hacen asesoría (coaching) o actividades extraescolares de formación de alumnos u otros maestros. El 18.2% lo hacen fuera de su área profesional. La economía gig, conduciendo autos o haciendo trabajos a demanda, permite tener trabajos con cierta flexibilidad para cuadrar algunas cuentas.
Penalización salarial
El problema es que el año pasado la paga real (ajustada a inflación) media de los maestros en el país era $21 menor que en 1996. Se ha pasado de $1,216 a $1,195 semanales. Otros graduados universitarios han visto incrementar su cheque en estos años $323.
El salario de los educadores está penalizado, según EPI, frente al de otros licenciados en un 21.4% en todo el país. En Nueva York esta penalización es del 12.2% y en California del 16.5%.
En los años sesenta la situación era la contraria. Los encargados de la educación de los niños cobraban más que licenciados de semejante formación, sobre todo las mujeres. En los años sesenta cobraban casi un 15% más que el resto de profesionales. Con todo, los que peor lo llevan al hacer comparaciones son los hombres dado que la mayor parte de los hombres en otras profesiones cobran más que las mujeres, la penalización por elegir la profesión de enseñar a los niños y formar a las futuras generaciones es del 31.5% en este caso.
Los economistas de EPI explican que la erosión de la paga de los maestros frente a otros licenciados especialmente desde el comienzo de la Gran Recesión en 2008 es una decisión política. Hasta 24 estados dedican menos presupuestos a la educación que antes de la crisis y 10 de ellos han reducido la presión fiscal a través de recortes de impuestos principalmente. Los maestros de algunos de estos estados son los que han protagonizado algunas de las más llamativas manifestaciones y huelgas.
Buscar una alternativa a la enseñanza es algo que están haciendo muchos de ellos y por ello las escuelas están teniendo dificultades para cubrir las vacantes que se han triplicado desde el año escolar 2011-2012 hasta el 2015-2016. Y son vacantes que no son fácil de suplir porque con el fuerte momento que se vive en el mercado laboral hay menos personas que quieren dirigir su profesión a este área.
“Las escuelas están teniendo un mayor problema a la hora de retener profesionales con credenciales solventes”, explica el EPI en un informe en el que señala que los años de experiencia son menores y eso es un problema mayor para los centros de educación en áreas de mayor pobreza.
Pero no es solo un problema para las escuelas. “Un déficit de profesores perjudica a estudiantes, maestros y el sistema de educación pública en conjunto”, aclaran desde el EPI. “La falta de maestros cualificados y la inestabilidad de personal amenaza la capacidad de los estudiantes de aprender además de recudir la efectividad de los enseñantes”.
Para este centro, la falta de profesores y el la erosión de las condiciones de estos hace más difícil construir una reputación sólida para este trabajo lo que perpetua el déficit.