Por qué, por fin, este Rey León es una historia de África para el ‘Rafiki’ John Kani
El actor sudafricano interpreta al mandril-brujo Rafiki en la nueva versión live-action de "The Lion King"
A sus 75 años John Kani es una leyenda en Sudáfrica. Actor, director y dramaturgo en el exilio, perdió un ojo cuando la policía le dio una paliza al volver a su país en 1985 para ver a su padre. Había aparecido en una obra contra el Apartheid años antes. Pese a su larga carrera en el teatro, Hollywood no lo descubrió hasta su papel como T’Chaka, rey de Wakanda en “Black Panther” y “Captain America: Civil War”. Ahora Kani da voz al mandril-brujo Rafiki en “The Lion King” que se estrena el viernes 19 de julio. Hablamos con el actor del significado de una historia universal desde su estreno en 1994.
Pregunta: ¿Conocía El Rey León antes de este proyecto?
John Kani: ¡Por supuesto! Tengo 75 años. Además del cartoon vi el show en Broadway y en Sydney. Cuando vi “The Jungle Book”, que también había visto en dibujo animado, tenía algunas dudas. ¿Es el dibujo animado original más poderoso, más emotivo, que la nueva versión, en la que el oso luce más como un oso y no como Baloo? ¿Estoy escuchando al King Louie o a Christopher Walken, que le daba voz? Ésas eran mis cautelas con la nueva versión con imágenes “reales” por computadora.
Cuando Jon Favreau [director de las nuevas versiones de “The Jungle Book” y “The Lion King”] me pidió participar yo estaba haciendo “Black Panther” y vino al set. Acepté porque pensé que era una oportunidad increíble de contar la historia utilizando la tecnología de hoy día unida a la forma tradicional africana de contar historias. “Érase una vez, en la selva profunda, había una manada de leones liderada por este gran, generoso rey: Mufasa. Pero tenía un hermano que, como en Hamlet y Otello, como todos los hermanos jóvenes que están hambrientos de poder, quería destronarlo. Tiene su oportunidad y destruye la vida, la paz en ese valle”. ¡Wow! Sí, lo hago.
P.: Usted destaca la importancia de África en la historia. ¿Sentía que a la original le faltaba eso?
K.: En la versión original y en los musicales la historia no está localizada en ningún sitio. En el show lo que destaca son los muñecos, los trajes, el diseño, ¡la música brillante! Y quién tiene el papel principal. El dibujo animado era como Mickey Mouse. Tenía la sensación de que no me hablaba a mí, era para niños. Esta versión se abre y crea un mundo real en el que te están invitado a entrar. Te sientes como que estás en el medio de la Reserva del Serengeti, en el delta del Okavango en Bostwana, y que tienes la oportunidad especial de ser testigo de la historia de esta manada de leones que te fascinan, pero a los que también temes. He hecho un par de películas donde interactuamos con leones reales y son mucho más grandes de lo que te imaginas. ¡Son enormes! Y esas experiencias me afectaron, porque me considero un contador de historias africano.
P.: ¿Se identifica con Rafiki?
K.: El hecho de que yo y Rafiki tengamos más de 75 años nos hace compartir la urgencia de traspasar la tradición oral, la historia de nuestra gente. La juventud hoy, especialmente en Sudáfrica donde desde 1994 somos un país democrático, vive como si nada hubiera pasado antes. Cada generación piensa que las anteriores no hicieron nada importante para mejorar sus vidas. En esta historia, Rafiki es el custodio de la historia de la manada, la cultura, el respeto, el entendimiento… de una forma muy misteriosa y traviesa. Ésa fue mi interpretación de Rafiki.
P.: Rafiki no tiene muchos diálogos, pero es muy central a la historia…
K.: Al principio de la película Rafiki presenta a la nueva generación, a Simba. Es desde sus manos donde empieza la historia de esta manada. Él bautiza a Simba con la magia africana en su frente. La película sigue a Rafiki como testigo de los eventos. Tú eres consciente de que él está ahí. Por eso la dirección de Jon Favreau vuelve una y otra vez a Rafiki, para recordarnos que estamos viendo lo que él ve; que estamos escuchando la historia como él la cuenta.
Scar, tras la muerte de Mufasa, se corona a sí mismo, como pasa en muchos países con los dictadores que se autoproclaman. Scar es el más corrupto, el más brutal, el más hambriento de poder… Hay muchas caras en África -y en todo el mundo- que se parecen a Scar. Entonces el único comentario que pudo salir de Rafiki fue: “Dios, ayúdanos”, en la lengua indígena. Jon, en ciertos momentos, me permitió utilizar mi lengua indígena como expresión de lo que yo siento. Esas palabras, ese dialecto, anclan la película como una historia africana. Se está usando el dinero y la tecnología de Hollywood para contar una historia de África.
P.: ¿Por qué El Rey León ha tenido tanto éxito?
K.: Cuanto mayores nos hacemos, más nos acercamos a nuestra juventud, especialmente a las edades entre 3 y 7 años, cuando las cosas eras fascinantes, cuando los pájaros cantaban, cuando los animales hablaban en las historias, cuando todo era inocente y nuestras mentes eran impresionables. Aquí volvemos a eso. Es el niño que tenemos dentro. Aunque uno tenga 80 años, es el niño dentro de ti el que va al cine y ve la historia del Rey León y se cree totalmente que esos animales están hablando entre sí en tu idioma, lo cual es totalmente imposible.
Por eso el Rey León les hace enamorarse, pelear, odiar… y crea una comunidad de animales. Incluyendo lo imposible, porque Simba se hubiera comido a Timón y Pumbaa desde el primer momento, pero establecen una amistad entre el depredador y la presa. ¿Y no es eso lo que queremos en la vida?, ¿qué no haya guerras, que no haya enemigos, no más “nosotros y ellos”? ¿No podemos ser una gran familia por una vez? En esta película los animales nos muestran que podemos conseguir esa coexistencia pacífica con la naturaleza y con nosotros mismos.