Un negocio para recortar y conversar
Eric Alemán empezó en el oficio de barbero como hobby, le gustaba recortar y el ambiente abierto a la plática. Ahora tiene su propio negocio y sueña con abrir más locales donde seguir hablando.
Eric Alemán se encontró a gusto en las barberías desde que era pequeño porque le gustaba el ambiente, en especial la conversación sobre deportes, política o el barrio. Le gustaba que los hombres fueran a recortarse el cabello y la barba y conversar. “Lo uno iba de la mano con lo otro”.
Hoy este hijo de emigrantes hondureños y nacido en Sunset Park, Brooklyn, es el dueño de una moderna barbería, Kings of Kings Barbershop. Su negocio lleva abierto nueve años, aunque ha ido cambiando de locales. Ahora está asentado en Industry City, una terminal portuaria llena de almacenes que ha sido reconvertida en un centro de producción, comercial y de oficinas en un barrio con una fuerte comunidad latina.
En King of Kings hay varios sofás donde se pueden sentar cómodamente los clientes a esperar el turno en una de las tres sillas en las que trabajan Alemán y otros dos barberos. Y conversar.
La decoración tiene un aire vintage que realmente son recuerdos de la infancia de este joven de 36 años. La señal del B63, el autobús en el que más se ha movido, su gorra de baseball, recuerdos de su infancia, incluidos los cupones de comida, enmarcados, con los que vivía su familia.
Alemán practicó en casa de un amigo donde estuvo años recortando el cabello de sus amigos y las primeras barbas. Su hermano le había regalado su primer equipo de barbería cuando tenía 13 años. “Era mi juguete”, dice. Un juguete que le puso en el camino de la práctica y replicar con sus medios lo que naturalmente pasaba en las barberías. “En ese momento no teníamos facebook, nos reuníamos para vernos y platicar”, dice.
Empezó como hobby pero le dedicó mucho tiempo y aunque ha manejado un taxi su idea de hacer un negocio de aquello que tanto disfrutaba estaba determinada.
Empezó a ahorrar y comprar cuando tuvo oportunidad lo que iba necesitando. “Si veía una silla de barbero, la compraba y la metía en un storage. Lo que veía o tenía oportunidad lo iba comprando y se quedaba almacenado hasta que abriera, era un proceso, iba poco a poco”, cuenta.
Finalmente abrió en Sunset Park, su barrio de siempre, en un edificio nuevo a pocas cuadras de Industry City pero en un segundo piso. No era un local con exposición a la calle como suele ser este negocio.
“Me gustaba la localización porque entonces ya estaba viniendo gente nueva al barrio. Vi que había movimiento y me quise acercar”. Alemán siempre se ha movido con su negocio en la comunidad que conoce y que se ha ido expandiendo con Industry City.
Se cambió de local dos veces más hasta que finalmente desembarcó en el local actual del gran complejo comercial e industrial de Sunset Park. Muy cerca de su puerta principal se han abierto restaurantes, bares y destilerías, tiendas con producción propia artesana, además de localizarse oficinas. Es un centro que atrae a muchas personas de toda la ciudad, lo que abre muchas puertas para nuevos clientes a Alemán sin salir de su barrio.
Está contento con la carga de trabajo y la marcha del negocio. Dice que lo que sorprendentemente le ha resultado más fácil en toda la aventura empresarial ha sido encontrar “el apoyo y amor de mi vecindario. Sobre todo, al principio, cuando me moví de tienda a tienda. Hay mucha gente que me ha apoyado, mi madre y muchas familias que me han prestado su mano amiga”.
No obstante, no todo fueron apoyos. Dice que para abrir un negocio ha tenido que aprender a no dar importancia a quienes dudaban de lo que estaba haciendo y no creían en él. “Hay que tener fe en el ángulo que se quiere dar al negocio e ir tras lo que uno quiere hasta abrazarlo completamente”. Es un consejo de su madre que mantiene como idea clave.
Si pudiera hablar con el Eric joven habría dicho que no se preocupara “de las cosas que no se entienden o de las dudas de los otros, abraza a la gente que está contigo”.
“Al principio no tenía tantos clientes” confiesa, “pero sabía que con el ambiente que traía podía llegar a cada vez más gente”. Hasta ahora su marketing se ha basado en las referencias que daban sus clientes pero dice que tiene que cambiar eso, darle un empuje.
Alemán tiene una barbería, pero fiel a su idea de crear un lugar de conversación y encuentro quiere ampliar su negocio en torno a esta idea. Considera poder abrir un Cigar Lounge, un lugar donde sentarse, disfrutar de lo que se hace y abrir pláticas.
Pero antes de ampliar con nuevas líneas de negocio este empresario quiere abrir la posibilidad a servir como plataforma para aprendices, para jóvenes del barrio que quieran poner en práctica en este oficio y servirse de su experiencia como guía.
“Estoy estudiando y yo mismo formándome para ver cómo lo hago”, explica.
Lo más difícil
Con Eric Alemán trabajan otros dos hombres en el King of Kings. Uno de ellos ya lleva seis años con él.
Y esa es una relación que no siempre es fácil de encontrar. “Lo más difícil este encontrar personas como él, que tengan la misma actitud que uno con el trabajo, cuyas ideas se alinean con las mías, que tengamos la misma visión”.