Lecciones y resultados de la solidaridad y la resistencia contra la migra en Chicago
Organizadores de Chicago comparten sistemas de respuesta rápida mientras Charlotte enfrenta una intensificación de la aplicación de leyes migratorias
Manifestantes exigen que los agentes de la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE) y otras fuerzas de aplicación de las leyes migratorias salgan de Chicago. Crédito: AP
Cuando agentes de la Policía de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y la Patrulla Fronteriza comenzaron a realizar operativos en el vecindario de La Villita en Chicago, la comunidad ya estaba preparada. Los residentes hicieron sonar silbatos, tocaron bocinas y escoltaron a sus vecinos a lugares seguros: una respuesta coordinada que tomó meses de preparación y que desde entonces ha inspirado a organizadores en todo el país que están enfrentando embestidas similares.
Actualmente, más de 200 personas han sido arrestadas desde que agentes federales se retiraron de Chicago e iniciaron un operativo de inmigración en Charlotte, Carolina del Norte esta semana. Mientras las comunidades se preparan para una mayor aplicación de leyes migratorias, organizadores miran hacia Chicago en busca de lecciones sobre cómo las estrategias comunitarias pueden proteger a familias inmigrantes vulnerables y, también, los derechos de toda la población.
Sistema de alerta con silbatos
El Consejo Comunitario de La Villita lanzó su campaña “Sopla el silbato contra ICE” a finales de mayo, inicialmente recibida con escepticismo, dijo Baltazar Enríquez, presidente del consejo.
“La gente decía: ‘¿Qué es esto?’ Incluso un tipo se rio”, recordó. Pero después de conectarse con organizadores en Los Ángeles que advirtieron que las torres de telefonía celular se habían apagado durante operativos allá, la urgencia se volvió evidente.
El consejo ha distribuido aproximadamente 10,000 silbatos en Chicago y los suburbios cercanos, y la práctica se ha extendido a comunidades del norte y sur de la ciudad. El sistema es sencillo: cuando los residentes ven agentes de ICE, hacen sonar silbatos y tocan bocinas para alertar a sus vecinos.
“A los que están documentados, les dijimos: sean héroes y vengan a escoltar a los agentes de ICE fuera de nuestro vecindario”, dijo Enríquez.
El impacto ha sido notable. Mientras en Charlotte hubo más de 200 detenciones en tres días, en La Villita hubo alrededor de 100, dijo Enríquez, una cantidad aún significativa, pero menos de lo que podría haber ocurrido sin el sistema de alerta. “Salvamos a muchas familias de ser secuestradas”, afirmó Enríquez.
Los organizadores de Charlotte ya han comenzado a adoptar la estrategia. Durante una llamada de Zoom con 144 participantes de Charlotte y áreas cercanas la semana anterior, Enríquez compartió el sistema de silbatos y otros materiales.
“Hemos visto videos donde ahora están usando los silbatos. Están alertando a la comunidad en cuanto ven a agentes de ICE”, dijo.
Preparación de documentos legales
Más allá de las alertas inmediatas, los organizadores de Chicago se han enfocado en la preparación legal a través de talleres comunitarios. El Consejo Comunitario de La Villita ha ayudado a cientos de familias a completar dos documentos fundamentales: los poderes notariales, que aseguran que si un padre es detenido, sus hijos tengan un tutor legal designado en lugar de entrar al sistema de acogida temporal; y el Formulario G-28, un documento migratorio que exige que ICE notifique a un abogado dentro de 48 horas sobre la ubicación de una persona detenida.
El primer taller del consejo reunió a 78 personas, luego creció a 145 y siguió expandiéndose de boca en boca.
Anteriormente, las familias esperaban “tres semanas, seis semanas, ocho semanas para saber dónde estaban [sus familiares detenidos]”, según Enríquez. El formulario ha permitido esfuerzos de reunificación mucho más rápidos.
Autobús escolar a pie
Cuando los padres tuvieron demasiado miedo para llevar a sus hijos a la escuela, el consejo lanzó en La Villita una iniciativa de “autobús escolar a pie”. Hoy, 12 voluntarios caminan con grupos de cuatro a ocho niños hacia y desde la escuela cada día, protegiendo tanto la educación de los niños como a sus padres de una posible exposición a la aplicación de leyes migratorias. El programa empezó con 7 niños y ha crecido a 68 participantes.
Enríquez recordó a un estudiante al que llamó Juan, un seudónimo para proteger al menor, quien no había ido a la escuela en tres semanas. El niño, que no conocía su propio estatus migratorio, le preguntó a Enríquez por qué dirigía el programa.
“No podía decirle que es porque La Migra anda rondando”, dijo Enríquez. “Le dije: ‘Oh, porque eres increíble, Juan, eres increíble.’ Tenemos que proteger a estos niños. Se necesita un pueblo”.
Fondo de fianzas de inmigración
Para las familias con miembros detenidos, los fondos de fianza pueden brindar apoyo crucial. El Fondo de Fianzas de Inmigración del Medio Oeste (MIBF, por sus siglas en inglés) ha liberado a 60 personas de detención este año, aunque se han enfrentado a nuevos obstáculos, dijo Alejandra Oliva, covicepresidenta de esa organización.
Las cantidades de las fianzas han aumentado drásticamente. Aunque el mínimo sigue siendo $1,500, las fianzas entre $10,000 y $20,000 se han vuelto comunes, y la organización recientemente pagó una fianza de $50,000 para una persona.
“Cuando ves $10,000 o más, se vuelve realmente, realmente complicado que la gente lo pueda cubrir individualmente,” dijo Oliva.
Las fianzas de inmigración también requieren pago total por adelantado, a diferencia del sistema penal donde a menudo solo se paga un porcentaje. Además, la persona que paga debe tener Real ID, lo que implica ser ciudadano estadounidense o residente permanente, creando barreras para algunas familias. Para las comunidades que buscan establecer fondos similares, Oliva recomendó conectarse con la National Bail Fund Network, que ha brindado apoyo logístico y asesoría al MIBF desde su fundación en 2020.
“Una vez que le dices a la gente que $1,500, $10,000 es todo lo que separa a esta persona de poder volver a casa con su familia en lugar de quedarse en un centro de detención de inmigración, tu comunidad va a estar lista para apoyarte”, dijo Enríquez.

La preparación marcó la diferencia
Los organizadores de Chicago enfatizaron que su éxito relativo provino de prepararse antes de que los operativos se intensificaran. Desde el 20 de enero, el consejo realizó caravanas a agencias temporales y sitios de trabajo diario para educar a los trabajadores sobre sus derechos. Organizaron talleres de “Conozca sus derechos”. Establecieron redes de comunicación.
“No esperamos a que vinieran y nos agarraran por sorpresa”, dijo Enríquez.
Para Charlotte y otras comunidades, este período de preparación puede ser más corto, pero los organizadores insisten en que no es demasiado tarde. Durante la llamada con activistas de Charlotte, algunos expresaron preocupación de que “ya es un poco tarde para nosotros”. Enríquez respondió: “Hagan su mejor esfuerzo”.
Sus consejos incluyeron evitar confrontaciones que puedan ser usadas para demonizar a las comunidades, enfocarse en sistemas de alerta para ayudar a la gente a ponerse a salvo y continuar los esfuerzos de educación comunitaria. Oliva alentó a las personas a “confiar en sus vecinos tanto como sea posible. Busquen a la gente que está ayudando”. En Chicago, eso ha significado voluntarios que acompañan a los niños a la escuela, recogen víveres para familias con miedo y crean redes de residentes documentados dispuestos a servir como garantes de fianza migratoria.
El Consejo Comunitario de La Villita continúa sus demostraciones semanales de silbatos cada miércoles, ahora extendidas de una a dos horas, de cinco a siete de la tarde, bajo el icónico arco del vecindario. También están abogando por cambios sistémicos, incluido impedir que ICE use propiedad de la ciudad y escuelas públicas de Chicago como puntos de operación, y presionando por una clínica de salud mental para abordar el trauma comunitario.
En este sentido, tanto la Ciudad de Chicago como el Condado de Cook emitieron hace unas semanas órdenes que prohíben el uso de propiedades (como edificios, estacionamientos y otros inmuebles) y recursos de la ciudad por parte de agentes federales que realizan tareas de inmigración. Esto en paralelo con las normas de jurisdicción santuario que han estado vigentes en Chicago desde hace años.
“Vamos a continuar con nuestra campaña y mantener la resistencia”, dijo Enríquez. “Vamos a seguir organizando; vamos a seguir soplando el silbato”.
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