Newton no será la última masacre
La masacre de la escuela primaria en Newtown, Connecticut, debería ser un parteaguas. El horror y la conmoción son profundos en todo el país. El tiroteo que cobró la vida de 20 niños y seis adultos ha calado profundo en la conciencia de los estadounidenses. Sin embargo, no será la última masacre.
Es poco probable que el dolor, la angustia y el coraje que ha desatado a nivel nacional el asesinato a sangre fría de 20 niños se transforme en legislación federal para controlar el acceso a las armas de fuego. La influencia de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en los legisladores estadounidenses es inmensa.
A pesar de sus lágrimas y palabras de conmiseración, el presidente Barack Obama ha evitado impulsar legislación a favor del control de armas. Ni siquiera fue uno de los temas de conversación en los debates entre Obama y Mitt Romney. Ahora Obama prometió usar el poder presidencial para impedir otra masacre. Sin embargo, una legislación para controlar las armas depende del Congreso.
Pocos legisladores se atreven a criticar al NRA o abogar por el control de las armas porque saben que ésta tiene el dinero y la influencia para acabar con la carrera de aquel político que se atreva incluso a mencionar el tema. El NRA contribuye millones a las campañas de candidatos que se oponen al control de armas.
Una de sus tácticas es acusar a sus oponentes de ser tibios respecto al combate al crimen. Esto suele bastar para deshacer campañas y derrumbar carreras.
Obama y el Congreso deben mostrar valor y determinación con el fin de impulsar legislación para el control de armas. Cuentan ahora con el apoyo de una población que no quiere que se repita este horror.
El país ha experimentado un cambio con esta tragedia. El derecho a portar armas no puede anteponerse al derecho a la vida.
Desgraciadamente, Obama ni los legisladores han demostrado tener el valor para oponerse al NRA. La masacre de Connecticut no será la última.
Ojalá me equivoque.