La Villita, tan lejos de Pilsen
Este año se va a hacer por tercera vez el festival musical que han bautizado como Villapalooza. Es un día de pura música y arte, que es organizado por artistas locales del barrio, empresarios, músicos, patinadores o ‘skaters’ y educadores, y está abierto para toda la familia porque se hace durante todo el sábado 7 de septiembre.
El Villapalooza, cuyo nombre es como una ironía hacia el gran y corporativo evento Lolapalooza, surgió de jóvenes que lamentaban que en La Villita no había lugares para ir a escuchar música y la gente que vive allí siempre tiene que estar yendo a otros barrios para tener acceso a la música o a otras formas de arte.
La idea era también destacar el talento local del barrio y crear oportunidades para que los jóvenes se involucraran en la organización del evento, que mostraría el poder musical que va desde hip hop, cumbia y banda, hasta punk, house y rock.
El primer año que fuimos, tomamos el bus # 60, que nos llevó directo al corazón del Villapalooza, que esa vez tenía su central de operaciones en un edificio vacío, que habían adecuado como galería de arte abajo y salón de baile arriba. Nos dieron pulseras de plástico con las cuales podíamos entrar a otros dos negocios participantes, donde también habrían conciertos. Era algo que nunca se había visto en el barrio.
En La Villita no tienen galerías de arte cada cinco metros, no tienen los Pilsen Open Studios, no tienen muchos cafés, un museo de arte mexicano ni tampoco la escena de bares y restaurantes que se encuentra en Pilsen.
Y comparo los dos barrios por su cercanía, porque son barrios mexicanos y porque siempre me ha parecido curioso, no sólo que sean diferentes, sino que se le ponga tanta atención a uno (Pilsen) y no al otro.
Una noche de éstas, estando en un ‘cook out’, animábamos a una persona a ir al Villapalooza este año y su comentario lo dijo todo: “Cada vez que voy a La Villita siento que me van a secuestrar”. Este era un joven mexicano, nativo de Pilsen. Pero ¿por qué ese pensamiento?
Tristemente así piensan muchos y puede que esto se relacione con la realidad de que en La Villita hacen falta más espacios, como Café Catedral, parques, restaurantes, espacios culturales, anfiteatros, galerías, inversion más allá de puras tiendas de dólar y las otras que al más puro estilo naco tienen esos maniquíes con las nalgas salidas modelando pantalones de mezclilla en las aceras.
Se necesita inversión más allá de casas de empeño, las 1,500 taquerías, y mueblerías. Imagínense, en La Villita ha sido toda una novedad la apertura de una heladería/gelatería/café y de una nueva tienda de patinetas (‘skate shop’).
Por eso aplaudo el Villapalooza, el Little Village Arts Fest, y el Villarte, porque son iniciativas lideradas por gente joven que busca transformar La Villita positivamente, crear espacios seguros, para que la gente camine en la calle, apropiándose de su barrio.
Fabiola Pomareda es editora general de La Raza. Síguela en Twitter: @FabiolaPomareda