Sí, éramos novios…
La primera cita fue una entrevista de trabajo, en donde pregunté de todo a ver si le daba el puesto
El amor no tiene edad y el mío llegó a los 55 años. Lo conocí en un bar y desde entonces amanece conmigo, es el que me inspira y me apoya, el que me consuela y me quiere.
Nuestra primera cita fue eso, un primer encuentro para vernos de día y sin que el piano o la gente se interpusieran entre nosotros. Es músico y al principio nos veíamos esporádicamente en Red Head, un bar famoso de Chicago, en donde se consigue de todo: romance, alegría, música y muchos borrachos.
Aquel primer encuentro quería que fuera en territorio conocido. Escogí un restaurante, un cine bowling que está cerca del Navy Pier.
Como soy grande, prefiero mantener el misterio, por eso aquel día no hubo ni besos ni abrazos. La primera cita fue una entrevista de trabajo, en donde pregunté de todo a ver si le daba el puesto.
Con el tiempo me ganó y yo me lo gané a él, fue un largo romance.
Pasaron los meses y seguíamos así, según él sin saber lo que éramos, por eso organizó una cita distinta. Me daría un beso, me llevaría a un lugar diferente, donde conocía al dueño y por supuesto le darían trato especial, tanto a él como a mí.
Disimulé para no cortarle la inspiración, no sólo conocía el lugar, a los mesoneros y al dueño, sino que era nuestro lugar de encuentro después de salir del trabajo.
Al llegar me recibió mi hijo, uno de los meseros, apareció el encargado y otros amigos desde la barra me lanzaron un besito, llegó Vicente Serrano gritando y nos abrazamos.
Mi John no olvida aquella noche, cuando descubrió que en el ‘Ibérico’ todo lleva ajo, que va mucha gente, que tenía un hijo ‘grande’ y que sí, éramos novios.