Gutiérrez predica el evangelio de la reforma migratoria
Aunque no soy un fanático del congresista Luis Gutiérrez, demócrata por el 4° Distrito de Illinois, tengo que admitir que merece mucho crédito por el afán con que pregona las buenas nuevas de una reforma migratoria.
Cada año este congresista de Chicago viaja miles de millas por el país llevando el evangelio de la reforma migratoria para enseñar al país que los inmigrantes no son criminales si no trabajadores que buscan el Sueño Americano como muchos antes lo han hecho.
Y prácticamente, casi como los profetas de antaño, Gutiérrez se encuentra pregonando solo en el desierto político en donde los republicanos no prestan sus oídos para escuchar el mensaje que los inmigrantes son un beneficio para el país y no la amenaza que políticos como el congresista John Boehner, Ted Cruz y Marco Rubio piensan que son.
La mantra que la trilogía de Boehner, Cruz y Rubio entonan, y que otros republicanos gustan de cantar, es que los indocumentados no deben tener un camino a la ciudadanía a menos que la frontera este segura y que los indocumentados se pongan en fila para esperar por tiempo indefinido a ser admitidos legalmente a la mesa de la oportunidad.
En estos últimos días Gutiérrez estuvo de nuevo de gira por el país para alentar a las fuerzas vivas para que le den una oportunidad a la acción ejecutiva del Presidente Barack Obama, la cual está inactiva a causa de una demanda.
Una cosa que tiene Luis, como le dice la gente, es la pasión para expresar la rabia, llanto y frustración que han sufrido miles de inmigrantes.
Ya sea en el Congreso enfrentando a los voceros del miedo que ven en cada inmigrante una amenaza o en las ciudades del país donde viven los inmigrantes, el congresista Gutiérrez desenvaina sus palabras de fuego para infundir esperanza a los inmigrantes y el temor del Todopoderoso a los republicanos que usan a los indocumentados como carroña para alentar a sus bases políticas conservadoras.
Es un camino solo por el que viaja el congresista Gutiérrez ante el clima antiinmigrante que derrocha el país para poder enseñarnos a todos que a los 10 millones de indocumentados no se les puede dejar ni en las sombras ni en el olvido.
Ciertamente esto vale por algo y quiero reconocer a Gutiérrez su contribución a ponerle fin a este drama que desde el 2006 nos tiene esperando.
Cuando al fin se resuelva la reforma migratoria habrá que encontrar un lugar en la ciudad para recordar a este orador por la causa de los indocumentados. Creo que se lo tiene merecido.