El ventilador de Barbara Byrd-Bennett

Un dicho común en inglés apunta que cuando las cosas se ponen mal, es como si lanzaran materia fecal contra el ventilador; el viento generado por las aspas se encarga de repartir de manera equitativa.

Algo así resulta de la noticia de que la ex Jefa Ejecutiva de las Escuelas Públicas de Chicago se ha declarado culpable de un cargo federal de corrupción y, de ser hallada culpable, podría ser condenada a un máximo de siete años y medio de prisión.

Hay que preguntarse si, como condición del acuerdo para el procesamiento judicial, Bennett no le habrá prometido al gobierno “cantar” y poner frente al ventilador a otros funcionarios de CPS involucrados en la trama de corrupción.

El alcalde Rahm Emanuel, por lo pronto, ya se hizo a un ladito para que el ventilador no lo salpique y, por medio de una portavoz, dijo sentirse decepcionado y desalentado. Cómo han de cambiar las cosas porque hace tres años el mismo alcalde dijo que Bennett era la mejor persona para el puesto, y la más brillante.

Algo que votantes y contribuyentes deben preguntarse es qué tanto sabía la Junta Directiva de CPS sobre las movidas de Byrd-Bennett. Si lo sabían, alarma su silencio; y si no lo sabían, alarma su incompetencia.

Así como Byrd-Bennett salió a la luz pública y admitió sus corruptelas, es hora que la Junta Directiva, integrada por Frank Clark, Jesse Ruiz, Mark Furlong, el reverendo Michael Garanzini, Mahalia Hines, Dominique Jordan Turner y Gail Ward, haga sus clarificaciones.

En 1987, el entonces secretario de Educación de Estados Unidos, William Bennett, declaró a las Escuelas Públicas de Chicago como el tercer peor distrito de la nación. Eso obligó al alcalde Richard M. Daley a llevar a cabo una reforma educativa tan pronto ascendió al cargo en 1989.

Aunque la reforma de 1989 fue la primera de varias, CPS no mejora; empeora. Cuando no es un política radical de recortes que llevó al cierre de decenas de planteles y a la reubicación forzada de miles de estudiantes, como ocurrió hace un par de años, es el escándalo de corrupción que involucra directamente a la Jefa Ejecutiva.

Enfurece pensar esto: la dirección estratégica del tercer distrito escolar más grande del país y de sus casi 400 mil alumnos (casi la mitad de ellos latinos) estuvo en manos de una funcionaria corrupta, obsesionada con ganar dinero fuese como fuese para irse a jugar a los casinos y para conseguirles becas a sus nietos.

Enfurece más saber que el salario de esa señora provenía del bolsillo del contribuyente, y que Emanuel está promoviendo otro aumento de impuestos a la propiedad, los cuales precisamente financian a CPS.

Hay que estar al pendiente: Arne Duncan recientemente concluyó su función como secretario de Educación de la Administración Obama. Duncan, que fue superintendente de CPS entre 2001 y 2009, ha declarado que volverá a Chicago. Veremos si no termina siendo pieza central de un nuevo intento de reforma. Urge hacer algo, y pronto.

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