La Víbora: Dejen en paz a Jenni Rivera, por favor
A nuestra serpiente columnista de chismes no se le escapa nadie
Oigan, más respeto para la Diva de la Banda. Es que pobre Jenni Rivera, ni muerta la dejan en paz.
Y es que fíjense que ahora que la familia “revivió” a la cantante por medio de un holograma, en un evento del Día de los Muertos efectuado hace unos días en Los Ángeles, los envidiosos y venenosos –no yo, por supuesto– no han dejado de criticar ni a la artista ni al acontecimiento.
Unos dicen que la imagen de la que apareció fue la de Chiquis Rivera, hija de la intérprete. Otros, que de plano se pasan, dicen que la figura de Jenni fue editada para hacerla ver más esbelta y delgada; en otras palabras, que le hicieron lipo post mortem. Ay, qué risa me dio escuchar esto: lipo post mortem.
Yo vi un video del holograma, que básicamente es la recreación de una imagen en forma tridimensional, y el veredicto es que sí es la Diva y que no le hicieron lipo. Yo la vi igual de rechoncha y puedo decir que no fue usurpada por nadie, a pesar del gran parecido que tienen ella y su hija Chiquis.
Sería un gran error hacer algo así por varias razones; primero porque los fans no perdonarían el engaño. La Diva es la Diva y sus seguidores la quieren como esté, gordita, “pompuda” (como ella se describía) y feliz con sus kilitos de más.
Jenni era una mujer muy conforme con su cuerpo, que presumía y lucía como si fuera Ninel Conde. Y segundo porque estoy segura que Chiquis no se hubiera prestado a algo así (y miren que la familia Rivera es especialista en sorprendernos con escándalos).
Hacerse pasar por la cantante, fallecida en diciembre de 2012 en un accidente de avión en México, sería fatal para la carrera de Chiquis, que de por sí no acaba de despegar.
Así que, por favor, dejen a los fans disfrutar el regreso virtual de la Diva y no anden diciendo que se hizo cirugías en el más allá. Aunque sea en el Día de los Muertos déjenla descansar.
Ay, por favor, alguien dígale a Tommy Mottola que cada día se ve más horrendo y ridículo con tanta cirugía, pelo pintado y cara restirada. ¿Ya ven lo que pasa por casarse con chicas que podrían ser sus nietas?
Y es que el magnate salió a la luz recientemente porque le dedicó su más reciente libro, “A New America”, a su esposa, la cantante Thalía, quien es como 30 años menor que él.
Pero miren, por más que se haga no puede evitar verse como vejete raboverde. Sorry, pero los años no perdonan, y ni los millones que tiene le quitan las décadas que él quisiera tener menos.
Bueno, seguro que eso a su esposa no le importa; ella debe de verlo guapo y apuesto. Es el síndrome de las cazafortunas –como Melania Trump, por cierto–, de ver divino a alguien solo porque tiene la cartera repleta de millones (favor de agregar emoticón con carita de guácala).