Primeros 100 días de Trump abrirán lucha campal en el Congreso

Los ojos de Estados Unidos y el mundo estarán puestos en esas primeras maniobras políticas que marcarán el tono y el ritmo de la administración Trump

WASHINGTON.- Con el apoyo de un Congreso bajo control republicano, el presidente electo, Donald Trump, ha prometido una serie de ambiciosas medidas en 2017 para revertir las que adoptó la Administración Obama desde 2009, que además sentarán el tono de sus enfrentamientos con la oposición.

Aunque Trump hizo un llamado a la unidad nacional tras ganar los comicios del pasado 8 de noviembre, hasta ahora sus pronunciamientos y sus mensajes en Twitter solo dan asomo de una inminente batalla campal por sus prioridades legislativas.

Los primeros 100 días

Así, los primeros 100 días de la presidencia Trump, entre los próximos 20 de enero y 19 de abril, apuntan a un febril calendario de audiencias de confirmación para su Gabinete, y acalorados debates sobre las prioridades de su agenda populista.

La larga lista de promesas incluye:

  • La anulación de “Obamacare”
  • La cancelación de ciertas regulaciones financieras, ambientales, y laborales
  • La adopción de una reforma con recortes de impuestos, principalmente para corporaciones
  • Una multimillonaria inversión en la infraestructura
  • La confirmación de un juez vitalicio en el Tribunal Supremo
  • La renegociación del acuerdo comercial entre EEUU, México y Canadá
  • La eliminación del programa de “acción diferida” (DACA) de 2012, que ha protegido de la deportación a unos 750,000 “Dreamers”.

En su afán por “borrar” la huella del presidente Barack Obama, Trump también ha prometido deshacer las medidas de apertura hacia Cuba, expandir el uso del centro penal en Guantánamo, e imponer tarifas punitivas sobre las importaciones, lo que podría generar una guerra comercial con socios de EEUU, según expertos.

Tomando en cuenta su eslogan de “recuperar la grandeza de EEUU” y el tono combativo de su campaña electoral, la presidencia de Trump estará marcada por sus políticas en torno a la economía,  inmigración, seguridad nacional, el medio ambiente, y el papel de Estados Unidos en el mundo.

El vicepresidente electo, Mike Pence, advirtió el mes pasado que “se acabó la vacación” en Washington, porque Trump vendrá listo para echar a andar su agenda conservadora.

En una reciente conferencia telefónica con periodistas, Jason Miller, un portavoz del equipo de transición de Trump, explicó que, sin duda, habrá nuevas medidas para reforzar la seguridad fronteriza y nacional, de cara a evitar la entrada a EEUU de extremistas islámicos.

“El equipo de política nacional y el entrante Gabinete y Administración están invirtiendo mucho tiempo en la revisión de potenciales acciones en torno a órdenes ejecutivas, elaborando un plan de 100 días para varios proyectos de ley”, explicó Miller.

Control absoluto

A diferencia de Obama, cuyo partido perdió el control del Congreso en 2010 y 2012, Trump y los republicanos tendrán a partir de enero el control de la Casa Blanca, el Legislativo, y el poder judicial, lo que previsiblemente allanará el camino para avanzar su agenda conservadora.

Pero no todos los republicanos comulgan con todas las ideas de Trump, especialmente los ultraconservadores del “Freedom Caucus” de la Cámara de Representantes, que exigen medidas de austeridad fiscal.

Los republicanos “tendrán un gobierno unido, así es que no tendrán excusas para no anular Obamacare, algo que le han venido prometiendo a su base durante años”, señaló William Galston, analista de la conservadora Institución Brookings.

Según Galston, Trump también está endeudado con la base conservadora porque prometió construir “un muro grande y bello” a lo largo de 2,000 millas en la frontera sur, financiado por México.

Sin embargo, en semanas recientes, Trump ha sugerido que no será ese muro gigantesco que prometió ni cubrirá toda la frontera, por lo que no está claro qué imágenes podrá presentar su gobierno como prueba de ese logro.

Oposición demócrata

Por su parte, los demócratas en ambas cámaras del Congreso han prometido dar la batalla contra la agenda republicana y contra cualquier esfuerzo por “normalizar”, o aceptar, las posturas políticas de Trump.

En el Senado, por ejemplo, los republicanos ocupan 52 de los 100 escaños, pero necesitarán al menos 60 votos para impedir cualquier maniobra dilatoria de la oposición, a menos que logren cambiar los reglamentos parlamentarios y priven a la minoría de la táctica de bloqueo conocida como “filibusterismo”.

Los demócratas, y grupos progresistas afines, ya preparan la batalla en contra de la confirmación de varios nombramientos al Gabinete presidencial.

En su mira tienen en particular a Scott Pruitt, al frente de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), y al senador republicano por Alabama, Jeff Sessions, como próximo fiscal general y secretario de Justicia, al destacar su historial extremista en contra de las mujeres, las minorías y los inmigrantes.

Trump y sus aliados republicanos están conscientes de que tienen una pequeña ventana de oportunidad para avanzar su ambiciosa agenda conservadora, antes de que el Congreso ponga la vista en los comicios legislativos de 2018.

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