Opinión: bravo por el mitológico Barcelona, pero que muera el cinismo de negar lo innegable

La voltereta nunca debió de haber ocurrido luego de un penalti clarísimo (el único del partido) que no se señaló en falta sobre Di María

Veinticuatro horas después de haber sacudido al fútbol mundial con la más grande remontada de la historia de los torneos europeos, el FC Barcelona sigue siendo el tema en boca de todos.

El club blaugrana acrecentó su mitología al anotar tres goles en los últimos siete minutos (cinco de tiempo adicional) para eliminar al París Saint-Germain con global de 6-5 en los octavos de final de la Champions.

Bravo por el Barça y por el fútbol… Salvo que en su camino a la hazaña, el equipo catalán en verdad que tuvo la suerte de contar con un trabajo arbitral determinante a su favor.

La situación era así. Se jugaba el minuto 39 de la segunda parte con el marcador 3-1. Barcelona necesitaba tres goles más para avanzar cuando Ángel Di María se escapó en contragolpe para tratar de liquidar solo frente al arquero. Su compatriota Javier Mascherano lo alcanzó con una patada por detrás a la pierna derecha, provocando que el zurdo del PSG apenas pudiera conectar débil y desviado.

Ya sabemos lo que vino a continuación: golazo de Neymar en tiro libre, penalti convertido por el propio brasileño tras una cuestionable falta cometida sobre Luis Suárez, y el gol heroico de Sergi Roberto cuando ya se jugaba el minuto final. Luego se desató la locura en la bella ciudad catalana.

Qué bueno que el fútbol premia en ocasiones el espíritu indomable y el hambre de triunfo; qué bueno que la Liga de Campeones 2016-17 sigue teniendo a Messi y Suárez y Neymar e Iniesta; qué bueno que el resto del torneo puede depararnos un nuevo Barcelona-Real Madrid o un Barcelona-Atlético o un Barcelona-Bayern.

Pero sinceramente, qué terrible error del árbitro Deniz Aytekin, que no se atrevió a señalar la falta flagrante de “Masche”, que no sólo merecía penalti para posiblemente otro gol francés, el último clavo en el ataúd, sino tarjeta roja directa. Lo que sucede es que en ese momento la batalla lucía perdida para los blaugranas y por eso muchos hacen como que esa acción no existió. El propio Mascherano concedió que derribó a Di María. Menos mal.

El PSG no merecía mejor suerte porque fue muy poco lo que ofreció, sobre todo en los terrenos del oficio futbolístico y el orgullo de equipo grande. Pero si alguien se atreve a decir que el arbitraje no fue claramente localista, entonces esa persona no sabe nada de fútbol o no tiene la inteligencia suficiente para razonar.

Una observación adicional: en el primer penalti marcado por falta a Neymar, el juez central no señaló al manchón penal de inmediato; lo hizo hasta después de que medio Barcelona se le fue encima al juez asistente (detrás del arco). Pero en el segundo penal, cuando Suárez actuó como si tres defensas lo hubieran pateado y golpeado al mismo tiempo, el juez alemán no se apoyó en su asistente. Una inconsistencia.

Barcelona sigue vivo y eso es bueno para el fútbol. Pero que no cunda el cinismo de negar lo que es innegable.

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