Ante el desastre, lo posible y lo previsible, los empresarios necesitan planificar

El huracán Harvey es un recordatorio de que los empresarios no solo tienen que tener seguros sino planificar estrategias en emergencias

Un huracán transformado en implacable tormenta ha dejado a los residentes y negociantes en Texas con un complicado presente y futuro. Evitar catástrofes como esta no es fácil pero prepararse con un plan para ellas es cada vez más necesario dado que además las desgracias naturales están llegando a las ciudades con fuerza y elevada frecuencia.

Antes que Harvey llegaron Katrina y Sandy, por citar ejemplos imborrables de desastres en los últimos años.

Y la mayor parte de las empresas no tienen este plan trazado. Según un informe hecho público hace unos días por la aseguradora Nationwide, el 64% de los dueños de negocios creen que es importante planificar la preparación frente a desastres pero solo el 23% lo ha hecho. Es decir que la brecha entre quienes son conscientes de que han de prepararse y entre los que además de pensarlo lo hacen es del 41%. “Y esto está ocurriendo mientras que se producen más eventos catastróficos que están impactando a negocios y con más severidad”, explican desde esta aseguradora.

Lory Burgos, consultora multicultural de marketing de esta aseguradora explica que la preparación va más allá de hacerse como un seguro que cubra pérdidas y apunta a la ayuda que la SBA presta a los empresarios en estos casos. “La cuestión es que en términos de planificación porque cuando llega el desastre no todo el mundo piensa con claridad o se sabe qué hacer. Lo que queremos es que suba el nivel de concienciación para saber qué hacer y cómo evitar más problemas”.

“No se puede evitar que ocurra un desastre pero se puede estar preparado para ello”, explica.

Pero esta desconexión no solo existe en lo que se refiere a las cada vez más frecuentes devastaciones medioambientales. También ocurre con cuestiones previsibles y otras que son posibles y especialmente relevante para los negocios latinos, muchos de ellos familiares.

Lo previsible es el fin. La jubilación del dueño, el jefe, el fundador. El fin es también el fallecimiento.

Y el problema es que el 31% de los dueños de negocios latinos no tienen un plan de sucesión porque “no saben cuál es el buen momento para trazar uno”, según han confesado en la encuesta a Nationwide. En la generalidad de las empresas el 37% tiene este tipo de contingencia preparada, lo cual es un porcentaje bajo dada la inevitabilidad de este desenlace. De hecho, el doble de ellos sabe que tendría que tener esta cuestión más planificada.

“No se trata únicamente de designar a alguien como sustituto al frente de la empresa entre la familia”, explica Burgos. De hecho, muchos hijos de pequeños y medianos empresarios latinos han tenido la posibilidad de estudiar en la Universidad y no todos ven el negocio de sus padres como su futuro profesional. “También se puede buscar a un profesional en su comunidad o consultar con un planificador financiero y ver si tienen que vender en un futuro la empresa y cómo encontrar a un comprador. Incrementando el nivel de concienciación se planifica mejor para vender y conseguir la mayor rentabilidad posible”, explica.

Lo posible también es algo que ocurre con mucha más frecuencia de lo que somos conscientes: los ciberataques.

El 83% de los dueños de negocios cree que es importante elevar la guardia ante algo que puede terminar como un fraude, una extorsión, un robo de dinero o de identidad… ¿Cuál es el problema? Que solo el 50% de los empresarios han establecido prácticas de seguridad y en el caso de los latinos solo el 24% cree que haya una posibilidad de que su negocio sea impactado por esta amenaza.

Curiosamente, el 45% ha sufrido algún ataque cibernético, como virus, hackeos, pishing, accesos de datos por terceros, pero no lo ha calificado como tal.

“Los ciberataques pasan todos los días a todas las industrias independientemente de su tamaño y hay que protegerse a sí mismo y proteger los datos de los clientes”, explica Burgos. “Si se sufre un ataque se puede tener el negocio cerrado durante horas o días y al final afecta al negocio”, razona Burgos quien lamenta que la brecha que existe entre la necesidad de afrontar algo y la preparación para ello es muy elevada en los negocios latinos. “Tenemos que trabajar más para que se vaya cerrando”, afirma.

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