¿Y tú qué aprendiste?
Las lecciones de los recientes desastres naturales
Desde que entró Harvey a Texas hasta hoy que lamentamos los destrozos de Irma, María y del terremoto de México, me persigue por todos lados eso que todos repiten: Que Dios nos quiere enseñar algo y que la tierra nos está hablando.
Yo, sinceramente, no creo que Dios sea un profesor que enseñe con catástrofes… Y si la tierra nos quiere decir algo creo que en los últimos días no sólo habló sino que gritó y muy claramente.
Pero en realidad, ¿qué hemos aprendido en estas últimas semanas de esta cadena de malas noticias.
Decidí preguntar
Una viejita me contestó que ella había aprendido a gozar más la vida porque sentía que le habían regalado horas extras, mientras que un millenial me dijo que el dolor ajeno lo volvió más selectivo. Ahora ya sabía por lo que no debía quejarse.
Una prima gruñona me miró por primera vez dulcemente y me respondió que la lección era clara:
“Hay que entender que la vida es bella y que los momentos de dolor llegan para que comparemos y así aprendamos a ser mas agradecidos”.
“Aprendí que todavía hay quien no aprende… por eso siguen pasando esas cosas”, me dijo la más espiritual de mis amigas.
Un periodista muy serio y ateo me respondió sin pensarlo mucho:
“Aprendí que hay que abrazar más seguido”.
Y yo le agregué:
Decir mas “te quieros” y menos “yo hubiera”.
No esperar a que hayan tragedias para demostrar generosidad ni ser generoso pensando que por eso no vivirás una tragedia.
“Que la fe es más fuerte que los huracanes y los terremotos”, me dijo un jardinero, y cuando le pregunté a una maestra qué había aprendido de tantas tragedias, respondió muy segura:
“Las tragedias traen milagros. Y los milagros multiplican la fe”.
Un amigo puertorriqueño me dio una respuesta precisa: “Que a veces paso semanas sin llamar a mis padres y ahora que están incomunicados lloro porque no sé de ellos”.
Si Dios nos quiere enseñar algo y la tierra nos está hablando, pueden estar tranquilos.
Yo, por lo menos, ya les entendí.