Flow, el tipo de yoga ideal para inquietos y exigentes
No todas las clases de yoga son iguales; algunas son más intensas y otras más espirituales, conoce cuál es ideal para ti
El Vinyasa Flow es una práctica que tiene sus raíces en el Ashtanga Vinyasa y el Hatha Yoga. Nació en la India y Occidente lo adoptó porque se trata de un yoga dinámico que trabaja todos los músculos del cuerpo en secuencias divertidas y muchas veces muy exigentes, que se mueven al ritmo de la respiración. Para quienes hacen yoga desde hace tiempo, es una gran alternativa. Sintetiza lo práctico con lo físico y lo mentalmente estimulante para llegar un lugar de armonía perfecto.
Las series son generalmente cambiantes y las clases se vuelven un desafío distinto cada vez. Hablamos con Mariano de Ashvattha Yoga y le preguntamos cómo llegó a dar Flow: “Mis prácticas en diversos lugares me llevaron al Vinyasa Flow, porque es una práctica en la que puedo ser creativo y de este modo, las clases se hacen más completas. Para ser súper precisos, Flow es un sistema fluido donde se practican asanas (posturas) al ritmo de la respiración (pranayama). Viny significa “a través de” y asa “postura”. Flow es la constante que se crea entre las posturas de manera intensa y precisa.”
Cómo es una clase
Como ya dijimos, las clases no siempre son iguales. Aunque solo se modifican las posturas, no la forma de llevarla a cabo. Comienza con saludos al Sol que ayudan al cuerpo a entrar en calor y a activar los músculos. Luego siguen los “asanas”, que se mantienen solo por una inhalación o exhalación. Es decir, cuando llevamos aire a los pulmones, hacemos una postura y pasamos a otra al exhalar. Por eso se habla de fluir. Porque a lo largo de una hora, uno va fluyendo de una postura a otra, sosteniendo solo las que nos indican y por la cantidad de respiraciones que nos dicen.
El cuerpo duele, se estira, transpira y elimina toxinas, cede ante la respiración y va logrando mayor profundidad con el correr del tiempo. La respiración no solo marca el ritmo, también nos ayuda a mantenernos centrados y muchas veces se usa para soltar el dolor en ciertas posiciones muy comprometidas.
Después de las posturas de pie, le sigue otra serie en la que estamos sentados o acostados que se siente como una transición. Aquí se elonga más aún y el ritmo baja lentamente hasta llegar a la bendita “savasana”, que es la última postura, con la que se va a hacer la relajación. Esta es una parte muy importante y placentera de la clase, que dura veinte minutos y a veces un poco más. Acostados boca arriba se va soltando el cuerpo lentamente y guiados, entramos en estado de meditación.
Al finalizar la clase, uno siente un nivel de relajación difícil de alcanzar con otras actividades. La energía renovada y ese estado de felicidad sin explicación son otras de las sensaciones que te acompañan por una o dos horas, generalmente.